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Belinda Washington

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Belinda Washington

-¿ Por qué no entrevistas a Belinda Washington que expone hasta enero en Málaga?

-¿Expone? ¿Pero no era presentadora? ¿Pero qué vinculación tiene con Málaga?

Y te pones a investigar en internet y descubres que desde aquella época en la que parecía que era la única presentadora de televisión y encadenaba un proyecto con otro, Belinda Washington ha sido capaz de reinventarse y de diversificar en su faceta profesional. Teatros, cine, series, y sí, también cuenta con una faceta como pintora. Una pasión que descubrió ayudando a una de sus hijas en un trabajo de clase. 

 

Hasta el 5 de enero se puede visitar en Mahatma Showroom la muestra que lleva por título ‘En calma’. Sin ambición, solo con la pretensión de disfrutar del camino y de todo lo que le aporta el acto de enfrentarse al lienzo, Belinda Washington nos trae unas acuarelas que en el proceso de creación le aportan paz, tranquilidad, calma, y que le permiten conectarse con ella misma. 

Es hija de madre malagueña y padre escocés. Adora Málaga, una ciudad en la que ha pasado largas temporadas siempre que su agenda se lo ha permitido. Mujer de valores y de arraigo familiar aparece a nuestra cita con sombrero. 

No soy muy amiga de entrevistas a famosas. Quizás porque era tan friki de pequeña y me atraían tanto que me empaché. Pero Belinda me demuestra que detrás del triunfo televisivo, de las idas y venidas a la pequeña pantalla, detrás hay mucho más. Una mujer que ha tenido que gestionar el éxito sin despegar los pies del suelo en un momento en el que no podía dejar pasar el tren, una madre que ha ido con sus hijas por delante incluso ante los directivos de las cadenas de televisión, una mujer que igual que cuida su imagen, cuida su alma.

-¿Nos tomamos un café?

– Belinda ya llevo tres esta mañana.

-Pues te tomas una tila. 

Y ni café ni tila. Nos sentamos en el patio de una cafetería cercana y mientras el camarero sigue absorto secando vasos e ignorando nuestra presencia, transcurre nuestra charla. En el transcurso de la misma tengo en todo momento la sensación de que la conozco de toda la vida. 

Y no, no porque la haya visto en televisión. Ese es de hecho un handicap al que tengo que enfrentarme para hacer esta entrevista. La imagen que me podía haber creado en mi cabeza sobre ella. Ana, mente en blanco. Descubre a la mujer que hay detrás de la presentadora. Afronta la entrevista con ganas de descubrir a alguien que realmente no conoces de nada. 

Trabajar en los medios, y más en televisión, tiene eso. No partes de mostrar quién eres, sino de demostrar a los demás que tú eres tú, y no la idea de ti que ellos se han formado cuando te ven tras la pantalla. 

Mente en blanco. Debajo de ese sombrero que no se quita en ningún momento encuentro a una mujer vitalista, que haga lo que haga lo hace con pasión, enamorada de la vida, cazadora de momentos que puedan aportarle, amante de los retos, y madre, muy madre. ¿Veis? Nunca lo hubiera imaginado.

Eso sí, la persigue el haber hecho muchas entrevistas, ella misma se auto pregunta en varias ocasiones.  Os presento a Belinda Washington, la mujer con la que no me tomé un café, en un patio del centro de Málaga, mientras de fondo oíamos el agua correr de una fuente. 

Belinda, madre malagueña y padre escocés. Dicen que los escoceses son un poco como los andaluces. ¿De quién tienes más influencias?

Yo creo que tengo mucho de mi madre en el sentido de que soy fuerte y muy alegre.

Has hecho muchísimos años de televisión, ¿con qué proyecto de todos los que has hecho te identificas más?

Con ‘ De domingo a domingo’  sobre todos. Era un gran contenedor de cinco horas, en el que podías hacer muchas cosas, nunca era igual. Todo lo que es divertido y diferente me encanta. Trabajábamos mucho pero disfrutábamos, nos lo pasábamos muy bien. “¿Qué me dices?” también, pero coincidió sobre todo al final con mi maternidad. Con ese momento el que te entran náuseas a los dos segundos de empezar el programa y estás ahí, que tienes que estar, y disfrutaba, porque disfrutaba mucho, pero había otra carga que era la de que iba a ser madre. Estuve trabajando hasta el octavo, casi noveno mes. Y a los diez días de tener a mi hija volví a trabajar. Fue una época maravillosa, de mucho trabajo.

