Se presenta en su página web como mujer, madre, emprendedora y apasionada por los sueños con planes en acción. Laura Chica es además coach, formadora, conferenciante, desarrolladora de talento y poeta.
En 3 años ha publicado cuatro libros con distintas temáticas y en su carrera figuran cientos de charlas, conferencias y miles de personas a las que ha abierto una ventana a través de la que mirar con otros ojos. Los suyos desprenden luz, pasión por lo que hace y por su hija. Se mueve como pez en el agua entre directivos, empresarios y estudiantes. Es buena en lo que hace, muy buena, sabe de lo que habla y además le gustan las personas. Quizás esto último es ese valor añadido que les falta a otros. Trasmite. Empatiza. Ella les facilita las herramientas para que avancen, y en ello pone el alma.
Sabe escuchar. Esa habilidad que todos deberíamos tener y que tantas veces nos dejamos en el camino.
Quedamos en el Club de Reserva del Higuerón. Es una mañana de viernes soleada, aunque a la sombra aún hace ese aire fresco que llega del mar. «Ana, llego tarde». Un mensaje de audio de whatsapp. «Sin prisas, Laura». Ya bastante corremos cada día. Hemos quedado a las 9:30. Después de dejar a los niños en el colegio. Ella, a su hija Nora; su motor de cambio y búsqueda constante de la superación desde hace 8 años.
Escucharla hablar es un bálsamo para el alma. Cuesta encender la grabadora y entrar en materia. Me estoy leyendo su último libro «Palabras para encontrarte”. Una bombona de oxígeno para sumergirte en tus propias emociones, vivencias y sentimientos. Duro porque remueve, suave porque cura.
A las que nos gusta escribir admiramos a los que publican. Esos que consiguen dar el paso de que un texto sobrepase las fronteras del ordenador personal y llegue a todo aquel que quiera posar en él su mirada.
Laura, ¿Cómo se hace lo de publicar 4 libros en tres años?
Y tengo dos más en mente, pero me voy a parar un poquito. Están los cuatro libros muy vivos y quiero disfrutarlos.
Escribir es mi pasión, es cuando soy más yo. Cuando doy las formaciones o las conferencias sé que estoy llegando a las personas y que las ayudo, que es mi objetivo. Pero los libros son una herramienta, una forma de comunicación y también una forma de conectarme conmigo misma. Cuando escribo aprendo más de mí que lo puedo enseñar a los demás.
Tú primer libro lleva por título ¿Quién eres tú? ¿Te has hecho muchas veces esa pregunta frente al espejo?
Sí. Mirarse al espejo y preguntarse ¿qué veo? es una de las actividades más difíciles a las que hay que enfrentarse. Porque lo importante es verse pero sin juzgarse. Eso de juzgar y juzgarnos lo hacemos mucho todos. Hay que mirarse al espejo simplemente mirando, quitando esa parte de juicio y aceptando lo que hay, lo que vemos. Es duro, pero hay que hacerlo. Porque eso que ves eres tú. Y nosotros somos nuestros peores enemigos pero también somos nuestros mejores aliados. Es necesario para enfrentarse a los propios miedos.
¿Por qué nos cuesta tanto a las mujeres perdonarnos a nosotras mismas?
Creo que tenemos un nivel de auto exigencia demasiado alto. Una parte nos viene impuesto por la sociedad y nuestra cultura, pero también lo hacemos nosotras que somos capaces de entregar más de lo que tenemos, que somos capaces de priorizar a todo y a todos antes que a nosotras mismas. Perdonamos a todos antes que a nosotras.
Cuando trabajo con personas de manera individual, cuando se trata de mujeres hay muchas diferencias a cuando se trata de hombres. Detrás de nosotras siempre está la culpa. Vivimos arrastrando la culpabilidad. Nos inculcan determinadas creencias que están en nuestro inconsciente, y no lo sabemos, pero están ahí. Y esto determina lo que hacemos, lo que sentimos y lo que pensamos cada una.
«Hay que mirarse al espejo simplemente mirando, quitando esa parte de juicio y aceptando lo que hay, lo que vemos. Es duro, pero hay que hacerlo.”
Dices que en las sesiones individuales hay diferencias entre hombres y mujeres. Cuando haces formación a directivos, habría que mirarlo desde una perspectiva de género. ¿Habría que separarlos de alguna manera?
No. Nos enriquecemos muchísimo. Estoy muy a favor de trabajar la complementariedad de los dos.
