Raquel Alguacil fue pionera en su profesión. Cuando nadie hablaba de la asesoría de imagen ni de la importancia de la marca personal ella abrió ‘Tevisto’. Una empresa con la que ha conseguido además de asesorar a muchas personas sobre su aspecto, mejorarles en cierto modo la vida.
Podemos decir que lo importante es el interior, que lo de fuera no cuenta, pero no es cierto, y menos en la Era de la Imagen, que es en la que vivimos. Seguro que a todas nos ha pasado lo de vestirnos de alguna forma que nos crea cierta inseguridad o con la que no nos llegamos a ver del todo y transmitir inseguridad en nuestras acciones ese día. Y todo lo contrario, vernos fenomenal ante el espejo y sentir que ese día nos podemos comer el mundo. Y reivindico que no se es más o menos superficial por ello. Nuestra forma de vestir habla de nosotras incluso antes de que hayamos dicho la primera palabra.
Raquel lleva ya algunos meses como colaboradora de Yo Soy Mujer. Sus artículos nos han enseñado desde la importancia en la elección de los colores según lo que queramos transmitir, o al más reciente en el que nos orienta sobre cómo vestir para un evento de día ahora que nos encontramos en temporada de bodas y comuniones.
Intentamos cuadrar la cita para esta entrevista. Pero Raquel tiene a alguien a quien quiere mucho que la necesita más que nunca, y que no entiende de agendas: su madre. Ella ocupa ahora gran parte de su tiempo libre, y si no lo tiene hace por buscarlo. A las mujeres siempre nos toca conciliar. Raquel no tiene hijos, pero el tiempo que comparte con su madre, su sonrisa, un beso, aunque no la reconozca, son muy importantes en este momento de su vida. Solo con amor puede combatir lo que el alzheimer le ha quitado, aunque eso suponga ir y venir a Granada en el mismo día.
Es la pequeña de 7 hermanos. Su madre tenía 50 años cuando ella nació. Y no, no fue fruto de ningún tratamiento de fertilidad, sino de un maravilloso descuido que la convirtió de nuevo en madre cuando ya era abuela. Una maternidad que según nos cuenta Raquel durante la entrevista le hizo sentirse joven durante muchos años más.
Iba para psicóloga, pero lo dejó por el camino para formarse en lo que realmente adoraba, la moda. Es diseñadora, aunque hace años que ya no ejerce de ello. Apostó por su sueño y aunque le tocó abrir camino, hoy en día es una de las profesionales más reconocidas de su sector. Os presento a Raquel Alguacil.
Raquel, ¿qué estudiaste?
Comencé a estudiar diseño de Interiores, luego empecé Psicología. Cuando ya llevaba la mitad del ciclo, como siempre mi pasión ha sido la moda, decidí que ya era hora de coger el toro por los cuernos y que yo lo que realmente quería era estudiar diseño. Busqué una de las escuelas más prestigiosas de España, pensando en que no tuviese problema a la hora de encontrar el primer trabajo. En Barcelona hay mucha industria textil por eso decidí irme allí. Estuve en Barcelona cuatro años, trabajando desde el principio en fábricas de confección, como responsable de diseñadoras. Fue una temporada muy enriquecedora. Luego tuve la suerte de que un representante de tejidos me dijo que había un puesto en Málaga, en una fábrica que estaban buscando una diseñadora. No conocía a nadie aquí pero al menos estaba más cerca de Granada, así que me vine.
¿Dónde te viniste a trabajar?
Pues me vine a Biciclo, ya no existe, era Aerostato. Luego estuve en una cadena de tiendas que se llama Hilos. Pero cuando la gente se fue a fabricar a China todos aquellos talleres fueron desapareciendo.
¿Qué tipo de ropa diseñabas?
Para señora. Yo estaba especializada en género de punto. Es lo que había hecho también en Mataró.
¿Y cómo es lo de diseñar para una compañía, o sea, que supongo que te pondrían unos límites, unas directrices?
