40 años hace ya desde que se celebrase la primera edición de la «Exaltación de la Mantilla”. 4 décadas en la que se ha cumplido con la tradición y se ha puesto en valor la mantilla española gracias al trabajo de la Asociación Pro Tradiciones malagueñas «La Coracha”.
Cada año se enfrentan a un nuevo y doble reto, elegir a la musa que protagonizará el cuadro del cartel anunciador y encontrar a la mujer que exaltará la mantilla.
En esta edición, la musa ha sido Celia Flores, que en estos momentos se encuentra de promoción con su espectáculo «20 años de Marisol a Pepa Flores” en el que hace un recorrido por la carrera de su madre. El pintor encargado de plasmarla sobre el lienzo ha sido Cristóbal Córdoba.
Carmen Lomana ha sido la responsable de llevar a cabo la «Exaltación de la Mantilla” en el acto que se celebró el 7 de marzo en el teatro Cervantes. Medio centenar de mujeres quisieron acompañarla ataviadas con la tradicional mantilla.
Desde primera hora de la tarde muchas de ellas fueron llegando hasta el recinto, donde las socias de ‘La Coracha’ lo tenían todo preparado para que varios mantilleros les colocaran de manera adecuada tan favorecedor complemento.
En los pasillos de los camerinos del teatro se cruzan los músicos de la Banda Municipal de Música con señoras elegantemente vestidas para la ocasión.
En uno de esos camerinos se encuentra Carmen Lomana. El barullo y los ensayos de la banda hacen difícil siquiera hablar teniendo la puerta abierta.
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La popularidad de Carmen Lomana ha crecido en los últimos años y son muchas las personas que quieren saludarla personalmente.
Su amor por Málaga ha sido quizás el motivo principal por el que han elegido a Carmen para este cometido.
Está nerviosa, como cualquiera antes de salir a escena y con la responsabilidad de tener a un público exigente que abarrota los palcos y patio de butacas del Cervantes. Confiesa que no le imponen las cámaras de televisión pero sí ver a personas frente a ella esperando escucharla.
Mari Carmen Baeza, uno de los pilares sobre los que se sustenta la Asociación Pro Tradiciones ‘La Coracha’, entra y sale atendiendo a unos y a otros, asegurándose de que Carmen se encuentre a gusto en ese tiempo de espera.
El peluquero elegido para peinarla es Juanma Vázquez del Río. Lo hace reproduciendo en el pelo de Carmen Lomana un recogido que con anterioridad esta le ha mandado en una fotografía. Juanma le da mucha importancia a que sea bajo, como manda el protocolo, para que sobre él se asienten la peineta y la mantilla.
Juanma Vázquez del Río termina el peinado, y entra en escena Antonio Moreno, al que llamo mantillero, pero me corrige: » La palabra mantillero es algo que se ha inventado recientemente porque siempre ha sido estilista o, como en Málaga se dice: «Poner la mantilla””.
Antonio, ¿De dónde te viene lo de la mantilla? ¿Cuándo es la primera vez que pones una mantilla? Porque hay que aprender a ponerla, cualquiera no sabe.
Yo soy de Armogía, de un pueblo que tiene una tradición ‘semana santera’ muy grande, donde se han puesto mantillas de toda la vida, y en mi casa se han puesto mantillas desde que yo era pequeño. Y desde entonces he aprendido viendo a mis hermanas, y sobre todo a mi hermana mayor, que fue la primera que empezó a poner mantillas, después pasé a vestir vírgenes y a relacionarme con todo lo que es la estética de la Semana Santa.
Antonio lleva toda la tarde poniendo mantillas, unas 30 o 40, a esas horas ya ha perdido la cuenta.
¿Qué tienes en cuanta a la hora de poner la mantilla? Evidentemente no le sienta igual a todo el mundo.
No. Muchas veces tienes el problema que alguien te dice ponme la mantilla como a fulanita y ni todo el mundo es fulanita, ni todo el mundo tiene una mantilla buena, ni todo el mundo tiene la misma cara. Ese ejemplo lo he puesto yo siempre, es como cuando vas y compras un marco sin llevar el lienzo. Tienes primero que tener el lienzo y después llevar el marco, que te lo adapten. En las caras cada una es diferente, la mantilla sería el marco de una cara y en función de cómo es la mantilla, cómo es la chica o es la señora tú tienes que adaptar esa mantilla a esa cara. También una mantilla de buena se pone casi sola con una buena peina, una mantilla de una calidad más inferior con una peina mala, si encima el pelo es corto y todo eso, pues es más dificultoso de poner, pero se consigue.
