Detrás de las cámaras. Así se desarrolla la actividad profesional como productora de Marian Matachana. Una labor que el gran público no ve pero que es imprescindible para que una película llegue a la gran pantalla. Hace 6 años se apagaron las luces de la sala, se encendió el proyector y la magia del cine inundó su vida atrapándola para siempre.
Poco tiene que ver lo que hace ahora con su vida anterior. Es licenciada en Psicología y Derecho y funcionaria de educación. Cambió las aulas del instituto por los platós de cine y las localizaciones sin buscarlo ni esperarlo. Pero aquel cambio la hizo más feliz.
En la vida de Marian hay un punto de inflexión en el que confluyen su divorcio y el fallecimiento de su madre que la hacen dejar su Ponferrada natal en busca de una nueva vida, de un lugar donde recomponerse y volver a caminar sobre un suelo nuevo que la ha llevado a desfilar por las alfombras rojas tan importantes como la de los festivales de Cannes, Venecia, Toronto o más recientemente, el de Málaga, del que ha sido jurado.
Y cambió de ciudad sin ser consciente de que cambiaría por completo lo que había vivido hasta entonces. Comenzó su carrera en el cine por casualidad, con una agencia de representación de actores y artistas que montó a petición de unas amigas. Madre de un hijo, que también se dedica al cine, reencontró el amor verdadero en su momento más frío y paradójicamente fue en la nieve. Junto a él, su marido, su compañero de viaje, vive un amor de película alejado de los focos. Tras el éxito mundial de ‘Sonata para Violonchelo’, está inmersa en dos nuevos proyectos de los que no puede dar muchos detalles.
Recientemente se ha lanzado a abrir una productora en Andalucía «Matachana Films” con la que espera atraer grabaciones a su comunidad de adopción, en la que se siente en casa y en la que quiere pasar más tiempo.
Quedamos en Marbella a tomar café. Las fotos las hemos hecho ya en el transcurso del Festival de Cine. Muchas veces entrevistar a alguien que conozco es un reto mayor que a una total desconocida. Con Marian llevo años coincidiendo en la vida social de Marbella. Eso sí, cuando no está su marido, porque cuando está, Marian desaparece para disfrutar de él. Y sí, la conocía, pero sabía muy poco de ella. Es algo que compruebo al terminar esta entrevista. Os presento a Marian Marchana, productora de cine.
Marian, ¿Cómo era tu vida hasta que llegas a Marbella?
Nací en Ponferrada, León y he vivido en muchos sitios pero me vine con mi hijo cuando él tenía doce años. A partir de ese momento he vivido entre Marbella y Cataluña.
Realmente hice psicología, la especialidad de clínica y trabajé en eso durante un tiempo, luego, aunque hice de Derecho, me decanté por la enseñanza. Estuve de orientadora de instituto mucho tiempo.
Dejé la enseñanza por un tema de salud. Cuando conocí a mi marido montamos un hotel en los Pirineos, estuve viajando mucho tiempo con él. Y en el mundo del show business entré de pura casualidad. Una amiga mía, Mapi Galán, venía de Los Ángeles y quería reactivar su carrera en España, y otra amiga que venía de Nueva York, Athenea Mata, me pidieron que fuese su agente. En aquel momento pensé: «¿y eso cómo se hace”?
Y, ¿cómo se hace?
Con ayuda de otros agentes más posicionados. Empecé a llevar y gestionar una cartera de actores. Es una profesión bastante complicada, pero me permitió conocer el cine por dentro.
Siempre había sido una cinéfila empedernida, siempre había asistido a festivales como aficionada, y a partir de llevar la cartera de actores empecé a conocer a mucha gente, entre ellos productores y directores de cine. En Canarias coincidí con la directora de cine Anna María Bofarull que estaba en ese momento con proyectos muy interesantes. Concretamente estaba haciendo un documental sobre los años que Ava Gardner estuvo en España y que más tarde firmó como directora. Me asocié con ella, su productora que ya existía se llamaba KaBoGa Films, y a partir de ahí empezamos a trabajar juntas.
