Cierro los ojos y me parece que todo lo que he vivido es un sueño pero no tengo la sensación de que vaya a despertar. Posiblemente, porque no quiera. Afronto este reportaje desde el pudor, pero también la ilusión, que me produce compartir algo tan íntimo: mi boda.
En muchas ocasiones he publicado la de otros desde la distancia que da el desconocimiento de sus protagonistas, pero en esta, en esta me inundan las sensaciones y sentimientos al repasar las fotografías, y con ellas revivir de alguna forma los momentos que vivimos en la más mágica de las Noches de San Juan.
Y es que todo ha sido mágico y muy real entre nosotros. Cómo nos conocimos, nuestra diferencia de edad y la complicidad que alcanzamos en tan poco tiempo. Llegó mostrándome una forma de amor que desconocía y al que después de lo vivido anteriormente tampoco aspiraba. Había dejado de creer en que algo así pudiese pasarme. Había dejado de creer que algo así podía ser real.
Pero la vida te hace esos regalos maravillosos e inesperados. Una mañana de trabajo, una más, de esas en las que salía a grabar un reportaje, apareció él. Tarde, pero nunca es tarde si la dicha es buena, y esta lo fue. «Qué mono. Qué educado. Pero qué joven. Una pena”, eso dije y eso pensé. A veces nos ponemos «peros” de más.
Nuestra historia
Llegó desmontando mis miedos y mis prejuicios. ¿Cómo iba yo a salir con alguien más pequeño? ¿De qué hablarán las de 40 con esos chicos tan jóvenes?, pensaba cuando las veía en las revistas. Pero me dejé llevar y de pequeño no tenía nada. Su visión de la vida y del mundo estaba por encima de la de muchos «Peter-Pan»con los que me he cruzado por el camino.
La confluencia de una serie de circunstancias me hicieron deslizarme y dejarme arrastrar de una manera dulce y suave. Quizás porque no le daba la importancia que tenía a todo lo que estaba pasando. Fluí. Ese concepto que me gusta tanto y que a veces practico tan poco por querer controlarlo todo.
Él me enseñó a mirarme a través de los ojos con los que él me miraba. Me enseñó que yo era mucho más que la Ana que se encontraba cada mañana ante el espejo. Me enseñó que el AMOR se puede escribir con mayúsculas. Que el AMOR no es dudas o sufrimiento. Y lo hizo a base de cariño, de respeto, de comprensión, de caricias a un alma que ahora sé que guardaba muchas heridas escondidas que solo él, con mi ayuda, supo sanar.
No se necesita estar en pareja para ser feliz. No necesitas al otro para encontrarte tú. Pero en él encontré la paz, la calma, la felicidad serena que da saber que si caes estarán sus brazos para recogerte. Por una vez en mi vida alguien tiraba de mí, me allanaba el camino a cada paso.
En él me encontré yo.
Mujer independiente, con su trabajo, sus hijos, con vida social, ¿qué más se puede pedir? Muchas cosas claro, siempre quieres más. No soy para nada conformista y os aseguro que mi vida no se ha desarrollado entre nubes rosa de algodón, pero siempre he intentado ponerme unas gafas de ese color para verlo todo. En mi búsqueda, en esa falsa estabilidad inestable en la que había tejido mi mundo, ahora sé que aunque podía ser feliz, faltaba él.
«Ana tienes que escribir algo sobre vuestra diferencia de edad. Hay muchas mujeres que se limitan y se cierran al amor por eso. Por el que dirán. Por el miedo a envejecer y que ellos se vayan con una más joven”, me dijo un día una amiga cuando le conté que Aitor era 16 años menor que yo casi cuando empezaba la relación. Yo misma me tuve que enfrentar a todo eso en mi interior. A una batalla campal contra mí misma. Contra esas ideas absurdas que tenemos arraigadas muchas mujeres tan dentro que solo nos llevan a encerrarnos más, a limitarnos, a privarnos de vivir algo que puede ser maravilloso. En esa guerra, a diferencia de otras veces, no estaba sola, estaba él a mi lado. Porque cuando el amor es verdadero amor, todo fluye, todo es fácil.