¿Crees que es un elemento que ha caído en desuso?
Para nada, en absoluto. No hay nada más español que el uso de una mantilla y sobre todo aquí en Andalucía y concretamente en Málaga donde hay una tradición muy grande de mantillas. Málaga está en vanguardia si te fijas en los carteles del siglo XIX, la cartelería de feria, la cartelería de más actos.
Termina su trabajo. Ganchillos, el broche, un toque aquí, otro allá.
Carmen se mira al espejo, un poco emocionada. «Lorenzo, hazme una foto” «Qué mantilla más bonita, Francisco”.
Gemma del Corral, o el diseñador Jesús Segado -enlace entre La Coracha y Lomana- pasan al camerino, se suceden sus amigos malagueños que entran a saludarla. «¿Habéis visto que me he vestido con los colores de Málaga?”, le cuenta a unos y a otros.
Enrique y Deborah de Canal Sur entran en escena grabando un reportaje. Deborah va ataviada con mantilla. Lo raro es encontrar a una mujer sin mantilla, que es mi caso.
En el camerino también se encuentran los propietarios del anticuario «La Casa del Cardenal de Málaga”. Carmen los llamó para que le cedieran una mantilla para el acto. Uno de ellos es Francisco Cano, nos explica que es la mejor que podía llevar.
Francisco ¿Cómo es la mantilla?, ¿Qué características tiene?
Es una mantilla de medida estándar, tiene 2,50 x 1,50, está bordada en hilo de seda, y tiene un diseño del siglo XIX, Isabelino, muy poco visto, un diseño con mucho calado que es lo más importante en una mantilla. La riqueza de la mantilla reside en que tenga mucho calado y en la calidad del bordado.
El color de la mantilla es muy importante, esta no es el color natural de la seda, tiene un ligero tinte que se hace con té, que es lo que da ese tostado que tiene actualmente, pero normalmente la seda es color blanca un poco marfil y esta es un poquito más oscura, un poquito más beige.
Me explica que no es antigua, que ha sido bordada recientemente. Será Carmen Lomana quien la luzca por vez primera.
¿Quién la ha bordado?
La bordan en un taller de Otura, un taller que lleva más de cinco generaciones bordando, desde el siglo diecinueve y ahora actualmente es una chica joven la que regenta el taller, que se llama Inmaculada.
Carmen apunta ese dato, quiere nombrar a Inmaculada en la Exaltación y hacerle así un pequeño homenaje.
¿Qué precio puede tener esta mantilla?
Esta mantilla actualmente está en 2500 euros. Tiene ocho meses de trabajo, pero ocho meses intensivos y sobre todo la riqueza de la mantilla, ya te digo que la cantidad de bodoque y de calado que tenga determina mucho el resultado.
Una mantilla solamente la pueden bordar dos señoras, la primera señora que pasa el dibujo y la segunda señora que hace lo que es el relleno del dibujo. Además sólo se puede bordar por la mañana, con una luz determinada, por eso se tardan tantos meses.
Ya está más cerca el momento. Un cúmulo de emociones va creciendo durante la espera. Antes de subirse al escenario actúan la Banda Municipal de Música y la actuación de la compañía Teatro Lírico Andaluz, integrada por los tenores Pablo Prados, Luis Pacetti y Félix Rodríguez. El acto se sigue en una pantalla de televisión. Se reduce el círculo. Quedamos los dueños de «La Casa del Cardenal de Málaga”, los reporteros de Canal Sur, Lorenzo y María José de Agencia Punto Press y una intermitente Mª Carmen Baeza que va y que viene. Carmen Lomana está más tranquila y consigo hablar con ella.
Carmen ¿cómo te sientes en este momento, nerviosa…?
Tengo pánico escénico, lo que no he tenido nunca, pero es que Málaga y el teatro Cervantes impone mucho, y mi amor a esta ciudad, y el querer quedar bien… No he dormido en toda la noche, estoy deseando que pase ya y luego voy a estar tan feliz… Me saldrá bien, ¿no? sino con tal de que no me tiren tomates…
¿Es la primera vez que te vistes de mantilla?