Pero no me puedo quedar con una sola cosa de mi vida. Hace cuatro años monté una banda de Jazz, también hacemos otros estilos fusión y  pintando soy feliz, soy feliz de muchas maneras. O sea, no hay una cosa solamente, yo creo que todas, hasta cuando empecé con Hermida, que era como parte del decorado, también era feliz; son procesos y caminos. Lo importante es cómo estás tú, si das lo mejor de ti o vas a cumplir, y como yo no voy a cumplir nunca, siempre voy a dar más, pues lo disfruto mucho.

¿Os marcó “¿Qué me dices?” ? Fue un programa en el que hablabais de cotilleos de una forma distinta a lo que se estaba haciendo en España hasta ese momento.

Éramos irónicos comparado con lo que le vino después. Hasta entonces ese tono irónico no existía en los programas de corazón; esa forma de hablar y de ser un poco más transgresor. Era un programa muy fresco. No leíamos nada, era todo improvisación, de verdad y en el momento.

¿Cómo se tomaban los personajes de los que hablabais lo que hacíais?  

Algunos mejor y otros peor. Pero en general, nos tenían mucho cariño. Eras presentadora de un programa, tenías tu responsabilidad, pero era parte de un juego. Nunca fuimos excesivamente hirientes, porque si no habríamos tenido demandas y jamás las tuvimos. Yo creo que la gente sabía que era un juego, aunque en algunas ocasiones pudieran molestarse.

 

Tú que viviste aquella etapa, y has vivido el nacimiento de las redes sociales, ya no hace falta que el paparazzi los busque, ellos mismos lo cuentan en su instagram…

Cuando pasó eso ya no estaba haciendo corazón. Porque he hecho luego mil programas más. Pero es que ahora mismo paparazzi puede ser cualquiera con un móvil. Los propios populares o famosos también pueden o no hablar de su vida. Son evoluciones, lo único es que hay que analizar las cosas porque también es otra arma, hay mucha gente a la que contratan por como tiene el Instagram.

Belinda, ¿te cambia la maternidad la forma de vivir la televisión aquellos primeros años?

Sí, piensa que yo iba a trabajar a ‘De domingo a domingo’, y cada tres horas subía al camerino a darle el pecho a mi hija. Me avisaban los cámaras. Mi madre estaba en el camerino con la niña y así  estuve trabajando casi dos años y medio, dándole el pecho a mi hija cada tres horas y ensayando. Eso la gente no lo sabe.

O sea, que te lo respetaron…

No sólo me lo respetaron en Telecinco, es que me ayudaron, es algo muy de agradecer. Me facilitaron poder trabajar y seguir ejerciendo mi papel de madre, porque yo quería amamantar pero también quería estar ahí trabajando. Y esas son cosas que no se olvidan.

Claro que te marcan, pero yo creo que te hacen relativizar toda la vida. ¿Qué es realmente importante y qué es una menudencia tonta que podemos pasar? Y cuando eres madre, descubres que todo es relativo. Hay días que te acuestas preocupada y al día siguiente te das cuenta que no es para tanto. Todo depende de la actitud con lo que tú te tomes la vida y las cosas.

¿Eres tú la que planteas que te llevas a la niña a trabajar?

Era sí o sí, pero podían haberme dicho no. Entonces hubiera elegido por encima del programa a mi hija y hubiera tenido que irme a mi casa, y lo hubiera hecho. Tenía la decisión tomada.

Yo madre no iba a ser muchas veces, pero tenía muy claro que iba a ser madre por encima de presentadora, por encima de actriz, por encima de todo, madre. Y volvería a tomar esa decisión mil veces. Y si me preguntas cuál es el mejor regalo de mi vida, son mis dos hijas. Mi marido también, y mi familia. Pero mis dos hijas por encima de todo. De cualquier éxito, de cualquier Óscar, de cualquier premio, de cualquier nada… Lo mejor que he hecho.

¿Qué tal la experiencia del teatro?