No se puede generalizar, pero en la mujer está ese darse demasiado y olvidarse de una misma que después repercute en muchas otras áreas. Lo que hay detrás es la falta de autoamor. Hay una carencia de amarse una misma, de darse importancia, incluso a la hora de optar a promocionar a puestos superiores falta esa autodeterminación de decirse «es que yo me lo merezco”. Analiza la frase; Es que me lo merezco, voy a por ello. Pero la mujer en general antepone otras cosas, incluso no siente que se lo merezca, y los hombres sin embargo ni se lo plantean, van a por ello. Y no es que lo diga yo, es que ahí tenemos los resultados de las estadísticas con los porcentajes de mujeres en puestos de alta dirección. Hay muchos elementos de auto-confianza, auto-conocimiento, auto- aceptación y de percepción de que soy merecedora de ello.
Hablas del tan famoso techo de cristal…
Autoimpuesto. Techo de cristal autoimpuesto.
Laura creo que a las mujeres de nuestra generación nos dijeron que podíamos ser como los hombres; tener una carrera, ser profesionales, pero no nos dijeron que además teníamos que seguir siendo mujeres con lo que conlleva ser madres. No nos recordaron que eso seguía así. ¿Cuál crees que es el mensaje que le tenemos que transmitir a nuestras hijas que el día de mañana serán madres y profesionales?
Qué difícil. Nosotras estamos luchando por compatibilizar la vida personal, profesional, familiar, sin rechazar nada, sin renunciar a nada, pero a veces no se puede, no se puede llegar a todo al cien por cien. ¿Qué mensaje le damos?…
Yo a mi hija siempre le digo que haga lo que quiera, que sea feliz y que sepa que los limites te los pones tú. Yo quiero que ella el día de mañana elija y que se sienta con la capacidad de elegir. Que no se sienta con obligación de nada. La capacidad de elegir da la felicidad. Saber que tú has elegido algo y ser coherente con la elección.
Yo me considero una persona muy feliz. He elegido mi profesión, he elegido ser mamá y he elegido compaginarlo todo. Si lo viera como una imposición seguro que mi percepción de la felicidad disminuiría.
Llevas cientos de conferencias en estos años en todos los puntos del país. Y te voy a hacer una pregunta que posiblemente no le haría a un hombre ¿Cómo te organizas con tu hija?
Es verdad. No se la hacemos a los hombres. ¿Cómo lo hago? Con ayuda. Pero como te decía antes la culpa está ahí. Y tengo que dedicar tiempo a gestionarla. Cuando estoy trabajando fuera y me pierdo, por ejemplo, una actuación del colegio de mi hija claro que tengo que gestionar la culpa. Pero por otro lado pienso que es mi trabajo y aunque no esté en ese momento le dedicó mucho tiempo a ella. La conciliación es intentar equilibrar una cosa con otra. Claro que las personas que tenemos profesiones independientes no tenemos ni horario, ni días, ni fechas, hay que adaptarse a la demanda. A veces nos tenemos que recordar cuál es nuestra prioridad y saber cuál es nuestro eje. Y mi eje se llama Nora. Cuando veo que me estoy alejando demasiado reacciono y vuelvo rápido. Tú misma te das cuenta de que te estas alejando. Pero es verdad que como viajo mucho siempre estoy buscando ese equilibrio.
Siempre creo que cuando hablamos de conciliación no es lo mismo para una mujer que tiene ayuda externa en casa, la que no se lo puede permitir y tira de todo, ni para la que tiene una pareja que colabora o para la que está divorciada. ¿Quién tiene que dar el siguiente paso para que esa conciliación sea más accesible?
El primer paso lo tienes que dar tú. Es verdad que a nivel social hay que tomar medidas porque es una realidad que estamos como estamos. Yo tengo a mi familia, pero hay personas que no tienen en quien apoyarse y desarrollar su carrera profesional. A la costa llegan muchas personas que son de fuera, vienen aquí a trabajar y sin embargo ellas tienen que abandonar su trabajo porque no tienen con quién dejar a los niños. En el caso de mujeres solas como yo, que no tengo pareja, cuento con mi familia. Me siento muy afortunada por el apoyo que recibo por su parte. Gracias a ellos puedo estar ahí, en la carrera…Es un tema muy complicado. La decisión debe estar en una misma y tomarlo como elección. Sino lo que es un sueño puede convertirse en una pesadilla.
¿Para poner un coach en tu vida hay que estar pasando un mal momento?
Depende. Hay personas que comienzan a hacer coaching cuando tienen un problema. Y es que cuando existe la dificultad es cuando surge la necesidad de cambiar. Y cuando uno está preparado para cambiar es cuando se puede producir ese cambio.
Pero también hay personas que están bien pero quieren estar mejor. O personas que tienen resultados pero quieren mejorarlos. El coaching es uno de esas disciplinas que desde la positividad, desde lo sano y también desde lo conflictivo se puede empezar a trabajar. La única clave común en todos los casos es que la persona esté llamada a cambiar. Es decir, yo, como persona necesito de forma activa hacer un cambio en mi vida. Si no el coaching no funciona. Puesto que todas las cosas, todas las acciones, las tiene que hacer la persona que hace coaching. El coach sólo le guía y le acompaña.