Claro que asusta saber que el tiempo corre en tu contra, que los años pasan, que tú te haces cada vez más mayor y él también, pero seguirá siendo joven. Frente a eso un antídoto: Solo cuenta el hoy, el aquí y el ahora. Cerramos puertas antes de abrirlas por un futuro que no sabemos ni si llegará ni cómo será. Es absurdo si lo piensas. Igual que lo es dejar de hacer cosas, dejar de ser feliz por lo que piensen los demás. Nadie va a vivir tu vida, nadie está en tu piel, y el amor nunca hace daño a nadie. Así que me abandoné a vivir, a experimentar, a querer y sobre todo a dejarme querer. Entonces la vida vio que estaba preparada para vivir una de las experiencias más bonitas de todas las que he vivido.
En este tiempo Aitor me enseñó a decirme cada día: Sí, me quiero. Me enseñó a ver a esa Ana llena de posibilidades que había dentro de mí. Así que aunque no crea que haya que estar casados para amarse, cuando me lo pidió en Nochebuena no pude más que decir: Sí, quiero. Sí, quiero ese cada día a su lado. Sí, quiero todo lo que ha sumado a mi vida y la de mis hijos, porque yo era multitud. Sí, quiero esos pequeños momentos cotidianos que hacen grande la vida. Sí, quiero un eternamente ahora.
Sí!,Quiero
Nunca creí que me volvería a casar. Nunca.
Hace unos años, cuando dirigía una publicación en papel, organicé un almuerzo en el que invité a Sira Antequera, wedding planner al frente de Sí!, Quiero. De aquel encuentro fue surgiendo una amistad que se ha reforzado con el tiempo. Seguí su trabajo con la admiración que me despierta como persona y como artista. Como amiga, conocía mis amores y desamores, mis errores y aciertos, mis alegrías y mis penas. Y siempre le decía: «Si me vuelvo a casar, la boda me la organizas tú”, entre risas y bromas. Creyendo que ese acontecimiento no estaría programado en mi vida.
Pero llegó. A Aitor solo le puse «dos condiciones”. La primera que la boda la organizase Sira Antequera. Quería que fuese una noche especial mas allá de que ya lo era, que tuviese ese toque que ella le da a todo, esa elegancia. No quería tener que preocuparme por nada inmersa en este proyecto como estaba y estoy. Confiarle todo el planteamiento y la organización a Sira era garantía de tranquilidad y de éxito. Ahora puedo decir que superó mis expectativas, las nuestras, con creces.
No sólo fue un día especial, fueron especiales cada uno de los meses previos de preparación. Al igual que el AMOR, organizar su celebración tiene que ser fácil, fluir, y ella lo consiguió. Sira y su equipo fueron cruciales en todo. Aitor, que normalmente los novios viven bastante desde fuera el proceso, es el que más lo ha disfrutado. Bromeábamos con él diciendo que era «la novia” por la felicidad e intensidad que ponía en cada nuevo paso que dábamos hacia el gran día. Confiamos al 100 % en el trabajo y los proveedores que iba eligiendo Sira -a los profesionales hay que dejarles hacer su trabajo-. Decidiendo entre las propuestas que nos presentaba. Porque ella diseña todo, pero la boda tenía que ser un fiel reflejo de nosotros.
La segunda condición que le puse a Aitor fue celebrarla en el hotel Cortijo Bravo. Muchos invitados me preguntaron cómo descubrí un espacio tan ideal. A unos kilómetros de casa, tan cerca y tan lejos, en la Axarquía, este hotel hace que se detenga el tiempo, tiene una atmósfera que genera paz, sosiego, felicidad. Lo conocí en la presentación de la Cadena B Bou. En aquel tiempo quería entrevistar a María Herrero, una de sus fundadoras. Y quedamos aquel día de la presentación para hacer las fotos. El hotel me enamoró y su oferta gastronómica me conquistó. Cuando llevé a Aitor sintió el mismo flechazo: «Es el sitio. Tiene que ser aquí. Este es el escenario de nuestra boda.” Los sitios son también un reflejo de las personas que los dirigen, y todo el equipo del hotel resultó ser extraordinariamente profesional y amable. María Herrero, Belén, Virginia, han sabido transmitir su pasión por el trabajo a todo el equipo, su sonrisa, su amabilidad.
