«Las bellas durmientes» es la nueva exhibición de la artista Ángeles Agrela, la segunda en solitario que se inaugura el la Galería Justo/Giner. Esta muestra es la continuación natural a la anterior, celebrada en este mismo lugar.
Con esta exposición, la artista se ha liberado de todos los elementos simbólicos como las extensiones de pelo, las esculturas clásicas o los jarrones de flores y las referencias al bodegón, para dar un paso más en su trabajo hacia una presencia de lo femenino que se manifiesta con lo mínimo: la modelo.
Ha decidido centrarse en papel de la modelo ya que fue el único permitido a la mujer en los estudios de pintura durante siglos. Con su trabajo de los últimos años, Agrela intenta recuperar ciertos aspectos de la representación de lo femenino y del propio papel de las mujeres a lo largo de la Historia del Arte para, en palabras de la galería, «de una manera sutil e irónica, hacer un trabajo subversivo desde dentro usando técnicas y géneros clásicos, y si se pierde este hilo se puede malinterpretar su trabajo«.
Ángeles Agrela siempre ha sabido adaptar su técnica o estilo a las necesidades narrativas de la serie en la que trabaja. Por ejemplo, las chicas, muy jóvenes o adolescentes, aparecen retratadas con fidelidad en una situación de cierta tensión entre la objetualización normalizada de lo femenino y la evidencia del tremendo potencial de esta nueva generación, a la que no pertenece la artista. Según sus palabras: “Esa es la parte que me resulta más difícil de conseguir en esta serie; que se aprecie esto en pequeños detalles, en las miradas, la selección de la ropa, el pelo, en los encuadres o lo forzado de algunas poses”.
En un tiempo de continua presencia de la imagen de la mujer en la publicidad o en las redes sociales, de consumo rápido, la obra de Ángeles Agrela hace un llamamiento a adquirir tiempo para empatizar con estas bellas durmientes. El propio título de la exposición hace referencia también al conocido cuento hoy señalado como inapropiado por un beso no consentido y por presentar a la bella como un sujeto pasivo que espera a que su príncipe la rescate.