Quedamos en las oficinas de Sonder, en el centro de Málaga. Nada más llegar, me pregunta si me pasa algo, si estoy bien; me nota triste. En solo unos minutos, ha sido capaz de percibir mi estado emocional. Le explico que es por todo lo que ha pasado con la DANA; muchos hemos sentido esa tristeza estos días.
Tiene ganas de abrirse, de mostrar a ese Sergio Ragel que es mucho más que el responsable de relaciones institucionales de Cervezas Victoria. Durante la entrevista, comprobamos que es casi imposible separar al Sergio más privado del Sergio profesional, ese al que muchos llaman «Sergio Victoria». Y es casi imposible porque sus facetas personal y profesional se funden en un brindis de agradecimiento constante a la vida.
Aunque se formó como técnico de laboratorio, su carrera se enmarca en el trato con las personas, algo para lo que demuestra un talento especial que no necesita forzar. Le gusta y se le nota.
Hace poco más de 13 años, apostó por la cervecera que lleva nombre de triunfo, y la «malagueña y exquisita» supo recompensarle por asumir ese riesgo.
No todo ha sido un camino de rosas, pero, hoy por hoy, ha aprendido a darle su lugar a las espinas que ha encontrado en el camino. Ese “todo pasa por algo mejor”, aunque en su momento no lo veamos, se lo ha ido mostrando el tiempo. Un tiempo que le gusta aprovechar y disfrutar, porque Sergio tiene bastante de disfrutón.
Se siente un privilegiado, porque para él trabajar no es trabajo.
Bromeo con que, si existiera una revista «Hola!» en Málaga, él sería uno de sus personajes por su continua presencia en la vida social y empresarial. Sergio representa a la marca y se representa a sí mismo en cada acto de manera alineada. Desde su autenticidad, es una persona querida y valorada. Será porque no le hace falta fingir nada, y eso se percibe.
Durante la entrevista, hace el ejercicio de mirar atrás, reconocer su camino y el lugar donde se encuentra ahora. Lo hace emocionado. Ha puesto mucho de él estos años, cuando quienes lo conocen van a otras ciudades le mandan un mensaje orgullosos de que hasta allí se beba Victoria, una marca que lleva a Málaga por bandera y que abandera la Selección Española de Fútbol. Un hito que considera fruto de un equipo unido que creyó que podían llegar alto, y lo han conseguido.
En su apretada agenda, siempre que puede, lo acompaña su mujer, Sonia. Ella también sabe respetar la exigencia de un puesto que, a veces, lo lleva de un lado a otro. La mirada de Sergio se ilumina cuando habla de ella, al igual que cuando habla de espiritualidad. Quizás porque ambas le nutren el alma.
De todo esto charlamos en una conversación en la que se muestra el hombre detrás de la marca y el representante institucional. Una persona que tiene acceso a grandes experiencias y que disfruta igual de un encuentro sencillo con amigos o de un día en la playa con su mujer.
La entrevista con Sergio Ragel me recuerda la importancia de encontrar propósito en lo que hacemos y el valor de las relaciones que construimos en el camino.