Previo a la celebración se adaptaron a todas nuestras propuestas y necesidades. No iba a ser una boda de un día. Muchos de los invitados venían de lejos, y otros, aunque residentes en la zona, decidieron quedarse en el hotel a dormir y compartir con nosotros todo el fin de semana. Así que para el mediodía del sábado organizamos una fiesta en la piscina para compartir más tiempo con ellos y aprovechar para estar juntos.
El gran día
Con la ilusión de una niña y los nervios bonitos de quien sabe que se enfrenta a algo importante llegó el gran día. Ese que el 24 de diciembre parecía tan lejano en el calendario. Sabíamos que Sira y su equipo lo tenían controlado. Confiábamos al 100% en el equipo del hotel. Era la culminación de 6 meses de preparativos. Era la fiesta en la que queríamos celebrar con todos nuestro amor.
La novia
Aunque bromeásemos y aún lo hacemos con que la novia era Aitor, la novia era yo. Cuando en tu mente no está el volverte a casar, el vivir esa experiencia, partes sin ninguna idea estética en la cabeza de cómo quieres ir. Boda civil y con más de 40; no me veía de nuevo vestida de novia, pero Aitor insistió. Y ahora me alegro de que lo hiciera y de que no me dejara, una vez más, quedarme anclada en mis creencias limitantes .
Actualmente con las redes sociales tenemos un exceso de información, de ofertas y propuestas. Podía haber apostado para mi vestido por alguno de los fantásticos diseñadores que tenemos en Málaga. Pero quería algo muy, muy sencillo. Hubo un momento en el proceso en el que pensé que me había pasado con tanta sencillez y tuve serias dudas al respecto de mi elección. Ahora sé que no me equivoqué. Me sentí muy yo.
Elegí un vestido de Matilde Cano tipo túnica. El protagonismo, la esencia que quería darle tendría que ponerla con los accesorios: Cinturón, zapatos, peinado y tocado. Sira, en esto –también– jugó un papel crucial porque me encontraba bastante perdida. Me remitió a Conchita, de Bambary Sombrerería, en el Rincón de la Victoria.
Me llamó la atención al conocerla su serenidad y su elegancia. Así que con una foto del vestido le pedí que me asesorase. Y lo hizo. Creó una obra de arte en forma de cinturón y tocado para el pelo. Solo le dije que quería algo romántico, campestre, suave…El resultado nos dejó con la boca abierta. Un trabajo de artesanía que considero una verdadera joya y que aportaba ese toque distinto a mi vestido.
Para el recogido confié en Patricia Vázquez. Enseguida entendió lo que quería, un recogido desenfadado y con aire muy natural y lo superó. Me bastó una prueba y que me peinase para otra boda que había tenido unas semanas antes para saber que con ella no me equivocaba. Fue un lujo tenerla aquella tarde en el hotel mientras me peinaba. Se encargó también del peinado de mis hijas y de mi amiga Teresa, que sería la que oficiaría la ceremonia.
Los zapatos es lo que más quebraderos de cabeza me dio. Quería algo en rosa empolvado, a juego del trabajo de Conchita. Por suerte, es uno de los colores de la temporada. Así que tenía dónde elegir. Escogí unos de una firma que siempre me ha resultado muy cómoda. Pero me equivoqué. Esa noche quería estar a gusto, que no me molestasen, así que antes de la boda los puse a prueba. Rozaduras y heridas los descartaron nada más llegar a casa. Así que una semana antes de la boda me encontré sin uno de los elementos importantes: los zapatos. Recordé entonces que había visto unos que me podían encajar en Etxart& Panno. Acierto. A estos también los puse a prueba unos días antes del gran día y resultaron ser como un guante a pesar de su elevado tacón.