Bueno, lo primero que hacía era viajar. Viajaba mucho con el gerente de la empresa y con los comerciales. Viajábamos a Londres, a París, a Italia iba muchísimo, a Bolonia, a Milán, íbamos para ver las tendencias. Después en la empresa desarrollaba la colección con dibujos, seleccionaba los tejidos, se lo presentaba al gerente y cuando lo aprobaban me ponía en contacto con la patronista. Una vez que ya teníamos el muestrario, se lo probábamos a modelos, llamábamos a los comerciales y les presentábamos la colección y entonces ya pasaban a venderlo por los distintos puntos en España. Ese era el proceso en las empresas que trabajé aquí y en Barcelona.
Pero decías que aquella época se acabó cuando la gente empezó a llevarse la producción a oriente…
Ya te digo, los talleres fueron cerrando. Una de mis funciones era visitar los talleres donde se confeccionaba; había en Alhaurín de la Torre, en Villanueva del Trabuco, en Loja, en un pueblo de Jaén… Supervisaba los talleres, comprobaba cómo estaban realizando la producción. Pero esos talleres fueron desapareciendo, porque ya la confección se hacía en Marruecos o en China. Veía que ahí ya tenía poco futuro.
Como siempre he tenido el gusanillo de ser empresaria, realicé un master de dirección de empresas y empecé a hacer mis primeros trajes de fiesta. Las clientas me decían que les ayudase a elegir los complementos, a elegir el peinado y hasta el maquillaje. Entonces me di cuenta que existía esa necesidad. Y sobre todo, que la mayoría de las mujeres pues no tienen tiempo para buscarlo. Me formé en un Ciclo Superior Formativo de Asesoría de Imagen.
Que en aquella época sería lo más desconocido del mundo…
Yo fui de las primeras de España. Estamos hablando del año 2000. Era una tema muy desconocido. De hecho, a los profesores yo les daba el temario y les decía lo que es el estilismo. Actualmente sigo teniendo muy buena relación con ellos y de vez en cuando voy allí e imparto charlas. En ese momento creé la empresa.
¿Cómo empezaste con algo que era tan desconocido?
Creía que al ser una profesión desconocida lo importante era darle un carácter de profesionalidad. Pensé que lo más importante era primero tener una oficina física en un sitio céntrico y abrí en el número 5 de calle Larios, en la cuarta planta . En aquella época que no había casi páginas web, hice una en Flash, que me costó una pasta impresionante, me acuerdo perfectamente. Contraté una agencia de publicidad y comunicación, elegí la imagen corporativa, la papelería, empecé como si fuese ya algo consolidado. Recuerdo que el primer día que entré en la oficina me dije: «Bueno, muy bien, ya lo tengo ya todo comprado, todo está listo y ¿ahora qué?”
¿Y ahora qué? ¿Qué hiciste?
Mandar una nota de prensa a los medios de comunicación. Se la mandé al Diario Sur creo que a las 19:30 horas a y a las 20 me llamaron por teléfono: «Oye mira que acabamos de recibir esta nota de prensa, que te queremos hacer una entrevista”. Me dedicaron dos páginas enteras en las que le hacía una especie de cambio de imagen a la periodista que me hizo la entrevista. Y a partir de ahí, me empezaron a llamar de otros medios de comunicación. De esa forma fui dando a conocer que esto existía, y que era una profesión. Pero al principio fue muy duro, claro.
¿Cuándo empiezas a tener tus primeras clientas?
Más o menos al mes. Al principio tuve suerte, entre comillas, porque tuve bastantes constructores, empresarios constructores sobre todo hombres. Estábamos en el boom de la construcción.
Luego apareció la crisis y estos clientes desaparecieron. Desde el principio conseguí tener una estabilidad y aunque con la crisis todo bajó, ahora mirando con perspectiva es cuando he vivido mi mejor época. Trabajaba mucho. A lo mejor tenía menos clientes particulares pero me contrataron en Muelle Uno y en el Centro Comercial Miramar. También impartía curso en la Cámara de Comercio. Tenía clientes que veían que su negocio iba a menos y se daban cuenta de que fallaban en la imagen personal. La verdad es que me ha ido muy bien, quizás también porque estaba sola, no tenía competencia.
Las personas que se han formado en los cursos que has ofrecido durante estos años, ¿se han dedicado a la asesoría de imagen?