Marian Matachana y Ana María Bofarull
Hubo un momento en el que hicimos una apuesta muy grande, mayor de todo lo que habíamos hecho antes, por una película llamada «Sonata para violonchelo”. Al principio no éramos capaces de levantar el proyecto, menos entre dos mujeres. Íbamos a pedir financiación, y nos decían: «¿Dónde está el productor?”. Y les decíamos: «La productora soy yo, María Matachana, y la directora es ella, Anna María Bofarull» Fue muy difícil pero lo conseguimos. Es una película de una violonchelista que enferma de fibromialgia y hemos tenido muchísimo éxito a nivel internacional. Se ha vendido muy bien a todo el mundo. Se ha paseado por muchísimos festivales a nivel internacional, he viajado con ella por más de veinte países, y sigue viéndose, en Estados Unidos está muy bien posicionada. Tenemos un agente de ventas internacional en Argentina, Pascual Condito, que es el que distribuyó Nueve Reinas, El Hijo de la Novia y otras películas míticas.
¿Con qué proyecto estáis ahora?
Estamos terminando la postproducción de ‘Barcelona 1714’, una película romántica que está ambientada en la Barcelona de esa época y además estamos con otros dos proyectos bastante grandes. No puedo hablar de ellos porque hay contratos de confidencialidad entre las partes que estamos ahí. Sí te puedo avanzar que son muy diferentes, uno es cine un poco de aventuras y el otro es más de ciencia ficción. Yo soy la productora principal en los dos. Uno queremos empezar a rodarlo a principios del año que viene, y el siguiente como muy tarde a finales de 2018.
Volvamos a la etapa anterior a tu llegada al mundo del cine. ¿Cómo llegas de Ponferrada a Marbella?
Como te he dicho me dedicaba a la docencia, pero cuando tienes un problema de salud te replanteas muchas cosas. Mira lo que le ha pasado a Antonio Banderas ahora. Cuando enfermé quería estar más tranquila, pasar más tiempo con mi hijo. Fue un momento muy duro en mi vida, porque murió mi madre y yo me estaba separando. Fue todo a la vez. La muerte de mi madre fue una cosa muy agónica, fueron seis meses, que coincidieron con la separación del padre de mi hijo que fue muy conflictiva. Fue entonces cuando me vine a Marbella. Trabajé en el Instituto Sierra Blanca y ahí fue cuando enfermé. Creo que me puse enferma a consecuencia de todo lo que había pasado anteriormente.
¿Huyendo un poco de todo, queriendo cambiar de vida…?
Queriendo cambiar absolutamente de vida. Llegue y la verdad se me abrió un mundo absolutamente nuevo. Es más, a los pocos meses nos fuimos a esquiar y conocimos al que es ahora mi marido, Ignacio, y nos cambió la vida absolutamente para bien.
¿Qué te encuentras en Marbella? Porque deben ser ambientes muy distintos Ponferrada y Marbella.
Tenía el número 3 de mis oposiciones en la enseñanza de toda España con lo cual, a la hora de elegir destino tenía un abanico de posibilidades por encima de todo mundo. Busqué un lugar en el mundo donde mi hijo pudiera ser feliz, dónde hubiera luz, dónde hubiera sol. Había estado aquí de pequeña con mi padre y creo que no me equivoqué, él ha sido muy feliz aquí. Se adaptó perfectamente. Enseguida hizo amigos y yo conocí a mi marido.
Marbella es como el paraíso. Mucha gente de la profesión, actores, productores y directores me dicen: «¿Cómo es que vives en Marbella?» Y yo, cada vez que les hablo de Marbella, hablo con tanta pasión, con tanto amor de esta tierra, que es que les entran a todos ganas de venirse para acá a vivir.
¿Cómo conociste a tu marido?
Nos conocimos esquiando, él se convirtió en mi monitor. Siempre dice que se enamoró de mi desde el primer momento. Hay un componente de admiración muy grande entre los dos. Él ha sido una persona que ha vivido mucho, y creo que aparecí en el momento oportuno de su vida, en el que quería asentarse. Después de haber sido un poco «golfo» (se ríe) llegué yo. Yo también era una mujer de mundo, y eso a él le gustó. Nos casamos en tres meses. Fue una boda de altura en el Parque Nacional de Cataluña, digo de altura porque nos casamos a dos mil cuatrocientos metros en el lago de Ratera, fue una boda muy bonita. Desde el primer momento conectamos muy bien, porque aparte de querernos, de estar enamorados, de seguir enamorados después de casi veinte años, tenemos ese componente de admiración mutua y sobre todo de comprensión. Nos comprendemos muy bien y nos apoyamos absolutamente en todo. Tienes que ser compañero de vida, tienes que ser amigo para que las relaciones de alguna manera sobrevivan.