Aunque he estado muchos años en la tele siempre he sido un poco desastre para maquillarme. Creo que Dios no me dio esa habilidad. Ese día quería a mi lado a personas con energías bonitas, que significasen algo para mi, y Marina, la persona que me maquilló, lo era. Me conoce desde hace años y siempre hemos sentido la una por la otra un cariño especial. Nos conocimos en una de las empresas en las que ella trabajaba y aunque ha pasado por otras en este tiempo y hemos estado más desconectadas siempre hemos mantenido de alguna forma esa relación. Actualmente ha montado su propio centro de belleza, así que tenía muy claro que era ella la que debía maquillarme. Y lo hizo. Confíe en ella y la dejé hacer.
El novio
Aitor, que tenía tan claro todo desde el principio, (lo primero y más importante, que quería casarse conmigo), no tuvo tan claro cómo sería su traje. Los que lo conocéis sabéis que no es nada clásico, más bien moderno y atrevido, pero para la ocasión quería seguir una línea algo más tradicional. De su idea inicial de vestir de smoking, terminó decantándose por otro estilo completamente distinto.
Cuenta que cuando se lo probó se le erizó la piel y supo que aunque muy distinto a lo que había imaginado, era lo que quería llevar aquel día. En Lebrel, en Málaga capital, el personal lo fue guiando con los complementos mientras le hacían el traje a medida.
Fotografía: Lorenzo Carnero
Los invitados
Los convocamos y anunciamos nuestro enlace a través de una invitación digital y una página web diseño de Aitor y le mandamos a los invitados un código para poder acceder. En la web figuraban todos los detalles para que contasen con toda la información y pudiesen organizarse. Ahí ya se definió la imagen que determinaría la decoración de la boda.
No queríamos una boda multitudinaria, ni de compromisos. Queríamos únicamente estar acompañados por personas que han sido y son importantes para los dos. Familiares y amigos que han compartido con nosotros momentos de relación de pareja, todos ellos con un lugar destacado en nuestros corazones. Muchos de ellos vinieron desde muy lejos, hasta desde Alemania. Personas que en muchos casos no tienes a tu lado en el día a día, pero que están ahí.
Además de personas que eran y son importantes para los dos quise también invitar a mis amigas más íntimas de la universidad. Aitor no las conocía, y hacía más de 15 años que no nos veíamos todas. Pero aún así hemos mantenido el contacto y quería que formasen parte de esa experiencia, que me acompañasen en ese día. Vinieron de Pamplona, La Coruña y San Sebastián regalándome instantes maravillosos y emociones a flor de piel.
Hubo gente que estaba invitada y por un motivo u otro no puedo venir, fueron los menos. No tenía que ser. Entre los invitados, muchos de los cuales no se conocían entre ellos, se creo un ambiente fantástico. Y esa bonita energía que se generó se respiraba en el ambiente durante los dos días de celebración.
Les pedimos a todos que dejasen los móviles a un lado durante la ceremonia con la promesa de mandarles posteriormente todas las fotos. Y aunque hubo muchas fotos antes y después, ese momento lo respetaron.
Los autobuses habían recogido a los invitados que se quedaban en otros hoteles de la zona. Como el calor no quiso perderse la cita, se les recibió con una copa de cava y agua aromatizada para refrescar la espera.
La ceremonia
Para nosotros la cena y la fiesta eran importantes, pero casi con toda seguridad me atrevo a decir que la ceremonia lo era aún más. Queríamos algo solemne pero a la vez emotivo, que reflejase lo que había sido nuestra relación, alejado de artículos del código civil o de discursos fríos. Por eso, todo empezaba por decidir quien sería la persona que la iba a oficiar. Desde el minuto uno los dos lo tuvimos claro. Hay una persona muy especial en mi vida desde hace unos años. Una mujer que llegó por casualidad y lo hizo para quedarse. Con ella he compartido muchas cosas, un viaje de crecimiento personal, de amistad, de risas y lágrimas. Es de esas personas con las que se produce una comunión total entre almas. Desde el día que los presenté, esa amistad se extendió también hacia Aitor. Teresa aceptó el reto como un honor. Y aunque vive en Pontevedra no dudó en coger algún que otro vuelo para asistir a alguna reunión con Sira o para ayudarme a mí a tomar alguna decisión importante.