Bien, es algo que va y viene en mi vida. La última obra fue «Menopausia» con Charo Reina, Eric Salazar y Marta Valverde. Hemos estado nueve meses en Gran Vía. Antes de eso estuve con Miriam Díaz Aroca haciendo 160 bolos por toda España con una obra que Iborra nos escribió a medida para nosotras, y anteriormente con otra de Iborra. La verdad es que no me puedo quejar. Luego he hecho series como «Lo que escondían sus ojos”, fue un regalo poder trabajar con Blanca Suárez, Emilio Gutierrez Caba… Y ahora estoy con mi banda, que la última vez que canté fue en el Auditorio Nacional.

Pero has hecho más teatro que series de televisión o cine, ¿no?

En cine he hecho muy poco, frases, cositas pequeñas. Pero series sí he hecho muchas como ‘Farmacia de Guardia’, ‘Vecinos’, ‘Hospital Central’ o ‘El Comisario’ entre muchas otras, en unas más de protagonista y en otras menos. Y teatro he hecho mucho, por eso cuando la gente te dice: «Es que no te veo», claro estoy haciendo teatro, el teatro tienes que ir al teatro a verlo.

 

¿Se le da poca importancia el teatro en este país?

Yo creo que cada vez menos. Es lo único que no te puedes descargar, tienes que ir a vivirlo y a respirarlo,  a estar en el patio de butacas y a ver qué sucede momento a momento. En cambio una serie la puedes descargar, la puedes ver después, mientras comes, mientras cenas, en tu cuarto. El teatro no, tienes que ir a verlo y estar ahí.

Belinda, el teatro es en vivo y en directo y exige mucho de una mismo; el día que estás agotada o que no te encuentras bien y no eres capaz de vocalizar… ¿Cómo lo afrontas?

Te tomas magnesio y potasio y tiras para adelante. Pero lo mismo en una serie o en un programa de televisión en directo. Yo he hecho programas con 39 de fiebre. Se enciende el pilotito y tú sigues y das lo mejor de ti. Se enciende una fuerza en tu interior.

Y en teatro lo mismo, aunque estés con constipado, con preocupación, o tengas que cantar y no sabes si te va a llegar la voz, es angustioso, se pasa mal, pero sigues. Ha habido gente que se le ha muerto un padre, su pareja y han subido al escenario y han hecho su función. Hay que seguir, no se cuestiona.

Belinda, con el paso de los años, ¿ cómo ha sido tu evolución? Porque veo que tenías muy claro incluso en el momento de más trabajo que tu prioridad eran tus hijas…

Estuve mucho tiempo en primera línea, parecía que no sabía hacerlo nadie más que yo, y tampoco era justo, pero son cosas que pasan. Te viene como una avalancha y te tienes que subir a la ola. Pero yo creo que he ido descubriendo cosas en mí que no sabía. Véase la pintura o cantar. Mundos que he ido descubriendo y que también me apasionan, me gusta hacerlo y quiero hacerlo. No me importa meterme en un curso con toda gente joven y yo la mayor. No me importa.

Todo eso aparece cuando te quedas un poco más tranquila de esa ola en la que te subes…

Sí, cuando desaparece la vorágine, que fue maravillosa y de la que no reniego ni un segundo, pero fue una época de mucho estrés, tuve ataques de ansiedad, que en mi vida me había pasado. Era como si me faltase el aire. Fue fantástico a nivel profesional, aunque a nivel personal me desdibujara. Fue todo a la vez, y no tengo más que dar las gracias por aquella etapa. De hecho volvería a hacerlo ahora, a esta edad, que ya he criado a mi familia, todavía estoy activa, todavía tengo la cabeza muy bien y tengo muchas  fuerzas para trabajar. Sí que me gustaría volver a presentar, volver a hacer formatos chulos en televisión, ¿por qué no?

Está desapareciendo, parece, un poco la idea esa de que para estar en televisión hay que ser guapísima, jovencísima… Estamos empezando a ver a presentadoras más mayores.

Como todo en la vida son modas, lo mismo que los pantalones antes no eran sobaqueros, ahora vuelven a serlo, o se lleva o no la minifalda, las modas vuelven. El tiempo pasa para todos, y hay mujeres que también quieren ver a mujeres de su edad presentando y hablando y bailando y siendo comunicadoras.. ¿Por qué hay que poner solamente a la gente joven o solamente a la gente mayor? Hay gente con cierta edad que están ahí presentando perfectamente. Yo creo que mientras tú comuniques y la gente quiera verte, hay trabajo.

 

¿Haz renunciado alguna vez a algún proyecto y ahora te arrepientes?