Mi marido es un empresario Catalán, con negocios de discotecas, y cuando lo conocí tenía el proyecto de iniciar un negocio de hotelería, de montar un hotel en una zona del Pirineo que tiene muchísimo turismo, Espot. Es el pueblo que abre el parque nacional de Cataluña. Yo aún estaba recuperándome pero le ayudé desde el inicio. Montar un hotel no es ninguna tontería.
Es realmente tu primer contacto con el mundo de la empresa, ¿no?
Sí. Me dediqué a hacer todo el tema de la decoración del hotel. Viajamos a Asia, estuvimos en Bali y en más sitios. Fletamos un contenedor y nos trajimos todo a Cataluña. El hotel se llama ‘Els Encantats‘. Desde entonces vivimos entre Cataluña y Marbella. Aunque yo paso más tiempo en Marbella. Este clima me va muchísimo mejor que aquel.
¿Cómo lo hacéis el tiempo que él vive en Cataluña y tú aquí?
Vamos y venimos. Es algo muy sencillo porque, como te decía, tengo un compañero de vida que entiende perfectamente lo que yo hago, no solamente lo entiende, sino que me apoya absolutamente, él es el mayor apoyo que tengo. No he tenido ningún problema, al contrario, todo el mundo de esta profesión me dice la suerte que tengo porque ha sabido respetar mi espacio, y además ha visto que con lo que hago soy feliz. No sólo por el tiempo que paso en Marbella, sino por mis viajes. Él también trabaja mucho porque el hotel está a 15 minutos de Baqueira-Beret por lo que en invierno hay mucha gente y cuando empieza el buen tiempo se llena de turismo que va al parque natural.
¿Marian has vuelto a Ponferrada?
Sí, vuelvo. Mi padre murió hace tres años y la verdad fue un poco tremendo porque murió mi padre y murieron mis dos primas con las que yo tenía una relación casi de hermanas, pero sigo teniendo ahí mis raíces. Cuando estrenaron allí mi película me trataron como una reina. Tengo allí mi casa.
¿Cómo es tu etapa como representante de artistas?
La actriz Mapi Galán es amiga mía y acababa de llegar de Los Ángeles. Estábamos en un festival en Isla Antilla que le daban un premio a un amigo nuestro que es director. También estaba Athenea Mata. Entonces las dos pensaron que como yo conocía a mucha gente podía ser quien las representara. Yo conocía a gente del mundo del cine porque me había movido en esos ambientes en Madrid, pero no es que conociese el negocio en ese momento.
Aún así monté la agencia de representación. Lo que hice fue recabar información de otros representantes que me ayudaron. Es cuestión de ver que proyectos están en cartera, qué series, qué películas e intentar, en la medida de lo posible, ver si algún papel puede cuadrar a alguno de tus actores o actrices. Es difícil porque hay una competencia feroz y cada vez más. No es que yo fuera una representante de primer nivel, pero intenté por todos los medios siempre conseguir cosas para ellos. Me sirvió para conocer ese mundo y ver lo que había al otro lado y eso, sinceramente, me gustó mucho. Ver cómo la gente era capaz de levantar un proyecto, de levantar una película, con lo complicado que es y realmente ahí sí que creo que soy más conseguidora.
Encontraste tu sitio…
Sí, he encontrado mi sitio porque es realmente donde yo puedo dar más de mí dentro del mundo audiovisual.
Marian con Paula Ortíz en los Goya 2016. Archivo personal
¿Es compatible tu trabajo con vivir en Marbella o Cataluña?