Le pedimos que hiciese lo que quisiera, le dejábamos total libertad. Queríamos que fuese una sorpresa también para nosotros. Nos conoce mucho y sabíamos que no nos iba a fallar. Solo designamos a tres personas para que dijesen unas palabras: Mi hija pequeña, Ana, que desde que Aitor me pidió que nos casásemos no ha parado de repetir que es muy feliz. La hermana de Aitor, Amaia, cómplice de nuestros primeros encuentros y una de las personas del mundo más importantes para él. Y Juande Serrano, psicólogo experto en parejas, amigo nuestro y con el que nos hemos reído y del que hemos aprendido mucho en sus talleres. El destino quiso que él se casase dos semanas antes que nosotros. Teresa y Sira se encargaron de coordinarlos a todos para que resultase un acto hilado y conexo.
Quisimos que la música que acunasen las palabras también tuviesen un significado especial para nosotros. Exceptuando el Canon de Pachelbel que me acompañó en mi entrada y que fue expreso deseo de Aitor, el resto de los temas que sonaron de fondo fueron canciones actuales que Christian Wints y Carlos Ortíz interpretaron de manera magistral a guitarra y piano. En el repertorio predominaban Pablo Alborán y Vanesa Martín, que aunque suelen componer canciones de desamor, instrumentalmente son una maravilla.
Y llegó el momento…
Llevaba un rato esperando en la habitación junto a mis hijos. Ellos serían los que me acompañarían hasta el lugar donde esperaba Aitor. El lugar de la ceremonia se diseñó con mucha sencillez dándole relevancia a la belleza natural del espacio.
Él entró del brazo de su madre. Emocionado, que es como se mantuvo durante todo el acto. Me había propuesto ser muy puntual, y a las 20 horas recorrer el pasillo que me llevaba hasta él. Eso me valió algunas bromas por querer ser muy estricta con eso. Entiendo que la tradición diga que la novia se debe hacer esperar, pero a mí personalmente es algo que no me gusta. Así que fui coherente con mi forma de pensar.
Tenía ganas de verlos a todos, de salir, de ver sus caras. Recuerdo que me podían los nervios aunque a la vez estaba tranquila, porque como dice Aitor, sabiendo que todo estaba en manos de Sira, Teresa y de María Herrero, a nuestra boda íbamos en cierto modo de invitados.
Sira vino a buscarnos a mi habitación. Primero salieron mis hijas. Para ellas esta boda significaba mucho. Lo quieren y lo admiran. Son conscientes de que nuestra vida es más plena desde que está él. Estaban emocionadas.
El sol comenzaba a caer. La tarde era preciosa. Mi hijo me acompañaba del brazo. Fue de los primeros a los que hablé de nuestra relación. Solo me dijo: «Mamá si tú eres feliz con él pasa de todo el mundo». De nuevo hizo gala de la madurez que siempre le ha acompañado. Era él el que tenía que darle mi mano al que desde ese momento sería mi marido.
Recuerdo que tras ver a Aitor, detenerme en su sonrisa, en su mirada, empecé a fijarme en la cara de los invitados. Todos tan guapos y arreglados para la ocasión, cómplices de un momento tan especial. Su madre, en primera fila, llorando. Una mujer que siempre ha sabido respetarnos y apoyar la decisión de su hijo desde el primer momento. En tan pocos metros comprobé como en el ambiente se respiraba cariño y eso me tranquilizó. Dejé de oír la música. Solo sentía.
Una vez a su lado, junto a ese árbol, acompañados por tanto amor, Teresa fue narrando con sus palabras una bonita historia y orquestando las diferentes intervenciones. Mirase donde mirase solo veía lágrimas, todos lloraban, pero eran lágrimas de felicidad.
El contenido de la ceremonia, de nuestros votos, de lo que se iba a decir, solo lo sabían Sira y Teresa, y Juande que fue el encargado de poner el broche final.