Yo creo que no. Nunca he renunciado a proyectos. A lo mejor en esa época en la que te digo que me planteé ser más madre y crear mi familia, que era mi sueño, renuncié a estar en primera línea y renuncié a seguir con ese ritmo.

Pedí de alguna manera al Universo un poco de parón, para encontrarme y para crear lo que yo quería en ese momento y para mí era importante. He hecho cosas a lo mejor eligiendo mejor o peor, eso sí. A lo mejor me he dejado llevar por el corazón cuando tenía que haber metido más la cabeza. Pero creo que todo está bien, todo te lleva a estar donde estás hoy, y donde estoy hoy me gusta y me siento plenamente satisfecha y agradecida a la vida.

Hay mucha gente que desaparece de la faz de la tierra y yo llevo ya gracias a Dios más de treinta años trabajando en esta profesión y sin estar en primera línea. Es difícil mantenerte y seguir trabajando y que te llamen para proyectos, que te quieran para eventos, que te busquen para que cantes, para que expongas… Sigo viviendo de lo que me apasiona, y eso es maravilloso.

¿Cuándo te encuentras con la pintura?

Pues empecé a pintar porque mis hijas me pidieron un día que les echara una mano con los deberes. Yo no sabía pintar más que unas muñecas que me enseñó mi amiga Olga, que eran muy naif. Pero querían que las ayudase y cogí los pinceles y desde entonces no hay quien me los quite.

Luego me he metido en mil cursos con grandes maestros que me movían con su pintura y quería aprender cómo lo hacían, y me he dedicado a buscar mi propio estilo. Ser una copia de alguien, por muy grande que sea, no deja de ser una copia. Tienes que buscar tu propio idioma y tu forma de expresarte.

¿En qué momento estás en tu vida? 

Pues estoy en el momento en el que no hay expectativas. Las expectativas son las que producen frustración. Si me preguntas a dónde quiero llegar sólo puedo decirte que a donde la vida me lleve, donde el agua de la acuarela en este caso, que también le doy al óleo, me lleve. No es un momento en el que me mueva la ambición de querer estar en todas partes. Si tengo que estar estaré y si no tengo que estar no estaré.

En el trabajo sí me gustaría hacer buenos papeles como actriz. Dar vida a personajes que muevan a mujeres, historias de mujeres potentes, ser inspiradora, ser un ejemplo de que todo se pueda a cualquier edad. Ahí sí que hay un motor dentro de mí para lanzar ese mensaje de que todo es posible y de que las mujeres nos empoderemos. Ahí sí hay una proyección y una expectativa, pero en la pintura y en la música no, hago lo que me hace feliz. Y si alguien ve la exposición y le hace feliz y se va sin un cuadro, es que me da igual. Se ha ido feliz y a lo mejor sí he sido inspiradora para que esa persona coja unos pinceles y se ponga a pintar en su casa, bendito sea.

Yo creo que es el objetivo también de Mahatma, llenar el alma. Luego el mundo material está muy bien, y si vendo cuadros ese dinero lo reinvierto en cursos, compro materiales, sigo creciendo…. No es esa necesidad comercial. Si a ti te mueve, y te apetece verlo, míralo, disfrútalo, vuelve los días que quieras, hasta el 5 de enero estamos aquí.

 

Me da la sensación de que hemos crecido con cierto miedo a llegar a los 50, y las que estáis llegando a los 50 nos estáis quitando el miedo a las que venimos detrás, porque estáis demostrando que es una edad maravillosa…

Yo te diría que es la mejor edad, porque aunque todo envejece y te salen las arrugas, que benditas sean…

…Pero tenemos unas herramientas que no teníamos antes…

Sí. Pero que tampoco hay que volverse loca porque tu edad canta, si no canta en tu cuello, canta en tus manos o en el código de barras o te canta en los ojos. Donde no tiene que cantar la edad es en la mirada, en el brillo de los ojos, en tu fuerza… Ahí no debe cantar, porque entonces es cuando ya te estás apagando. Ahí tiene que haber fuerza y poderío.

Creo que a los 50 tienes las ideas mucho más claras y estás mucho más situada. Si has querido ser madre y crear una familiar, ya lo has hecho, aunque sigas o no con tu pareja. Las mujeres cada vez tenemos más claro que hay ser completas por nosotras mismas. Y si estás con una pareja, que te haga feliz, que el balance sea positivo. Y si no, no estás.