Ahora voy mucho a Madrid. Cuando hicimos ‘Sonata’ estuve mucho en Cataluña, porque la hicimos allí. Pero realmente yo he querido seguir viviendo aquí, porque sigo necesitando este sol, sigo necesitando este clima que a mí me hace feliz. Creo que no lo cambiaría. Tengo planes de hacer cosas en Los Ángeles, por ejemplo, pero no voy a cambiar Los Ángeles por Marbella, iré, estaré, vendré… Ahora comienzo con las localizaciones de uno de mis proyectos en Valencia, pero evidentemente quiero tener aquí mi centro de operaciones. Por eso he montado ‘Matachana Films’ para intentar atraer las producciones a Andalucía.
Marian, ni pensar que podrías estar trabajando en un instituto…Son dos mundos muy distintos.
La vida me dio un giro absoluto cuando me metí en este mundo. Al principio me daba pavor porque es un mundo desconocido, pero realmente me ha venido muy bien.
Yo venía de un mundo de intelectuales, mi padre es un intelectual, era un hombre con una cultura impresionante, yo había hecho Derecho por él, había hecho Psicología, había hecho la especialidad de psicología clínica, empecé a estudiar miles de cosas, parecía que en mi familia todo lo que tenía que ver con lo intelectual o con tener carreras universitarias era lo más importante. Pero luego resulta que lo que me ha tirado fuerte ha sido esto. A lo mejor todo lo que estudié me ha valido o me esté valiendo para el trabajo que estoy desarrollando, creo que sí. En mi casa siempre hubo mucha cultura cinematográfica, mi padre cuando era joven hacía carteles para los cines de allí, de Ponferrada para así poder ir gratis al cine, con lo cual en nuestra casa siempre ha habido una cultura cinematográfica importante, eso también te influye.
Muchas veces tenemos la idea de que detrás del mundo del cine, de los artistas y famosos hay un submundo de fiestas de drogas y alcohol. ¿Qué tipo de personas te has encontrado? ¿O es como en todas partes?
Hay de todo como en todas partes, el que se quiere drogar se droga, el que quiere beber, bebe, y hay muchísima gente que no bebe ni una copa. Te encuentras muchísimos actores que realmente son gente súper sana, y luego hay de todo. Va en cada uno realmente. No es que las fiestas que se dan para la gente del cine sean antros de perdición ni nada por el estilo, porque te encuentras gente súper normal.
Has tenido la oportunidad de estar recientemente en el Festival de Málaga, pero también de participar en otro festivales internacionales. ¿Es muy diferente la experiencia cuando hablamos del cine en otros países?
He tenido la gran suerte de asistir no solamente a festivales en España, sino a festivales internacionales. Desde hace unos años siempre voy al festival de Cannes. El festival de Cannes es un festival con un mercado de cine importante, donde hay grandes estrellas, donde el glamour es lo máximo y donde se cierran muchísimos negocios de cine y donde además tienes la oportunidad de conocer a gente muy interesante.
Yo por ejemplo en las fiestas de Pedro Almodóvar, que siempre he asistido, pues he conocido a cineastas como Jim Jarmusch, a gente como Faye Dunaway, como Jane Fonda, y te podría decir mucha más gente. En las fiestas de Cannes por ejemplo puedes coincidir con Vincent Lindon. Es trabajo pero también tiene su parte bonita porque conocer a Jacqueline Bisset, como la conocí y charlar con una mujer como ella, que siempre me había parecido una actriz maravillosa, y te das cuenta que son personas igual que tú y que yo. Mira que el de Venecia me parece un festival maravilloso, pero hay un festival entre todos ellos, que es el de Toronto que me gusta por encima de todos.
Es un festival de lo más democrático. Ahí te puedes encontrar a Matt Damon sentado a tu lado viendo la película de ‘Manchester by the Sea’ y que te esté comentando que ese papel lo iba a hacer él, pero que como le coincidía con otro rodaje se lo dio a su queridísimo amigo Casey Affleck. Casey Affleck ha ganado un Oscar con ese papel, y claro, estás en Toronto, que no es el glamour de Cannes, ni mucho menos, pero es un festival donde se ve todo lo que va a ir luego a los Oscar. Por ejemplo: ‘Lalala’, no la iba a ir a ver, porque a mí los musicales no es que me gusten mucho. Pero en Toronto todo el mundo me decía que iba a ir a los Óscar, y la vi y me encantó.
En los festivales también te encuentras mucha gente, te relacionas con mucha gente a nivel internacional, y eso también te abre mucho campo a la hora de tú ir a hacer alguna producción.