Pues hay de todo, la verdad. Hay diseñadoras de complementos, otras tienen taller de vestidos de gitana, Lourdes y Verónica, a las que tú entrevistaste, montaron su propia firma. También hay mucha gente que se dedica a cosas muy distintas y que hacen el curso, gente que trabaja en el ayuntamiento o profesoras de literatura que lo usan para tener una tarde a la semana para ellas, desconectar de su trabajo y conocer gente nueva. Han sido casi 100 personas las que han pasado por los cursos.
Cuando montas la empresa no hay redes sociales ¿Crees que te costó más que lo que les está costando a las que están empezando ahora?
A mi me costó mucho más, primero porque no teníamos la facilidad de las redes sociales, ayudan muchísimo y yo eso no lo tuve. Pero quizás la mayor dificultad fue que no se conocía esta profesión. No sabían ni que existía. Cuando contaba a qué me dedicaba la gente alucinaba. Tuve que hacer mucha labor comercial, primero para hacer ver que existía esta profesión y luego para crear la necesidad. Eso por ejemplo, las de ahora ya lo tienen hecho, ese camino ya está recorrido.
Y a las primeras personas a las que les pedías dinero por ir de compras con ellas, por asesorarlas, ¿Estaban dispuestas a pagarlo?
Tuve que evangelizar mucho. Pero ahora la persona que da el paso es porque ya se ha informado y sabe que tú tienes un precio.
¿Cómo es el perfil de la mujer que busca tus servicios?
Pues sobre todo una mujer de una media de 40 años, madre, que suele tener dos hijos. No tienen tiempo para nada, el hijo pequeño a lo mejor tiene tres o cuatro años y entonces sumando los dos embarazos, lleva a lo mejor como 5 años que no se ha dedicado a ella. Cuando empieza a respirar ve que va siendo hora de dedicarse un poco a ella.
¿Y los hombres?
Incluso los maridos son los que muchas veces me llaman para motivar a su mujer. La mayoría de las veces se trata de motivar a esa persona y subirle la autoestima.
Raquel, ¿se dejan hacer?
Sí. A lo mejor, al principio, cuando le haces una propuesta, puede ser que no les encaje porque piensan que tal o cual color no va con ellas. Pero en el momento en el que se lo demuestras y le ofreces las distintas herramientas, y sobre todo cuando se lo prueban salen de dudas y se dan cuenta de que llevas razón.
Ahora sí hay redes sociales y por ejemplo está muy en auge Instagram. Hay muchísimas influencers, mujeres que se vistan como se vistan, aunque vayan en pijama, nos muestran lo ideales que van según ellas, me da la sensación de que tú no has querido entrar en ese juego.
No. Me considero más asesora de imagen que a lo mejor Personal shopper. Los clientes confían en mi por mi profesionalidad y mi forma de hacer las cosas. Con mi web o con la manera de comunicarme en las redes sociales es lo que quiero transmitir, profesionalidad y discreción.
Además, es que lo veo como cosas diferentes.. Una cosa es ser blogger y enseñar lo que tú haces, tu ropa o lo que te pones, pero es que la verdad es que yo no soy blogger, soy muy discreta. Cuento una décima parte de todo lo que hago, va en mi forma de ser. En esta profesión también creo que es muy importante ser discreto porque a los clientes les cuesta dar el paso.
¿No se te ponen los pelos de punta muchas veces cuando en Instagram ves gente como va vestida y que se auto-proclaman personas con estilo o con clase y no tienen ni una cosa ni la otra?
Sí, pero por supuesto que lo respeto. Sobre mi gusto igualmente habrá gente a la que le encanto y habrá otra gente que no les gusto nada, es que para gustos los colores. Me parece muy bien que cada uno haga lo que quiera sin meterse en el terreno de los demás. Yo es que actúo así. Tengo muy claro cuál es mi objetivo, a dónde quiero llegar y mi camino. Soy una hormiguita. Fíjate que llevo doce años, y a lo mejor hay gente que lleva mucho menos y hace mucho más ruido, pero soy más de dar un pasito, pero firme y seguro. Y poco a poco.
¿Te ha quedado la cuenta pendiente de haber abierto por ejemplo, un atelier como diseñadora?
