En esta sociedad patriarcal y heteronormativa que nos ha tocado vivir, la sexualidad humana es uno de los elementos más castigados, sobretodo si eres mujer.
La educación, la Iglesia, el cine, las series, la política… han castigado la libre expresión sexual de la mujer, relegándola al ostracismo o la mera función reproductiva.
Se habla infinitamente de igualdad entre hombres y mujeres, pero se sigue sin hablar de esa misma igualdad en lo referente al sexo.
» Si un hombre ‘se tira a medio pueblo’ es un campeón, un machote. Pero si lo hace una mujer es una guarra, una buscona, una puta»
Porque a día de hoy, en pleno siglo XXI, un hombre que «se tira a medio pueblo» es un campeón, un machote. Es aplaudido y vitoreado. Pero si lo hace una mujer es una guarra, una buscona, una puta. Es criticada y machada, tanto por hombres como por otras mujeres. Si estamos hablando del mismo hecho y la misma realidad, ¿por qué se ve distinto si lo hace un hombre a si lo hace una mujer?
Pero esta realidad social viene de lejos (de muy lejos), y a día de hoy se ve reflejada también por ejemplo en la adolescencia, donde se anima a los chicos a tocarse, descubrirse y masturbarse, y se prohíbe o castiga, y está socialmente mal visto, que las adolescentes hagan lo mismo.
Y es en parte ahí (y en parte mucho antes) donde se comienzan a germinar problemas que más tarde se desarrollarán a la hora de mantener relaciones sexuales, de disfrutar del sexo y el placer, de masturbarse, de tocarse y mirarse. Eso, o se desarrollará esa sensación tan actual y creciente de estar viviendo a medias, de estar disfrutando a medias, de desarrollar tu sexualidad a medias, con ese halo de culpa que rodea la educación sexual actual, o la falta de ella.
Pero para no construir la casa por el tejado, ¿qué tal si empezamos por el principio? ¿Qué tal si pasamos del miedo al empoderamiento, y de la culpa a la responsabilidad? ¿Y si comenzamos por descubrirnos y tocarnos?
«¿Y si comenzamos por descubrirnos y tocarnos?»
Puede parecer sorprendente, pero tanto en consulta como en reuniones con amigas, me encuentro más de una vez (de dos y de tres) una frase tan chocante como demoledora: «¿Yo? que va, nunca me he visto la vagina.»
Algo estamos haciendo mal como sociedad cuando tu ginecólogo/a ha visto tu vagina más veces que tú.
En cierto sentido, los chicos lo tenemos más fácil porque lo tenemos «todo fuera». Pero independientemente de eso, la sociedad ha castigado desde la antigüedad cualquier atisbo de exploración femenina, de autoplacer, de juego en solitario. Ha castigado todo lo relacionado con el placer de la mujer y su autoconocimiento corporal.
«Algo estamos haciendo mal como sociedad cuando tu ginecólogo/a ha visto tu vagina más veces que tú»
No hablo de verte la vagina como quien ojea una revista, o lo justo para ponerte un tampax. Hablo de pararte, de detenerte en ti. Como base de tu respeto personal, de la pérdida de miedos y tabúes. Como base de tu empoderamiento como mujer y como persona, y la pérdida de la vergüenza a ser. Como base de tu placer, de tu autoconocimiento sexual.
Sea como sea, tu sexo es parte de ti. Cuídalo, explóralo y vívelo. Atrévete a mirarlo de frente, y a disfrutarlo.
¿Serías capaz de verte sin juzgarte? Coge un espejo, y prueba a descubrirte.
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