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Cómo se manifiesta el duelo en el cuerpo

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Cómo se manifiesta el duelo en el cuerpo

Si algo positivo nos ha traído la pandemia del coronavirus es el hecho de poner sobre la mesa la importancia de la salud mental y con ello el romper el tabú de hablar de ciertos temas como el duelo y cómo éste afecta a nuestra vida y a nuestro cuerpo. El confinamiento, además, nos ha mostrado qué importante es el contacto con la naturaleza para nuestro cuerpo y para nuestra psique y ha hecho muy presente la máxima: “mens sana in corpore sano”.

El Método de Liberación de Corazas (MLC©) es una técnica que puede ayudarnos a hacer este puente entre cuerpo y mente, un vínculo innato pero que, a menudo, está entorpecido por corazas que se generan como protecciones para no sentir dolor.

Hablamos sobre este tema con Yolanda Domenech, psicóloga especialista en duelo y trauma y co-fundadora de la Asociación MLC-IT en España.

Empecemos por describir qué es el duelo.

El duelo es fruto de una situación (la muerte real o simbólica) que no tiene solución y que produce un sufrimiento emocional en la persona que lo vive. Se trata de un proceso natural de adaptación a una pérdida en el que se ha de aprender a vivir en un mundo donde el otro ya no está.  Habitualmente hablamos de duelo por la pérdida de un ser querido, pero ese “otro” también puede hacer referencia a la pérdida de una relación, la pérdida de un empleo o, por ejemplo, la pérdida de la salud. “Nunca las desgracias vienen solas” dice la canción de Danza Invisible y es cierto que muchas veces los duelos son múltiples, como ha ocurrido con la pandemia del coronavirus. Todos hemos perdido algo de libertad y el mundo ya no es exactamente como era, además, muchos han perdido el trabajo y todo lo que ello comporta en pérdidas económicas y de relaciones sociales y por desgracia muchos han perdido la salud e incluso la vida. Personalmente, creo que es una crisis que nos llama a volver a lo esencial.

Y al cuerpo, ¿cómo le afecta el duelo?

Aunque convencionalmente se ha enfocado el duelo en la respuesta emocional de la pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de la conducta. Es decir, afecta a nuestro cuerpo, a nuestras creencias y a la manera de ver la vida e incluso a nuestro comportamiento. Por lo tanto, implica a todo el ser.

Cada vez sabemos más de la relación mente-cuerpo, cuerpo-emociones. Gracias a la psiconeuroinmunología sabemos cómo el estrés, la angustia y la ansiedad influyen en nuestro cuerpo, afectando al sistema inmunitario y a nuestro sistema endocrino.

Cuando sentimos estrés o angustia se libera en el cuerpo una hormona que se elimina, cuando disminuye el estrés. Pero si este estrés se mantiene en el tiempo la hormona se va acumulando hasta volverse tóxica, afectando así a la salud del cuerpo.

¿Cómo puede afectar a nuestro cuerpo la muerte de un ser querido?

Ante la noticia inesperada de la muerte de un ser querido –por ejemplo, por un accidente de tráfico- el cuerpo recibe literalmente un impacto. Muchas personas describen sensaciones corporales muy intensas, como pérdida de la fuerza en las piernas, sensación de pérdida de consciencia o incluso pérdida de consciencia, sensación de impacto en el pecho, de vacío etc. El impacto es tan fuerte que el cuerpo se protege para sobrevivir.

La propia palabra “duelo” nos habla de dolor. Una pérdida provoca dolor. Desde la perspectiva del Método de Liberación de las Corazas (MLC©) a menudo aparecerá una protección ante este dolor que puede activar ciertas corazas que ya estaban en el cuerpo y por lo tanto activarse dolores o tensiones musculares en función del tipo de pérdida.

¿Nos podrías poner un ejemplo?

Recuerdo el caso de una mujer –la llamaremos María – que acudió a consulta tras la muerte de su padre. Ella siempre había estado muy unida a su padre y de alguna forma había respondido a sus expectativas. Era abogada como su padre, ambos compartían la afición de la música. Aunque ella había tenido alguna pareja, en ese momento vivía sola muy cerca de sus padres.

Esta mujer padecía fuertes dolores de espalda, de rodillas y de hombros que se habían agravado desde la muerte de su padre.

Con el trabajo corporal se fueron aliviando algunos dolores, pero no acababan de mejorar. Era un dolor más profundo al que ella se resignaba. Trabajamos las capas musculares medianas del cuerpo para acercarnos a la coraza parental y allí pudo ver que ese dolor tenía un sentido: le daba existencia.

Es decir, que ese dolor físico estaba ahí por una razón emocional.