No, porque, lo de diseñadora es muy bonito, pero realmente cuando trabajas en esto te das cuenta de que pueden surgir tantos problemas que no dependen de ti… Ahora mismo mi profesión depende de mí, de lo que yo haga. Pero cuando eres diseñadora dependes del fabricante de los tejidos, de la producción de los tejidos, de que si ahora resulta que un metro la tintada del color es diferente, dependes de las mujeres que cosen… No es nada fácil, tienen muchísimo mérito.
Me decía Mario Camino de Montesco en una entrevista que publicamos recientemente que realmente no hay nada nuevo en moda, que desde el año 2000 lo que se ha hecho es continuamente una vuelta atrás. ¿Qué crees tú? ¿ Es falta de creatividad?
Bueno, es que en cuanto a patronaje ya está todo inventado. A principios del siglo XX se empezó a descubrir las distintas formas, cortes, mangas, escotes y claro, es que ya no se puede inventar nada más ¿Dónde sí se puede jugar? Pues en las mezclas, en la innovación, en los tejidos. Por ejemplo, el año que viene se va a llevar mucho un tejido como si fuera transparente de PVC. Por ahí va la innovación, en los tejidos y sobre todo en cómo mezclar las cosas. Antes era todo como muy enconjuntado y ahora es cuantas más mezclas hagas de texturas, de colores o de estampados, mucho mejor.
¿Y no va eso en contra de la elegancia?
Lo que entendemos como la elegancia clásica sí, pero ahí está la cuestión, en la interpretación que haga cada uno de las tendencias. O sea, las bloggeras normalmente: «Se lleva esto» y se lo ponen tal cual. Pero a lo mejor lo que hay que hacer es coger un toque de esa tendencia, no llevarlo todo a su máxima expresión, sino el saber escoger lo que a ti te va quedar bien. La pieza adecuada según tu estilo personal.
¿Hay cosas que ha impuesto la moda y que no te lo pondrías en la vida ni tú ni ninguna de las clientes?
Así lo primero que se me ocurre ahora mismo son los shorts, estos que llevan las jovencitas que van con el culo al aire. Un bañador tapa más. Me parece algo muy ordinario. Yo no entiendo como las madres pueden dejarles salir así.
¿Tú no has sido madre, no?
Estoy casada pero no soy madre, no.
¿Y echas de menos haber sido madre o fue una decisión personal?
No la echo de menos. Fue una decisión que tomamos, decidimos tener otro planteamiento de vida, y así ha sido. La verdad es que estoy muy contenta.
Como sabrás ahora hay un movimiento que reivindica la no- maternidad. Pero es reciente. ¿Te han respetado por tomar esa decisión?
Cuando me casé, al año siguiente, ya estaba todo el mundo preguntándome que cuando me iba a quedar embarazada. Llegó un momento en el que me agobiaron bastante. Les pedía por favor que me respetasen como yo les había respetado siempre. Llegó un momento que se cansaron y ya no me decían nada.
Viniendo de una familia de siete hermanos, ¿ha sido determinante eso de alguna forma para tomar esa decisión?
Bueno, no fue algo tan premeditado. No es que yo dijese que no quería ser madre, pero tampoco veía el momento de planteármelo. Me casé con 33 años y estaba muy feliz, muy a gusto con lo que estaba haciendo. Tampoco tenía familia en Málaga, estaba empezando con el negocio, estaba totalmente inmersa en mi trabajo, tenía otras prioridades. Y lo vas apartando hasta que llega un momento en el que con la edad te das cuenta que ya está apartado del todo, y además es que tampoco era algo que me llamase. Si hubiese querido ya sabemos que últimamente hay muchas personas que con cuarenta y tantos años recurren a otras opciones. Pero en mi caso dejé que la vida fuera decidiendo.
Ahora que hablas de embarazos de mujeres de 40 e incluso bastante más mayores, tu madre te tuvo con 50. ¿Cómo es la experiencia de tener una madre mayor?
