Nos enamoramos con el inconsciente, aunque tanto el superyó normativo como nuestra parte más realista conspiren para que no cometamos demasiados errores, y a veces no lo consigan. Atados siempre a nuestros deseos instintivos, a las pulsiones profundas de Eros o Tánatos, repetimos una y otra vez patrones adquiridos en la infancia. Por ejemplo, una niña que no se siente querida ni atendida por su adorado padre buscará, dicen los psicoanalistas, a hombres que la ignoren soberanamente o, al contrario, que no las dejen ni a sol ni a sombra… Prueben a hacer un cronograma de las parejas que han tenido a lo largo de su vida y sus características positivas y negativas más relevantes; luego, hagan lo propio con su padre o su madre y busquen similitudes. Se sorprenderán…
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Es así como nos tiramos la vida entera agachándonos y estirándonos para poder alcanzar la medida perfecta donde poder abrazarnos. Y gracias a las rupturas y fracasos podemos descubrir que es imposible que nos rompan el corazón, somos nosotros mismos mientras tratamos de meterlo donde bien sabemos que no cabe…
» Es imposible que nos rompan el corazón, somos nosotros mismos mientras tratamos de meterlo donde bien sabemos que no cabe»
Es todo un proceso de nuestra existencia afectiva que nos ayuda a deconstruir todo lo que nos han enseñado del amor para así poder ser capaces de sobrepasar las sensaciones que nos sostienen a la deriva. No volver a cometer el gran error al pensar que le damos a aquellos a quienes amamos cuando el amor real es: amamos a aquellos a quienes les damos. En el amor no se trata de lo que voy a recibir sino de lo que voy a dar.
«Amamos a aquellos a quienes les damos»
No obstante, a lo largo del proceso de superación de la ruptura, es frecuente caer en conductas autodestructivas como reacción a la pérdida amorosa. Estas conductas pueden presentarse simultáneamente o sucesivamente durante las diversas etapas del duelo por la ruptura sentimental. Se distinguen cinco errores que obstaculizan y retardan el proceso de recuperación:
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1| La dependencia
La persona dependiente no desea terminar la relación ni mental, ni emocionalmente ni físicamente. Su reacción afectiva es lenta y se aferra a la idea de que aún queda algo vivo en la relación. Al negarse a darla por terminada, no puede afrontar la recuperación. La dependencia se concreta de tres maneras:
1.1 Obsesionarse. Pasarse varias horas pensando en la expareja, con incapacidad de concentrarse en otros aspectos de la vida. Esta invade los sueños en forma de pesadillas. La conducta también puede verse afectada en la vida diaria: llamar continuamente por teléfono, mandar mensajes de texto, cartas, e-mails. Pensar continuamente en qué estará haciendo la otra persona siguiendo su día a día, imaginar con quién estará saliendo, fantasearla haciendo el amor con otro, oír repetidamente canciones que traen recuerdos y evocar lugares o restaurantes adónde se ha ido con ella. No habría que preocuparse excesivamente por la intensidad del pensamiento obsesivo porque con el tiempo este suele extinguirse. Es conveniente realizar actividades que capten la atención y evitar las situaciones y escenarios que indefectiblemente harán recordar a la persona añorada.
1.2 La venganza. Si se ha sufrido rechazo, el ansia de venganza se puede articular de diversas formas: por ejemplo, iniciar una relación antes de estar preparado y exhibirse con ella con la intención de que la pareja anterior se sienta celosa. Es obvio que la nueva pareja es la que sale más perjudicada cuando se da cuenta de que ha sido utilizada después de haberse implicado. Otra forma sería reproducir con la nueva pareja el trato que se ha sufrido o también establecer una nueva relación donde se ejerza mayor control para no resultar dañado otra vez. Para superar la pauta de venganza por despecho, habría que reconocer que está causada por una reacción de ira que nace del dolor del rechazo. Es importante ser consciente de ella para poder superarla.
1.3 Exageración. Con este proceso mental, el rechazado piensa de un modo exagerado que su expareja se lo está pasando fantásticamente bien, mientras él está destrozado. Cree que su mundo se ha empequeñecido, mientras que el de la pareja se ha hecho cada vez más grande y estimulante. Algunas personas muestran una tendencia a disfrutar del propio pesar y utilizan la exageración para torturarse. Otro aspecto de la exageración es la idealización, la cual consiste en focalizar primordialmente en las cualidades maravillosas de la persona que se ha ido. En este caso conviene escribir una lista exhaustiva de todos sus defectos para llegar a ser más objetivo y ser capaz de seguir adelante.
«Algunas personas utilizan la exageración para torturarse»
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2| Las nuevas ataduras
Como fenómeno opuesto al de la dependencia, las nuevas ataduras constituyen otro obstáculo para la curación: llenar la vida con numerosas actividades para suprimir el sufrimiento. Cuando se está tratando de establecer nuevas ataduras es difícil quedarse tranquilamente en casa, leer un libro o ver la televisión. Es como si se produjera una incapacidad de serenase y quedarse a solas. Se buscan relaciones efímeras que se consumen con rapidez, y añaden más inestabilidad emocional. Pasando de una relación a otra, el dolor y el miedo siguen en su sitio sin solución. Este es el escenario favorable para vivir engañosamente un enamoramiento que en realidad es una defensa para reducir el dolor.