¡Exacto! El trabajo corporal mediante los movimientos de despertar corporal en los que se basa el Método de Liberación de las Corazas (MLC©), nos ayudan a dialogar con el cuerpo. Si realmente lo escuchamos, el cuerpo nos puede guiar. A menudo nos alejamos del cuerpo porque es en él en el que vivimos todo aquello que no somos capaces de expresar de otro modo, nos separamos de nuestro cuerpo para no sentir.

No siempre es fácil poner palabras a las emociones profundas. Y a menudo, el lenguaje verbal intenta esconder la expresión afectiva del cuerpo. El lenguaje verbal puede actuar como defensa y el paciente puede perderse en un mar de palabras. Pero el cuerpo nunca miente.

Este dolor podría haber pasado desapercibido ya que se había agravado por todo el esfuerzo físico que había hecho cuidando a su padre. Pero al dar un lugar a este dolor físico, al escucharlo, pudo atravesar la coraza parental y resolver su duelo. Podía seguir viviendo a pesar de la ausencia de su padre. Comprendió que ella tenía existencia por sí misma.

Hasta entonces había vivido según las expectativas de su padre. No se había atrevido a vivir su propia vida. Después de la muerte de su padre había perdido la figura con la que identificarse y de alguna manera este dolor le recordaba que ella existía. Poco a poco, trabajando la coraza parental, fue encontrando su propio lugar en la vida. Así pudo ir despidiéndose de su padre a la vez que recuperaba su propia identidad. Se atrevía por primera vez a tomar decisiones importantes por sí misma, a pensar diferente que su padre, y poco a poco los dolores fueron cediendo dando paso a una mayor autonomía física y emocional.

Es decir, del duelo se puede aprender…

Sí, las crisis son oportunidades para crecer y sin duda el duelo pone nuestra vida patas arriba. Sin embargo –y esto es una opinión personal -creo que no hay que forzar el aprendizaje, si no que el verdadero aprendizaje surge de manera natural. Actualmente, existe cierta presión que nos puede llevar a intelectualizar en exceso y corremos el riesgo de perder el verdadero mensaje, que suele tener que ver con ir hacia lo esencial.

Por ejemplo, María siguió trabajando como abogada, pero cambió su manera de trabajar, aportando sus ideas y su creatividad al trabajo.

En el duelo surge la tendencia a idealizar al que se va. Y en este caso digamos que se había muerto su Dios, aquel que le daba sentido y existencia. Era difícil sacarle de esa visión que tenía ya definida y arraigada antes de que su padre muriera. Con la pista del dolor físico pudimos entrar en el tema. Ya no necesitaba el dolor para sentir que existía. Se permitía ser ella sin más. El verdadero aprendizaje surge al sentirlo en el cuerpo y en el alma. María ya hacía tiempo que entendía intelectualmente que tenía derecho a existir, pero no lo pudo integrar en su vida, hasta que empezó el trabajo psicocorporal.

¿Cuánto tiempo dura un duelo?

No hay un tiempo estipulado ya que dependerá de varios factores como la naturaleza de la pérdida, las circunstancias de la pérdida y el estilo de afrontamiento del doliente, pero en general se habla de mínimo un año en el que se pasa de nuevo por fechas clave como aniversarios, cumpleaños, Navidades o vacaciones. De todas formas, lo importante no es cuánto tiempo, sino superar el proceso de duelo y eso significa poder recordar a la persona querida sin dolor.

Hay que tener en cuenta que el vínculo con la persona que muere continúa, de otro modo, pero continúa. De hecho, ese es el objetivo del duelo: seguir vinculado con el ser querido, sin que ello impida continuar nuestra vida.

Según los estudios de la Dra. Elisabet Kubler Ross, el alma o conciencia sigue su camino. Pero más allá de valorar este hecho, lo cierto es que con la muerte desaparece el cuerpo. Tarde o temprano desaparece. Si lo pensamos, no hay nada que nos conecte más con el cuerpo que la muerte.

¿A qué te refieres?

El cuerpo es lo que nos permite sentir y por lo tanto, saber que estamos vivos. Y a veces el cuerpo no tiene más remedio que gritar para que nos demos cuenta que estamos vivos y que tenemos una vida por vivir. Nuestra vida y no la de los demás. La nuestra. Y a veces, el cuerpo grita a través del dolor en un intento de llamar nuestra atención para que atendamos ciertos aspectos de nuestra vida que requieren nuestro cuidado. Así que el cuerpo, a pesar del dolor, es nuestro aliado y es importante que dialoguemos con él y le escuchemos para conectar con su sabiduría innata. Nuestro cuerpo vivirá con nosotros hasta nuestro último suspiro, así que hagámonos amigos de él!

 

Labonté, Marie Lise: “El Click. Transformar el dolor que destruye en dolor que cura”. Edit: Sal Terrae. Santander 2006

Labonté, Marie Lise: “Liberación de Corazas”. Editorial Luciérnaga. Barcelona. 2009

 

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