Es complicado aunque en mi caso con mi madre no he tenido ningún problema porque al tenerme a mí siempre estaba a la última. No le extrañaba nada de lo que yo le proponía. Pero es verdad que a mi padre sí. Mi padre por ejemplo, cuando mis amigas tenían que estar en casa a las 11 pues mi padre me decía que estuviera a las 9, porque mis hermanas mayores habían tenido que estar a las 9. Pero los tiempos habían cambiado.
¿Han sido un poco abuelos más que padres?
Por parte de mi madre no, en absoluto. Yo no he sentido que tenía una madre mayor. Y luego con respecto a ellos, creo que fuí una bendición porque me convertí en su motivación. Cuando ya los demás hijos están casados y tenían hijos pues era como tener una nieta que vive contigo pero que además es tu hija. Eso hace que te vistas más joven, que te arregles más, que estés más puesta en las cosas actuales.
O sea, ¿Cuando tú naciste ya tenías sobrinos mayores que tú?
Claro, tenía hermanos casados, con sobrinos. Mi madre y mi hermana estaban embarazadas a la vez. Las dos iban al ginecólogo con su barriguita. De pequeña tenía un poco de lío porque veía que mis sobrinos a mis padres les decían «abuelos», entonces yo también les llamaba así. La verdad es que tengo muy buena experiencia.
Ahora te toca a ti cuidar de ella. Son muchas las mujeres que tienen que enfrentarse a que alguno de sus progenitores tenga alzheimer. ¿Cómo estás viviendo la enfermedad?
Me hubiese encantado saber cuando empezó todo lo que sé ahora, hubiese actuado de otra manera. Eso me provoca malestar, el no haber actuado sabiendo lo que sé ahora. Al principio, es muy doloroso ver cómo tu madre no te reconoce, no sabe quién eres. Es muy duro. El corazón lo tienes roto cada dos por tres. Esa etapa la recuerdo muy triste. Yo oía la palabra Alzheimer y me ponía a llorar, lo pasaba fatal. Ahora como ha pasado más tiempo lo tengo asimilado y me centro en dar las gracias a Dios por tenerla todavía conmigo. Pero antes no entendía por qué le tenía que pasar eso a ella. Le enseñaba fotos para que me dijese quiénes eran. Lo hacíamos todos los que estábamos cerca, y te das cuenta después que esas preguntas no las puedes hacer. Era como estar examinándola y son preguntas a las que no te puede contestar. Eso a ella la hacía sentir mal, le provocaba sufrimiento. He aprendido que en cierto modo tengo que actuar, seguirle la corriente, como si fuese una actriz.
Raquel, supongo que tus clientes deben tener un poder adquisitivo medio-alto, ¿no?
No. También las tengo pero no son la mayoría. La mayoría son de clase media, que tienen un sueldo normal y que tienen esa necesidad y ahorran un poquito.
Tú ten en cuenta que a lo mejor a mí me dan un presupuesto de 400 o 500 euros y con eso tengo que comprar la ropa de la temporada. Incluyendo un fondo básico, complementos y todo lo necesario. Para eso es muy importante saber comprar.
O sea, ¿qué al final se ahorra?
Claro, piensa además que las personas de poder adquisitivo alto normalmente pueden ir a otro tipo de tiendas, a marcas donde cuentan con personal formado que te asesora. Pero una persona que a lo mejor tiene un presupuesto muy reducido para compras, contratando mis servicios lo optimiza lo máximo posible.
¿Siempre va contigo la clienta o hay veces que te lo encargan y lo compras tú?
Normalmente me acompaña. Hay ocasiones en la que ya son clientes fidelizadas, que las conozco muy bien, y a lo mejor sí que lo dejan todo en mis manos, pero son las menos, normalmente me acompañan.
Hay un servicio que ofreces del que me has hablado alguna vez que me encanta. El de la limpieza de armario. Con eso he de reconocer que soy un desastre. Guardo ropa de hace mil años por si acaso…Cuéntame exactamente en qué consiste.
Me he dado cuenta de que quizás esa es la base de un buen estilismo, el tener el armario organizado. ¿Por qué? Pues, porque es imposible que rentabilices tus compras y tengas un estilo propio si no tienes el armario organizado.