¿Hablas inglés?
Sí. Es que si no, imagínate… Tampoco es que sea bilingüe pero me defiendo y sobretodo tengo un buen listening, porque claro, las películas las ves todas en inglés.
¿Hay alguien dentro del mundo del cine que en algún momento pensaste que sería de una forma y ha sido de otra y te haya defraudado?
Pues la verdad es que no. No he tenido demasiadas expectativas con la gente y quizás por eso siempre he tenido buena relación con todo el mundo.
¿Te ha servido haber estudiado psicología para tratar con los actores?
Yo creo que mucho, siempre lo digo, porque los actores son en algunos casos muy inseguros. Mucha gente piensa que tienen el ego muy alto, y claro que hay alguno, pero cuando más grandes son más sencillos son también.
Pero sobre todo, como te decía, por las inseguridades que ellos acarrean con ellos mismos, porque por lo general, no todos, pero te encuentras con gente muy insegura. Además también por mi forma de ser que soy cercana y bastante extrovertida, aunque me gusta ser muy prudente. O sea, estar ahí acompañando, pero sin avasallar y sin ser tú la que destaques, al contrario. Tengo muy buenos amigos actores, y directores también. En el medio creo que tengo buena relación con casi todo el mundo. Y ahora el estar de jurado en el festival de Málaga, me he dado cuenta de que realmente sí tengo además el reconocimiento de mis compañeros.
También lo percibí cuando estuve el Festival de Gijón que fui la presidenta del jurado de mujeres, que me hizo muchísima ilusión. Valorábamos cine solamente hecho por mujeres.
Marian, para el gran público en España los productores sois desconocidos, cosa que no pasa en Estados unidos que la gente los conoce con nombre y apellido.
En España pasa un poco desapercibido. Aquí nos fijamos más en el actor, en el director y sobre todo en los actores protagonistas. Incluso los directores pasan como de tapadillo.
Porque aquí, desgraciadamente para nosotros, no vemos aún el cine como una industria. Y mientras no veamos al cine como una industria, los que nos dedicamos a esto estamos ahí y hacemos todo lo que podemos. Date cuenta que una película si no hay un productor detrás no se hace. Porque un productor está desde el minuto uno en la producción hasta el minuto final. Sin embargo, nadie nos conoce. Pero en el gremio sí nos conocemos.
¿Sois los que mandáis en una película, los que tenéis el poder?
Realmente en una película un productor es importante claro, porque date cuenta lo que te acabo de decir, estamos desde el minuto uno, y somos los que revisamos desde el guión, cuadernos de rodaje, presupuesto, contratación de actores, contratación de equipo técnico, contratación del director… Estás en todo, es que tienes que estar en todo realmente.
¿Notas que te hacen la pelota los actores para que cuentes con ellos?
Bueno, un poquitín a veces. (Se ríe) Ya en serio, más que hacer la pelota, es que la gente se interesa por los proyectos. No, la sensación de que me hagan la pelota no la tengo.
¿Hasta que punto tienes tú poder para decidir un casting?
En ‘Sonata’ el casting lo hice yo. Todos los actores importantes los decidí yo. Luego hay otros proyectos como con los que estoy ahora que no es así. En uno han venido dados los actores, actores muy importantes del cine español, por el momento no puedo contar más. Y en el otro estamos entre el director y yo haciendo el casting. Hay directores de casting en este país muy buenos, pero en principio lo estamos haciendo nosotros.
¿Y cómo es estar en el otro lado? Porque antes tú con la agencia de representación intentabas llegar a personas que estaban donde estás tú ahora.
Pues la verdad es que a veces lo pienso y digo: «Madre mía, cómo cambia la película”. Estar en este lado, hacer una película es muy complicado. Aunque para mí es más gratificante aunque sea mucho más duro ver cómo vas consiguiendo cosas, que la película va cogiendo forma, que poco a poco vas a llegar al rodaje, el momento en que vas a terminarlo, y al momento en que esa película se va a ver en salas, o se va a distribuir por festivales, como pasó con `Sonata’.
Marian Matachana en el Festival de Cannes. Archivo personal.
¿Cuál es la parte más complicada de todo el proceso?