Laura eres licenciada en psicología. Los hombres siempre han sido más reticentes a la hora de ir a terapia. ¿Crees que la figura del coach es más atractiva para ellos?
Es verdad. Yo te diría que sí. Nosotras no tenemos problemas en buscar ayuda. Ahora, al trabajar en el entorno empresarial se me acercan hombres cuya demanda es mejorar sus habilidades como CEO o a nivel directivo y como coletilla añaden que también quieren mejorar algo a nivel personal. El orden suele ser ese. Solicitar ayuda para mejorar en alguna faceta más íntima es algo que les cuesta pedir.
Sin embargo, recibo mails de mujeres que directamente me dicen «no soy feliz. Quiero mejorar mi vida”.
¿Hay que perderse para encontrarse?
Sí. Me encanta esa frase. Y en la oscuridad está la luz. Eso forma parte de la aceptación de la vulnerabilidad. Caerse es la única manera de levantarse. No somos ni podemos ser perfectos. Hay que aceptar que es maravilloso equivocarse. De ahí surgen los aciertos. Es un ciclo que fluctúa. No se puede estar siempre arriba.
¿Hace falta rondar los 40 para darte cuenta de que tú futuro es hoy?
(Se ríe) Yo no he llegado aún. Hay gente que con veinte años ya sabe de forma natural que el futuro es hoy. Aunque sí creo que hay momentos en la vida en los que miras hacia atrás y te preguntas qué has hecho con tu tiempo y te planteas en quién te has convertido. Entonces te das cuenta de que tu futuro fue ayer, llega la crisis y te planteas que tienes que empezar a cambiar. Eso nos pasa porque vivimos desconectados de nosotros mismos y muy pendientes de lo que se espera de nosotros. Es un punto de inflexión y es cierto que suele producirse cerca de los cuarenta.
Pero hay personas más jóvenes con un alto grado de madurez que esa reflexión la hacen muy pronto e intentan vivir conectados y en coherencia.
«Cuando existe la dificultad es cuando surge la necesidad de cambiar”
Lo que transmites a través de las redes sociales son mensajes positivos. Siempre me da la sensación de que las personas que ven la vida como la ves tú es porque han vivido algo que les ha hecho transformarse y ver la vida de otra forma, posiblemente tras un gran sufrimiento. ¿Cuál es ese momento que te marca y te hace cambiar el rumbo?
Hay personas que sufren pero no aprenden. Se quedan anclados en el sufrimiento, en el dolor, pero no aprenden. Yo he sufrido, como todos, pero lo que me ha llevado a mi visión actual de la vida es el aprendizaje. Y eso me ha llevado a ser muy positiva. El punto de inflexión más importante fue mi divorcio. Era muy joven, tenía 30 años. Fue ese momento en el que yo llevaba una vida muy estable, pero me di cuenta que no era feliz, que algo fallaba. Pero ahí hice eso de lo que hablábamos al principio; me descubrí ante el espejo. Esa no era yo, no reconocía a la Laura que veía. Entonces me di cuenta de que era valiente. La valentía es una de las cualidades que más me doy a mí misma. El momento en el que empecé a vivir mi vida, la que quería, la que quiero, la que estoy viviendo, comencé a ser yo. Ya ves, en mi último libro no me importa mostrarme como soy. Mostrar mis debilidades, esa vulnerabilidad, esa parte que no es tan bonita, que es más sensible, que nos da miedo mostrar. Pero esa también soy yo y forma parte de mí, de ese aprendizaje de la vida. Espero seguir así.
Apago la grabadora y seguimos hablando. Apenas se oyen las bolas de una partida de pádel y a lo lejos, la máquina corta césped. Dan ganas de quedarse a pasar la mañana, a ver las horas pasar disfrutando tan sólo de ese momento.
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Sin duda, la mejor entrevista a una mujer increíble como Laura. Enhorabuena ??
Muchas gracias. Entrevistar a personas así resulta una experiencia muy enriquecedora.
Geniales preguntas, respuestas magníficas ! Me encanta Laura en todas sus facetas, especialmente en la desnudez de su vulnerabilidad… tan real que a veces duele lo que lees, pero sus palabras curan. Regalazos para el alma sus cuatro libros, leídos y releídos. #contigo
Gracias por compartir esta entrevista #yosoymujer!
Gracias Ana Sánchez por tus palabras!!
Maravillosa entevista, Ana y Laura. Como no podía ser de otra forma, seguimos descubriendo qué hace especial a Laura Chica a través de tus acertadas preguntas. Ha sido un placer leeros 🙂