Este tipo de reacción es más frecuente en hombres que en mujeres, ya que estas últimas tienen más facilidad que los hombres para afrontar abiertamente sus sentimientos y el sufrimiento emocional. En el primer caso, mientras se pasa de una persona a otra, cada conquista puede reconstruir transitoriamente el ego dañado, pero con el tiempo la gratificación es cada vez menor y al final habrá que hacer frente al sufrimiento de una vez por todas. Mientras se desarrolla la capacidad para estar solo, es bueno asumir que se tendrá que vivir y procesar el dolor, pero este también se acabará debilitando y la persona podrá sentirse más fuerte, más segura y con mayor capacidad para entender las razones de la ruptura. Es importante recordar que el sufrimiento puede ser constructivo; el desafío consistiría en poder funcionar de la mejor manera posible mientras la tristeza sigue su curso hasta que termina. Lo más destructivo, en realidad, es huir del dolor.
«Lo más destructivo, en realidad, es huir del dolor»
3| Arrastrarse
Esta es una de las reacciones más dolorosas que se dan durante la recuperación. Consiste en una conducta zigzagueante que lleva a retroceder reiteradamente a la relación pasada produciendo un sufrimiento cada vez mayor a causa del reiterado rechazo. Llamadas telefónicas constantes, envío de regalos, mensajes, notas, encuentros casuales y declaraciones de amor en múltiples procedimientos. Estas acciones en lugar de convencer a la expareja, le producen una molestia creciente hasta que responde ignorando y mostrándose indiferente u hostil. La consecuencia es la destrucción del amor propio del rechazado. Se pierde entonces el sentido de la realidad y el control emocional. En los casos graves, la persona es incapaz de reconocer que es imposible lograr que alguien sienta lo que no siente hasta que alcanza el nivel emocional más bajo. Ni los regalos, ni las llamadas ni las súplicas harán que una persona sienta lo que no puede sentir.
4| Los excesos
Una de las respuestas más frecuentes ante la pérdida y el rechazo son las conductas compulsivas, o lo que se denomina huida mediante el exceso. La forma más grave de exceso es el abuso de drogas y de alcohol para poder tolerar mejor el dolor de la pérdida amorosa. Estas sustancias proveen alivio temporal a corto plazo. Al recurrir a este recurso con frecuencia, se va perdiendo el control emocional. Es importante mantenerse alejado de sustancias que pueden producir adicción ya que estos son los momentos de más alto riesgo. Esta conducta autodestructiva demuestra que se está perdiendo el dominio de la propia vida.
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5| Elegir por comparación
Una vez la persona se siente en condiciones de volver a salir con alguien puede caer en la trampa de comparar los posibles candidatos con la pareja anterior. La búsqueda por comparación lleva a elegir a alguien muy parecido a la anterior pareja, o, por el contrario, a descartar a todo aquél que muestre algún parecido con ella. El hecho de buscar a un doble de la pareja perdida indica que aún no se ha aceptado completamente la pérdida amorosa y que aún se puede estar experimentando algún pensamiento obsesivo. Si, por el contrario, se rechazan todos los que recuerden a la pareja anterior esto puede ser indicio del temor a volver a sufrir. Para evitar este problema, conviene mantener el contacto con las propias necesidades y a partir de ahí buscar a alguien con la que las pueda compartir. Por eso es bueno centrarse en uno mismo para saber lo que le hace falta para cubrirlas y no comparar a la nueva pareja con la anterior.
«Es bueno centrarse en uno mismo y no comparar a la nueva pareja con la anterior»
El final de una relación puede ser un nuevo comienzo. Sin la influencia de una pareja, la persona puede concentrarse en sus propias necesidades para construir un modo de vida más satisfactorio para sí misma que en el seno de una convivencia infeliz. Conseguir no generar expectativas que por irreales nos generen frustración y decepción. Pues la vida en pareja es para compartir(se) y disfrutar(se) sin esperar a que otros nos solucionen nuestros propios vacíos.
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Por eso, la decisión de romper la relación con alguien y la de vincularse a otro deberían ser, idealmente, procesos independientes, tanto para quitar presión a la nueva relación como para asegurar que el hecho de haber terminado ha sido una decisión correcta y tras ella nos hemos reconstruido.
Se dice que detrás de un gran sufrimiento reside el mayor bien. Y si no lo vemos a simple vista, a lo mejor tendremos que esperar, pero depende de nosotros percibir lo bueno dentro de una crisis. La fuerza interior que nace del sufrimiento se transforma en confianza y seguridad para poder seguir arriesgándonos a vivir y a amar. Comprender que crecer es aprender a despedirse y que en la vida siempre estaremos diciendo adiós; lo cual no nos debe impedir amar. Al poner el punto final a una relación íntima hay que aprovechar para reconstruir los significados, los valores y la manera de habitar en el amor.
«La fuerza interior que nace del sufrimiento se transforma en confianza y seguridad para poder seguir arriesgándonos a vivir y a amar»
Y lo más importante: hay que vivir desde el verbo amar. No hablo de ir rollo «qué huelen las nubes», hablo de entrega, de compromiso, de estar lleno para darse, de ir al encuentro sin carencias y potenciarnos en la relación. Porque el amor crece, el amor da, el amor evoluciona, el amor cambia, eso es el amor.
Hay que desaprender eso de que el AMOR se lleve la exclusividad del encuentro irreversible entre dos personas que fueron felices y comieron perdices, es inexacto, injusto y simplista. Llegar al sentimiento de amar en su máximo esplendor, exportado a todos los rincones de nuestra vida, sin miedo a que se nos agote, porque si algo es eterno y producimos por toneladas a lo largo de nuestra vida (si es que queremos vivir una vida plena) es el AMOR. Sin etiquetas, sin exclusividades, sin condiciones, sin exigencias, sin esperar reciprocidad, sin jaulas ni medida, sin atarnos ni atar, sin idealizaciones, sin expectativas, sin miedo, sin excusas.
Ya lo dijo San Agustín, «ama y haz lo que quieras”…
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