Todo quedó enlazado de una manera maravillosa. Mi hija Ana con su discurso de niña agradecida y llena de amor, ilusión e inocencia que hizo llorar a Aitor.
Las palabras de Amaia, recordándonos cómo nos conocimos, como el destino jugó a nuestro favor y cómo hemos ganado los dos coincidiendo de esta forma y en esta vida.
A la sorpresa hubo que añadir las palabras de mi amigo Miguel Abollado, que como si fuese un capítulo de uno de sus libros narró cómo siempre nos hemos bebido la vida disfrutando de cada instante aunque no tuviéramos el viento de frente.
Solo recuerdo que en aquella marea de sensaciones le apretaba fuerte la mano a Aitor, queriendo retener cada instante en mi mente. Sus votos, los míos, mucho más que una promesa, mucho más que una declaración de intenciones…
Foto: Lorenzo Carnero
Juande Serrano encerró en sus palabras toda la ceremonia, toda nuestra historia escrita hasta ese día. Concluyó así un acto que se nos hizo corto, y que estuvo magistralmente conducido por Teresa. No tengo palabras para describirlo.
Y llegaron los abrazos, los besos, el encuentro con cada uno de los invitados. Una vez alguien me dijo que en esta vida es como si fueses en un tren y te vas bajando en las estaciones. Cuando llegas a una en la que eres feliz tienes que intentar mantenerte en ella el mayor tiempo posible. Y en aquel momento, hablo por los dos, éramos plenamente felices en aquella estación en la que habíamos bajado del tren.
Foto: Lorenzo Carnero
Foto: Lorenzo Carnero
La celebración
Aprovechando las impresionantes vistas panorámicas del Hotel BBou Cortijo Bravo desde donde se puede apreciar Vélez-Málaga al completo, se dispuso en ese espacio la zona de la cena y la posterior fiesta.
Queríamos una boda campestre y muy natural y eso es lo que se tuvo en cuenta en todo momento en el diseño del espacio por parte Sí!, Quiero. Para eso fue fundamental la aportación de Virginia Florista que entendió desde el principio lo que buscábamos. Sira le dio protagonismo a las mesas de madera que aligeró con jarrones de cristal y flores silvestres.
Otro de los elementos clave era la luz. Era el día más largo del año pero cuando el sol se fue la luz era tenue e indirecta, conseguida con candelabros de distintas alturas y con guirnaldas de luces pequeñas que cubrían unas mesas en las que todo estaba perfectamente alineado.
La cena
Nuestra idea era que todos los invitados, los 72, se relacionasen desde el principio entre ellos, y aunque todos –sin excepción– formaban parte directa de nuestra relación, había quienes habían oído hablar de otros, pero nunca se habían conocido en persona. Era habitual oír eso de «te conozco de verte en Facebook». Por ello, planteamos que la celebración, lejos de enfocarse en un menú servido en mesa donde la interacción de los invitados se reduce a quienes la comparten, se dispusiera en dos tiempos.
Un primer tiempo con un cóctel largo (de aproximadamente una hora y media), donde todos pudieran charlar, conocerse y compartir anécdotas y vivencias y un segundo tiempo con el plato principal y postre situado en mesas largas.
Para ello, y haciendo referencia a una de las máximas que he repetido en mi vida, y que se ha convertido en el lema cuando hacemos planes con amigos el seating plan se definió con un metacrilato, de algo más de metro y medio donde se podía leer «Libertad Individual, felicidad colectiva”. Nuestro objetivo era que los invitados se sentaran dónde y con quién quisieran; al final, todos formaban parte de nuestra historia. El diseño al igual que todos los materiales gráficos de la boda, como no podía ser de otra forma, los diseñó Aitor.
También se dispusieron diferentes estaciones temáticas donde se podían encontrar diferentes aperitivos sin tener que esperar a que pasase un camarero. Todas ellas se decoraron con sumo gusto y en cada una situamos frases y lemas que han formado y forman parte de nuestra vida y que eran un guiño a todos los que han compartido momentos especiales con nosotros.