Lo primero que se hace es que se quitan las prendas que no favorecen, se dejan las que sí. Dentro de las que sí, se colocan de una forma determinada para facilitar el vestir en el día a día, y que por la mañana abras el armario, y que casi con los ojos cerrados elijas qué te quieres poner, qué tienes que transmitir ese día según la agenda que tengas. Abres tu armario y como está colgado por prendas y por colores entonces simplemente coges de aquí de la izquierda del armario o de la derecha. Y así de fácil. Se trata de eso, de facilitar el vestir en el día a día. Organizarlo todo de manera que sea todo muy visual y que realmente lo que esté en el armario sea porque te lo vas a poner.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer organizamos un almuerzo a beneficio de la Asociación Altamar. Raquel me dijo que no podía venir pero que ella se ofrecía para darles un taller de asesoramiento de imagen a las madres que participan en las actividades de la asociación. Y así lo hizo a las pocas semanas.
¿Cómo fue la experiencia en Altamar?
Pues, encantadísima. Ahora estoy más atada, pero en el momento que tenga un poco más de tiempo voy a ayudar todo lo que pueda. Me gustó muchísimo porque, es como me decía Peque, llama la atención que esas personas, teniendo los problemas que tienen, transmitan tanta alegría. Estás con ellas y parece que no tienen problemas, parecen súper felices. Y, luego, hay otras personas, que no tiene ni una mínima parte de problemas comparado con ellas y están todo el día quejándose. Ellas que tienen problemas de verdad están con una sonrisa de oreja a oreja. Para mí se lo merecen todo.
Imagen archivo Facebook Raquel
Lo que hiciste con ellas fue intentar que a través de mejorar su imagen ganasen confianza en ellas mismas, ¿verdad?
Fue muy motivador y enriquecedor porque entendían todo perfectamente y a la primera. Ya hemos quedado que la próxima vez que vaya se van a llevar su maquillaje y sus cremas, y vamos a ver lo que les favorece y lo que no. El caso es ayudarles en todo lo que pueda con respecto a la imagen, que se sientan mejor y intentar hacerlas más felices.
Raquel, ¿has tenido casos de mujeres que al verse mejor con su imagen cambian su vida?
Sí. Muchas. No te quiero hablar de casos concretos, pero de llamarme una clienta para darme las gracias y decirme lo que ha mejorado su vida desde que ella se siente mejor con su aspecto. No es solamente por cambiarle estéticamente, la imagen externa, sino porque les ayudas a tener más seguridad en sí mismas, en tener confianza. Hay mucha gente que necesita ser escuchada, que necesita la aprobación de otra persona para reafirmarse. Alguien que la motive, que le ayude a ganar en seguridad en sí misma. Se lo notan en el trabajo, en casa y en todas las facetas de su vida.
Esta profesión es más difícil de lo que parece porque no es simplemente el buscarle un estilismo y ya está, sino que hay una serie de cosas detrás que quizás no se ven, y que seguramente no se reflejan en las redes sociales y que son la cercanía y la humanidad. Yo soy una persona que me considero demasiado sensible y empatizo mucho con la persona con la que esté. De hecho, cuando empecé a estudiar psicología, lo hacía porque creía que era una profesión en la que podía intentar ayudar a las personas, pero me di cuenta de que yo no iba a poder desconectar, que eso no iba a ser bueno para mí. Ese fue otro de los motivos por los que di el paso a diseño de moda.
Y ahora, ¿qué proyectos tienes?
Mi trabajo me gusta mucho, así que espero al menos seguir como estoy. También voy a realizar un curso presencial en el Corte Inglés de Marbella y otro en el Museo Automovilístico de la Moda. Tengo un proyecto muy interesante que quiero poner en marcha, pero es que no lo puedo contar.
Nos quedamos con la incógnita por el momento. Sea lo que sea le deseo todo el éxito del mundo. Ha sido un placer compartir este encuentro con ella y descubrir que tras una imagen impecable hay una cabeza muy bien decorada.
Fotografía: Lorenzo Carnero
Agradecimientos: Mar Segura Shops, La Maison, Óptica Visual y Primor
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.
Muchas gracias Ana, por abrirme tanto el corazón, es preciosa!!!
Gracias a ti Raquel. Siempre.