Esa independencia de las mujeres es un gran crecimiento, pero hay que seguir fomentándolo. Yo a veces doy charlas a mujeres que tienen mi edad y de verdad que les quiero hacer creer que todo se puede.

En un concierto que di, que siempre meto mis pildoritas de optimismo y de alegría, dije que todo se puede. Me vino una señora con los ojos arrasados de lágrimas y me dijo: “¿Belinda de verdad que todo se puede?». Y le dije que sí y a cualquier edad. Y me contó que había querido cantar desde siempre y que aquello le daba fuerzas para dar el paso e iba a empezar a cantar. Nos pusimos las dos a llorar. Con haber conseguido eso me doy por satisfecha.

¿Qué tipo de música haces? 

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Jazz, fusión y cantó en inglés, en francés y algo en castellano. Pero el mensaje es ese: Vi-ve. No vivas la vida de otro, no vivas la vida que te han enseñado, la que te has creído, vive tu vida y vive cada segundo. Es que estamos aquí de paso.

Hablabas antes de la pareja, de tu marido, de que es verdad que las mujeres cada vez estamos dispuestas a aguantar menos…

Es que no hay que aguantar.

Supongo que has elegido bien…

Nada es perfecto, llevamos ya treinta años juntos, pero si tú me preguntas si volverías a casarte, aunque somos diferentes, te diría que sí. Yo soy culillo de mal asiento, de no parar y él es mucho más tranquilo. Pero supongo que por eso nos complementamos, es muy buena persona.

¿Tus hijas que están haciendo? 

La mayor está estudiando Bellas Artes y Diseño y lo está sacando con matrícula de honor, con mérito artístico. Es alucinante. La pequeña tiene 16 años y sigue en el colegio.

¿Ellas tienen en ti un referente o quizá quieren huir un poco de eso que tú viviste?

Siempre les digo que sigan su sabiduría interior y lo que les mueve ellas. Que nunca pretendan ser lo que es otra persona porque no llegarán a ningún lado. Fue de las primeras cosas que me enseño el gran maestro Hermida. A él y a su mujer Begoña, hoy su viuda, siempre les agradeceré que se fijarán en mí, porque si no, nunca hubiera empezado en ninguna televisión.

El mejor consejo que les puedo dar a mis hijas, y a cualquiera, es sé tú mismo. No hay nadie como tú, no hay nadie como nadie. Se tú, pule las cosas que no te gustan, pero sé tú.

 

¿Que es más complicado gestionar un éxito o un fracaso? Y más un éxito como el que tú tuviste…Esta pregunta me encanta hacerla a personas que habéis destacado tanto.

Escuece más el fracaso, pero también es una oportunidad para mejorar, para reflexionar. Es que en la televisión muchas veces los fracasos no dependen de cómo tú presentes o cómo tú prepares una entrevista o de cómo tú te prepares un papel o cómo tú te aprendas una obra y te dejes la piel en los ensayos… Depende de tantas cosas aleatorias que tú no controlas: Contraprogramación, anuncios, horario, mareos que le meten a la programación. No es sólo tu trabajo, son muchos factores y a veces es tan injusto… Pero bueno, son las reglas del juego y se aceptan como tales.

Creo que no te tienes que creer los éxitos, porque la pinza se te puede ir rápido, ni tampoco los fracasos. Tienes que seguir con velocidad crucero, esto no es un sprint, esto es una carrera de fondo. Un caminar, un seguir, un aprender y no creerte nada. El día que te creas algo y te sientas superior a los demás, pobre desgraciada.

¿Te tuviste que frenar alguna vez cuando estabas en ese momento en el que estabas todo el día en la tele para que no se te fuese la cabeza con el éxito?

No, tuve que buscar fuerzas. No porque yo no tenga fuerzas, sino porque se unió que di a luz, me cambié de casa y trabajaba los siete días de la semana. Que no reniego de aquello, que el Universo no se equivoque, que yo sé que me escucha. Pero fue una época de todo a la vez. Entonces fue un momento en el que me tuve que plantear cómo gestiono y organizo yo todo esto…

¿Qué tipo de programa te gustaría presentar ahora?

Pues tipo ‘De De domingo a domingo’…

¿Volverías?