Todos nos alaban aún lo delicioso que estaba todo. Pero con eso ya contábamos. Los Hoteles B Bou tienen fama además de por lo bonitos y acogedores que son por su apuesta gastronómica basada en productos de la tierra.
El grupo de la universidad y mis amigas de Ftv entre las que hubo muy buena sintonía
Verónica Fuentes, George y Sira, en uno de los pocos momentos que se sentó
Parte de mi familia
Tesi y su marido, Ángel
Mariló Sánchez
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La Noche de San Juan
No fue una noche elegida al azar. No tuvimos que ponernos de acuerdo en el día de la boda. En 2016 Aitor ya repitió aquella noche que en la de 2017 nadie hiciese planes que nos casábamos. Creo que todos, incluida yo, lo tomamos a broma.
Dicen que es una noche mágica de por sí, y queríamos que además de ser nuestra boda todos vivieran su propia noche de magia.
A las 12 se realizó el conjuro de la Queimada. Y como «meigas haberlas haylas» elegimos a nuestra querida amiga Cristina, de Lugo, y a Beatriz, amiga desde la Universidad y natural de Orense. Las puse en contacto con anterioridad y sin conocerse, por teléfono prepararon y llevaron a la práctica el ritual alejando las malas energías y atrayendo cosas buenas a nuestras vidas.
Quisimos cumplir con más tradiciones. La playa no nos quedaba muy cerca y no podíamos llevarnos el mar, pero en un gran caldero se preparó una fogata en la que todos fuimos lanzando nuestros deseos al Universo.
Esa noche sentí que lo tenía todo, que no podía pedir más. Así que me limité a dar las gracias y a hacer mio el deseo de Sira. No hizo falta que me dijese con palabras lo que había pedido, lo vi en su mirada.
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El ramo
Fue uno de los momentos más especiales para mí, pero también para Aitor. De hecho lo consensué con él. Dicen que a la persona que se lo das es la próxima en casarse. En este caso no fue lo que me movió. Quería agradecerle a mi amiga Teresa el haber estado a mi lado de verdad durante estos años, ahora al lado de los dos y con esa intensidad. Quería con ese símbolo desearle que su vida estuviese por siempre y para siempre llena de amor.
Y carambolas del destino, y yo aún no lo sabía, el ramo ( diseño de Virginia Florista) me lo había regalado ella.
La Fiesta
Conocemos a nuestros amigos y familiares y nos conocemos a nosotros. Por eso era fundamental que la música invitase a bailar y que el Dj tuviese paciencia con las múltiples peticiones que iban a surgir durante la noche. Sira nos recomendó a Antonio Luna. Su continúa sonrisa y su música nos acompañaron hasta casi salir el sol. Supo llenar cada momento y que la fiesta no decayese.
Además de la recena Sira nos aconsejó poner una mesa de dulces y chucherías. Marta Pino fue la encargada de tan dulce misión.
Dicen que cuando deseas algo con muchas fuerzas se cumple. Había comentado con Aitor que me me encantaría que actuase Quike Navarro durante la fiesta, pero como lo preparamos con poco tiempo y lo pensé tarde, ni lo intenté. Creí que tendría la agenda ocupada en una noche tan señalada. Por suerte lo he visto actuar en múltiples ocasiones y levantar al público del asiento tan solo con aparecer en escena. Aquella noche y por sorpresa, sin esperarlo, la luz y la música de su violín llenaron la pista de personas pegando saltos y bailando. Una amiga que ni siquiera sabía lo que me gusta su música me quiso dar la sorpresa como regalo de boda. Y os aseguro que acertó. La vida es en ocasiones así de mágica.
La buena predisposición y lo animado de nuestros amigos y familiares hizo el resto.
A la mañana siguiente organizamos un almuerzo en la piscina con todos nuestros amigos que habían venido de fuera…pero eso ya es otra historia.
Agradecimientos
Gracias a Sira Antequera, a Carolina y a Marina de Sí! Quiero por hacernos vivir una experiencia maravillosa y recorrer el camino con nosotros. Gracias por hacerlo todo tan fácil. Gracias por tanto cariño.
