No es la falta de amor, sino la falta de amistad lo que hace desgraciados a los matrimonios. Esto ocurre porque en la amistad siempre se va de menos a más, por eso el amor debe encontrarse con ella que siempre va de más a menos. Y así, se confluyen los afectos en una dimensión donde el amor es una amistad con momentos eróticos.
Cuando existe este tipo de amor en una relación les une el sentido de la amistad y del humor, la pasión, la comunicación, la alegría de que el otro exista, los proyectos en común, una buena vida social, el compañerismo, la confianza mutua, la certeza de que la otra persona nunca te hará daño intencionadamente, cuando su dolor te duele, cuando hay ternura entre ambos y tienen complicidad y proyectos en común.
Esas son las pistas para que una relación funcione de verdad y se proyecte en el tiempo donde tiene que ser alimentada y cuidada; para ser construida sobre la base de la amistad, el afecto y la intimidad. No, no sólo se puede dejar al amparo de los volubles sentimientos nuestras relaciones porque eso tan sólo nos hará más egoístas, más alejados del amor y mucho más sufrientes ante la vida que nos lleva.
Ese arbitrio de dejar lo que más nos importa a la intensidad de lo que sentimos no ha sido buena idea para estos tiempos que vivimos. Hay que sentir y después cuidar ese sentir, prolongar el sentimiento en un cuidado exquisito de lo que alguna vez nos hizo hormiguear nuestro estómago.
Hay que sentir y después cuidar ese sentir
Pero muchos siguen con la idea del “amor romántico”, de la vida rosa, en donde no habrá ningún problema, todo será felicidad, y el amor durará para siempre, por el simple hecho de que se juraron “amor eterno” y así lo sintieron.
Pero esta idea tan romántica sólo es síntoma del amor inmaduro, en donde no se requiere mucho esfuerzo. Es una idealización del amor, un amor irreal, caprichoso y perezoso. Al final siempre provocará frustración y desencanto con la ya clásica salida más frecuente de la ruptura del vínculo y su consiguiente duelo absurdo con sufrimiento inútil. Sería todo un buen chiste si no fuera por que todo ello nos hace perder lo único que no tenemos: tiempo.
Es ese amor que se da sólo en sentir(se), cuando el único sentido del amor radica en dar(se). He aquí una de las razones principales del porqué en la sociedad actual el amor se ha vuelto tan “líquido”, sí, una vez que se deja de sentir o comienza a dar dificultad optamos por desecharlo.
Es ese amor que se da sólo en sentir(se), cuando el único sentido del amor radica en dar(se).
Es por eso que cada vez es más difícil mantener la capacidad de involucrarse, entregarse y amar de verdad. Quizás tenemos tanto miedo a amar y a dejarnos querer, miedo a confiar, a entregarnos totalmente. Y como mecanismo protector, muchos optan por tener relaciones pasajeras en donde no se involucran sentimientos, sino únicamente atracción y deseo. Otros, por el contrario, optan por tener relaciones insanas, dependientes y hasta adictivas, en donde no existen límites de ningún tipo. Todo ello son tan sólo mecanismos de defensa para no ser amados o bien por ese miedo a ser abandonados…
Sin embargo, también es posible que algunas parejas puedan seguir, continuando por encima de los sentimientos, perdurar juntas toda la vida, ensanchando a los sentimientos, manteniendo un amor apasionado, pero sereno, sin enloquecer y sin miedos.
Porque una relación verdadera de pareja empieza cuando dejamos a un lado la idea de que la otra persona va a satisfacer nuestras necesidades insatisfechas, cuando tenemos bien claro que la relación es con un “ser real” y no con un “ideal”, cuando aceptamos las diferencias y abrazamos los desacuerdos.
Cuando nos quitamos de la mente la absurda idea romántica con la que fuimos educados de que la pareja nos dará amor incondicional, fidelidad eterna y un vínculo para siempre, lo cual, seamos realistas, no corresponde a la realidad y menos ahora en estos tiempos de corazones estrangulados.