Conseguir la financiación. Evidentemente, sin eso no podrías hacer una película. Pero bueno, complicado es todo. Puedes hacer una película maravillosa, pero si no tienes una distribución, qué más da que la hayas hecho, si no la va a ver nadie.
Marian, ha habido muchísimos años que se ha demonizado un poco el cine español…Nadie reconocía o decía que veía cine español. ¿Crees que ahora mismo ese boom de series españolas por las que las televisiones están apostando está contribuyendo a que la gente se acostumbre a ver cine español?
Hombre, yo creo que eso ha ayudado también. Pero toda la demonización que había era algo injusto, porque se ha hecho siempre buen cine, también se ha hecho mal cine, pero como en cualquier país y en cualquier sitio. De alguna manera las televisiones están contribuyendo también comprando los derechos de antena. Tienes a Televisión Española, a Telecinco, a Antena 3, y a las televisiones autonómicas haciendo esa labor en los últimos años. También ayuda el que muchos de los actores que están en las series, estén también en películas, eso está claro, que se retroalimenta la televisión con el cine y el cine con la televisión. Para un productor es muy importante que una televisión entre en su proyecto, evidentemente.
¿En España hay un desarrollo de guiones en condiciones o nos sigue fallando?
Yo pienso que tenemos muy buenos guionistas. Es más, en Estados Unidos a veces ves muchas producciones que los guiones no valen para nada. Yo creo que aquí hay guionistas importantes. Y algunos se han ido para allá, han probado y les está yendo muy bien.
¿Por qué parece muchas veces que en el sector del cine si no triunfan en Hollywood los actores no son nadie?
Vuelvo a decir lo mismo, es que aquello es una industria. Partimos del hecho de que aquí no hay industria del cine y en Hollywood hay industria. Es que realmente triunfando allí sabes que es la tierra de las oportunidades, y si triunfas allí tienes muchísimas más posibilidades de hacer cine en cualquier otro lado.
¿Cómo es tu vida cuando te metes en la producción de una película? ¿Cómo cambia?
No tengo mucha vida, es mucho el trabajo que tienes detrás y muchas reuniones. Y muchas localizaciones y pensar en actores, cartas de intenciones, ver el equipo técnico, qué gente es la que más te conviene, qué gente puede, qué gente no puede, los plazos, para cuándo es la película, es muy complicado.
¿Cuánto tiempo suele tardar todo el proceso?
Pues depende. Nunca lo sabes, igual tardas cuatro años en levantar un proyecto, como tardas seis, como tardas ocho, o como tardas dos.
Pero te compensa…
Sinceramente a mí me gusta lo que hago, tengo pasión por lo que hago, te compensa si te gusta, y si luego puedes vivir de ello, evidentemente, no es solamente que te guste.
¿Puedes vivir de ello?
Claro, eso tiene que ir una cosa con la otra.
¿Tu hijo también se dedica al cine?
Sí, Eduardo Moyano. Está intentando levantar su primera película además de ser un guionista estupendo. Ha tenido ya casi cuarenta premios con un corto y como él hay guionistas muy buenos en este país que están desaprovechados, porque no tenemos industria realmente.
¿Cuándo decide tu hijo que se quiere dedicar a esto?
Mi hijo es el que se metió desde el principio. Toda la vida ha querido ser cineasta. O sea, realmente yo fui detrás. Siempre lo tuvo claro desde que era pequeño. Es más, al día siguiente de acabar la selectividad rodó su primer corto que se llamaba «Algo salió mal». Luego ha trabajado mucho con Alex de la Iglesia. Le ha hecho los «Making Off», de una serie que se llama: ‘Putón Berbenero’, y ha participado en muchas de sus películas. Tiene bastantes cosas que ofrecer que poco a poco irán saliendo. Me imagino que no tendrá ningún problema.
¿Le ayudan las relaciones de su madre?
Él intenta ir por su camino. A mí no me ha pedido nunca nada. Es una persona bastante independiente y no le gusta que yo me meta en su trabajo.
Marian con su hijo. Archivo personal.