No, es la cuarta, y mira pero siempre ha sido en Andalucía. Me vestí la primera vez porque me dieron un premio a la elegancia en Sevilla, la segunda vez un Jueves Santo para visitar monumentos y las iglesias, la tercera porque me hicieron madrina de los coches de enganche antes de la feria. Esta es mi cuarta vez y es en mi Málaga querida. Qué mejor que para exaltar la mantilla, esa mantilla que gracias al sur me la he podido poner, porque yo soy una mujer del norte y allí pocas oportunidades tenemos de lucirla.
Cuando te dijeron que lo hicieras ¿Qué te pareció?
Yo no creía que era tan importante; yo incluso pensé que era una asociación pequeñita. No imaginaba que era en el teatro Cervantes.
¿Te han orientado para escribirlo?
No, yo me he documentado bastante, tengo una amiga que es indumentarista, Bárbara Rosillo y me mandó temas sobre la mantilla y luego yo lo he puesto más poético, pero llevo dos días borra, quita, pon, rompe. Mira las hojas, están llenas de tachaduras.
¿Qué es lo que has descubierto investigando sobre la mantilla? ¿Algo que te haya llamado especialmente la atención?
Realmente no te creas que he descubierto muchas cosas que no supiese.
Bueno, una de las cosas que me ha llamado la atención, es que en el siglo XVIII, se llevaban mucho las mantillas en color pastel y sobre todo en las colonias, en Filipinas y justo una amiga mía me acaba de regalar una mantilla de principios del siglo XIX de cuando su familia vivía en Filipinas y es azul turquesa. Y luego también, que en el XVIII las mujeres andaluzas llevaban mantillas de colores muy fuertes, color carmesí, color rojo, color verde… Imagínate el espectáculo maravilloso, de todo ese colorido en las cabezas de la mujeres.
Te han prestado esta mantilla…
Tengo una negra, pero en este color no tenía, y es una mantilla que me han dejado los anticuarios, mis amigos adorados de ‘La casa del Cardenal’, que siempre que vengo a Málaga voy a verlos, y siempre que vengo a Málaga me compro algo en su tienda.
¿Qué has tenido en cuenta a la hora de elegir el vestuario? Es muy bonito.
Ya lo tenía. He tenido en cuenta un poco los colores de Málaga, los colores de la bandera, el morado con el verde.
Ya te digo que la responsabilidad que tengo yo con esta ciudad, por el cariño enorme que le tengo a Málaga, a la que vengo desde los dieciséis años. Que he venido tantas veces con mis padres también, al Hotel Málaga Palacio, que es donde me he quedado hoy, y con mis amigas Maite y Cristina del Río que no sé si estarán hoy aquí. Bueno, pues es un cúmulo de emociones lo que siento hoy.
Mª Luz Galindo, maestra de ceremonias de este acto, presenta a Carmen Lomana, descubriendo a la mayoría detalles de su amor por Málaga que el público desconocía.
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Ha llegado el momento, Carmen aparece en el escenario y se derrite en elogios a la ciudad que la recibe.
Recorrió en su discurso la historia de la mantilla, se detiene, olvida los papeles y se centra en hablar desde el corazón de lo que ha sentido en su Semana Santa, «cangregeando» delante de las imágenes, en especial ante la Virgen de la Zamarrilla, por la que siente especial devoción. Recuerda la primera vez, cuando siendo una adolescente, vio el cruce entre Gitanos y Estudiantes un Lunes Santo y lo que la impresionó. Ante el aforo se comprometió a acompañar de mantilla a su Virgen en la próxima Semana Santa y compartió un deseo: «Espero volver a Málaga hasta el último día de mi vida. A su Semana Santa donde la fe, la tradición y el pueblo se unen”.
Así concluyó una ‘Exaltación de la Mantilla’ en la que Lomana se deshizo en elogios a Málaga.
Una noche en la que las mujeres se pusieron la peineta, se vistieron de mantilla y mostraron su apoyo a este ornamento tan nuestro. La fiesta continúo en El Pimpi.
Fotografía: Lorenzo Carnero
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