De cabeza mañana o esta tarde, como no tengo ningún vértigo… Yo soy un poco loca. Si tú me dices ahora: «Belinda, esta tarde hay que presentar un programa de cinco horas en directo”, y te digo que dónde y a qué hora hay que estar. En eso soy una valiente y muy profesional, porque lo soy, pero que no tengo miedo, ninguno. Y luego las cosas frescas me gustan, que no todo esté premeditado, preparado. Yo soy muy loca en el sentido de me gusta la improvisación, me encanta que pasen cosas, que no esté todo controlado. La vida excesivamente controlada no me gusta. Prefiero que me sorprenda. Hay gente a la que eso le da vértigo. A mi no me importa que se caiga un foco, que el invitado no venga, que tenga que improvisar, que haya imprevistos, me doy todavía más. No tengo ningún miedo, a eso te ayuda el haber hecho tanto directo, y subirte a los escenarios.

El otro día en el Auditorio Nacional, en un concierto a beneficio de una organización maravillosa que ha montado Pilar Jurado para ayudar a mujeres víctimas de violencia de género, tenía que cantar, no había micrófonos, me puse a cantar a capela, con una banda que no es la mía, ensayando una vez en el camerino… Otra tía no lo hace sin micrófonos. ¿Y por qué no? No hay miedo, ninguno. Y eso es lo que intento transmitir, que hay que vencer el miedo, no hay. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Que te salga un gallo? Pues lo incluyes, te ríes de ti misma y no pasa nada, eres humana. Hombre, si te salen veinte entonces recoge y vete, estamos empeñados en ser perfectos.

¿Que eres humana te has dado cuenta con los años? Hay un momento de la vida en el que uno quiere estar tanto en todo, que se le olvida…

No es que tú quieras estar tanto en todo, es que la vida te pone tanto en todo. No es que tú pretendas estar en todo, que es diferente. Yo no pretendía estar en todo. Yo estaba dándole el pecho a mi hija, que ahora tiene veinte años, y me llaman de Telecinco para decirme que presente ‘De De domingo a domingo’. Volvería a hacerlo 60mil veces más. Pero fue así, yo no lo iba buscando en aquel momento.

Humanos somos todos los días, lo bueno es darte cuenta. Observar a ese ego que todos tenemos, que te crees que eres, y no eres…  Creo mucho en la magia, que nada es casual. Observo mucho, hay gente con la que te cruzas y es por algo…No es que lo analice todo, pero sí me gusta observar mucho por qué pasan las cosas que pasan o se cruzan las personas que se cruzan.

 

¿Todo tiene un para qué?

Sí, yo creo que sí. A veces no lo descubrimos hasta pasado el tiempo. Yo tengo amigas que a lo mejor han sufrido un desengaño amoroso y te dicen: “Es que menudo desgraciado…” Y digo: “Espera, espera, que esto tiene una razón de ser. Dale tiempo al tiempo que verás cómo en un tiempo entenderás el porqué”. Efectivamente, se les cruza otra persona y si esa otra hubiera seguido con ella no hubieran podido disfrutar y ser tan felices.

¿Eres una mujer paciente?

Aprendo a serlo, porque tengo mucho nervio, soy muy impetuosa y muy vital y muy apasionada. Una cosa que te enseña es la pintura es a ser paciente.

¿Te quedan más facetas artísticas tuyas por experimentar?

¿Quién sabe? Lo mismo me pongo con la escultura. (Bromea) Ahora quiero aprender a tocar el saxo, y estoy en ello. Siempre parto de el «¿Por qué no?» Esa es mi pregunta: «¿Y por qué no?” Si realmente aunque no se te de bien si te gusta y te hace feliz…Y si no es así al final lo dejas, pero al menos lo has intentado. Pero, ¿y si te gusta?, y ¿si a la gente le gusta lo que haces?…Hay que intentarlo.

¿Te imaginas un poco de mayor como la súper abuela?

Me encantaría, además estoy segura que si la vida me da años, seré la típica abuela  cachonda de llamar a los timbres y salir corriendo, de vacilar. De estar viva, Ana, de estar viva, de no morirte en vida, que eso es lo peor que te puede pasar.

Eso es lo que me transmite, mucha vida, muchas ganas de disfrutar de cada segundo. De vivir el aquí y el ahora aprovechando cada oportunidad que te da la vida.

Redacción: Ana Porras  Fotografía: Lorenzo Carnero

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com

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