¿Cómo ha sido la experiencia de ser jurado en el festival de Málaga? Porque realmente es un poco tu tierra adoptiva también…
Pues mira, ha sido una experiencia muy dura pero he aprendido mucho también. Muy dura porque hemos sido jurado de cuatro cosas, de las películas más novedosas del festival, que son las películas de ‘Zona Cine’, jurado de los cortos de la sesión oficial, jurados de los ‘cortos Málaga’ y jurados de los cortos de ‘Animacine’. Entonces teníamos mucho, mucho que ver.
¿Cuántas horas de media has estado al día delante de una pantalla?
Pues mucho tiempo, porque eran casi cincuenta cortos, entonces los veías primero en el cine, pero luego los veías en el iPad. Los cortos cada uno es una película. Aunque de un largometraje es mucho más fácil sacar una conclusión porque tienes más datos. Había cosas muy buenas. Por ejemplo en ‘Animacine’, prácticamente casi todo lo que se presentó era de un nivel impresionante, y en la sección oficial, ni te cuento.
Fue muy importante que tuve un compañero fantástico en el jurado, Ralf Junkerjuerguen, que es alemán y que tiene un festival de cortos que se celebra cerca de Múnich. Me ayudó muchísimo a la hora de estructurar mi cabeza para que aunque viera tantas cosas, tuviese un criterio claro de cada una de ellas.
Marian, pero tú ya tenías experiencia como jurado…
Sí, pero no con el volumen que he tenido que valorar en Málaga. He sido jurado en el Festival de Cine Andaluz de Casares dos años seguidos. Fui jurado también en el festival de Gijón, que es un festival de cine internacional. Fui jurado la presidenta del jurado de Cima, de mujeres cineastas y ahí también vimos muchísimas películas hechas por mujeres, películas muy buenas. El nivel era tan alto que no sabíamos ni a quién darle el premio. Fue una experiencia muy enriquecedora porque te das cuenta la cantidad de trabajos que hacen mujeres cineastas y trabajos de una calidad impresionante, me gustó mucho esa experiencia en Gijón.
¿Hay machismo dentro del cine?
No sé si diría machismo. Lo que hay es muchos más papeles para hombre, muchos más directores que directoras, o sea, si hay ochenta por ciento masculino, veinte por ciento femenino y sigue habiendo unas diferencias abismales.
Por ejemplo el otro día me decía Ruth Gabriel, que es una actriz maravillosa, la que hizo ‘Días Contados’, que está en una edad en que ni es mayor para ser la madre de nadie, ni es una jovencita para hacer otros papeles. Hay un momento a partir de los treinta y tantos hasta los cuarenta y tantos que parece que casi no hay papeles femeninos, casi todos los papeles son masculinos. Entonces te da bastante rabia. Hay una batalla que estamos ahora librando desde la Asociación Española de Mujeres Cineastas (CIMA) para conseguir que se vayan equiparando los sueldos y las oportunidades.
Durante el Festival de Cine de Málaga, además de tu trabajo como jurado y de tener esa responsabilidad también te lo habrás pasado bien, ¿no?.
(Bromea) Lo que pasa en el festival se queda en el festival…Claro que sí, siempre te juntas con gente, te ríes, lo pasas bien, y eso es muy bonito.
¿Qué le dirías a tantísima gente que está ahora mismo en las escuelas de arte dramático? Tantísima gente que está estudiando cine, que está estudiando audiovisuales, pensando un poco en el mundo del cine. ¿Les darías algún consejo que a ti te hubiera gustado que diesen?
El primer consejo que les daría es que realmente hicieran un ejercicio de introspección sobre si lo que están haciendo les gusta lo suficiente. Hay que echarle mucha pasión a este mundo porque cuando entras en él hay poca estabilidad. Es duro, lo mismo para un actor, que para un técnico, que para un director, que para un productor, es un mundo muy duro, muy apasionante, si te apasiona probablemente conseguirás tus sueños, pero tienes que tener «piel de chancho” como dicen los uruguayos.
¿Te ves muchos años en esta profesión?
Pienso que sí, que hasta que el cuerpo aguante, por decirlo de alguna manera. Me apasiona lo que estoy haciendo.
Pues que así sea, Marian. Espero que el destino te siga deparando un futuro de cine.
Fotografía: Lorenzo Carnero y Archivo personal de Marian Matachana.
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.