Sira, gracias por ser mi amiga y por hacer con tanta dedicación y pasión lo que haces. Ahora que te he visto trabajar te admiro mucho más de lo que lo hacía. Eres un hada madrina, aunque para ello te tengas que abrasar la piel bajo el sol, porque tu varita mágica está compuesta de delicadeza y amor.
Gracias a María Herrero y a todo el equipo de B Bouh por su efectividad, su buen hacer, su profesionalidad y la sonrisa de cada uno de sus miembros. Gracias por el trato, por el buen servicio, por estar pendientes de hasta el más mínimo de los detalles para que todo fuese perfecto.
Gracias a Nacho Arias por su paciencia para grabar el vídeo.
Gracias a Christian y Carlos por prepararse todo el repertorio e interpretarlo de manera excepcional.
Gracias a Lorenzo Carnero, pieza fundamental como fotógrafo de Yo Soy Mujer y que aquel día además de como invitado y como amigo estuvo haciendo las fotos.
Gracias a Antonio Luna, Dj de Sí!Quiero por sonar tan bien, por su empatía, su sonrisa y, por supuesto, por su paciencia.
Gracias a Conchita de Bambary por guiarme, hacerme unas piezas tan bonitas y transmitirme su serenidad aquella tarde.
Foto: Lorenzo Carnero
Gracias a Virginia Florista por su profesionalidad y por conseguir que hasta un cardo fuese un elemento bello de decoración o en un ramo de novia.
Foto: Lorenzo Carnero
Gracias a Amanda Watt por la mayoría de las fotografías que he usado para este reportaje y que hizo para Sí!Quiero. Todas y cada una de ellas me parecen maravillosas. No solo supo captar momentos, sino el alma de cada uno de ellos. Gracias.
Gracias a todos nuestros familiares y amigos que aportasteis vuestra energía aquella tarde-noche, para que todo brillase con una luz especial. Gracias. Gracias. Gracias.
Gracias Aitor. Gracias por existir. Gracias por elegirme cada día. Gracias por ser. Gracias por ese y por todos los días y noches de nuestra vida. Me quedo contigo, con nuestro aquí y nuestro ahora.
Firmado: La novia
Fotografías Amanda Watt para Sí!Quiero
Gracias a ti, Ana. Gracias por tu cariño, por tu profundidad, por haber traído tantas y tan bellas personas a mi vida. Gracias por Aitor y su luz. Gracias por la sintonía y la complicidad que compartimos durante todo este sendero. La delicadeza con la que vivisteis el día, con la intensidad de todas las emociones, fue mágica. Tu confianza total, un regalo precioso. La energía de todos los presentes, invitados y equipo, maravillosa. Me lo he pasado bomba.
Gracias por tu generosidad: que en esa noche tan única para ti, pidas al Destino lo que sabes que yo deseo, dice todo de tu grandeza. Gracias, cariño.
Hay personas que pretenden que les regalen jardines hechos y ajenos, en vez de cultivar sus desiertos interiores. Tu has cultivado en tu interior un precioso jardín florecido, lleno de color que es un privilegio visitar.
Seguimos juntos… el camino continúa y lo seguiremos disfrutando!
Y mi agradecimiento total a todos los participantes: Invitados y mi equipo. Fuisteis imprescindibles todos y cada uno.
Mención especial a Teresa, que bonita modulación de ceremonia. Bravo!
Gracias a todos los que me ayudasteis a crear este dia. La excelencia se consigue con un gran esfuerzo de todos. Mi súper María Herrero y su equipazo de BBou Hoteles con Belén y Alvaro al frente, Mis niñas Carol y Marina con un entusiasmo inmenso, Antonio que eres un sol, Jason y Daphne de Fox y all the team que no hay palabras, Marta Pino que hasta con fiebre das el do de pecho, Amanda Watts que fotos tan bonitas y reales, Nacho Arias darling (no necesitamos decirnos nada, verdad?, gracias por la complicidad), Conchita de Bambary qué lujo tenerte, Cristian, Quike… disculpadme si salto a alguien, serían las prisas: gracias a todos!!!