Su nombre real es Marián García, pero todo el mundo la conoce ahora como Boticaria García. Así lo refleja su cuenta de Instagram, @boticariagarcia, y así se titula su famoso blog, ese que la llevó a la fama hace apenas tres años. Siempre le había gustado escribir y acostumbraba a hacerlo en sus ratos libres mientras estudiaba Farmacia, así que en los inicios de Internet, cuando trabajaba en una botica de un pueblo de 500 habitantes, decidió abrirse un blog de divulgación. El proyecto se le “fue de las manos”, como ella misma dice, porque de esta pequeña farmacia rural ha pasado a los platós de televisión y los estudios de radio de todo el país. Actualmente tiene una comunidad en Instagram de más 140 mil seguidores y colabora en el programa Zapeando, de La Sexta, y en Radio Nacional de España (RNE), además de ser profesora en la Universidad Isabel I.
Doctora en Farmacia y Nutrición, empezó escribiendo en la web sobre las preguntas cotidianas que la gente le hacía en la botica y dando consejos sobre comida saludable y sostenible. Su blog dio el salto a la fama en cuestión de meses y su primer libro en papel vio la luz al poco tiempo. No ha desaprovechado ni un minuto desde entonces y ya va por su tercer libro, titulado “El jamón york no existe”, que presentó hace unas semanas en FNAC Málaga. Aprovechamos la ocasión para conocer en profundidad a la Boticaria García y que nos desmienta ciertos mitos sobre nutrición.
¿Siempre has querido ser farmacéutica?
En realidad yo quería ser periodista. A mí siempre me ha gustado mucho la comunicación y escribir, pero cuando les dije a mis padres después de hacer selectividad que iba a elegir Periodismo o Filología Hispánica, me dijeron: “Si quieres comer caliente, olvídate del Periodismo y haz Farmacia como tu padre y tu madre” (ellos tenían una farmacia). Es verdad que yo iba por la rama de Ciencias y que también pensé en hacer Medicina, así que al final decidí hacer Farmacia y en mis ratos libres me dedicaba a escribir. Al tiempo me abrí un blog para hablar de cuando la gente venía a la farmacia diciendo “He visto en Internet esto o lo otro”. El blog se me fue de las manos.
Hay mucho desconocimiento y muy mala información en cuanto a nutrición y dietética. Es un mundo en el que hay mucho instrusismo y mucha gente da consejos sin ninguna formación sanitaria
Trabajabas en una farmacia de un pueblo de 500 habitantes, ¿te ayudaron las historias de la gente a abrir el blog?
Bueno, el blog era un blog de divulgación desde el principio. Su fin era hablar de los piojos, los mosquitos, el paracetamol, el ibuprofeno y alimentación. Lo que pasa es que tenía una pequeña sección de anécdotas que pasaban en la farmacia y me propusieron escribir un libro sobre anécdotas, que fue “El paciente impaciente”. Este libro me llevó a los medios. Fui a presentarlo y a raíz de ahí me fui quedando en los medios con secciones: en la radio, en la tele, en la revista de Ana Rosa, en Saber Vivir, etc. Todo se fue retroalimentando un poco. Por los medios se da a conocer el blog, pero el blog también me hizo llegar a los medios. Luego vino el segundo libro y ahora el tercer libro.
¿Hay mucho desconocimiento en España en cuanto a nutrición y dietética?
Muchísimo. Por un lado está el desconocimiento y por otro lado la mala información. La gente que no sabe distinguir entre lo que es una grasa saludable y lo que es una grasa no saludable, eso es desconocimiento. Pero a la gente que le dicen que el aceite de coco es mejor que el aceite de oliva, eso es mala información. Hay muchos falsos mitos y mucho intrusismo. Hay muchas personas que no son nutricionistas, que no tienen el grado en Nutrición o que no tienen ninguna formación sanitaria y que ofrecen consejos tanto en la vida real como en las redes, sin ningún tipo de rigor científico. Esto es muy peligroso porque hay gente que toma decisiones en base a estos gurús.
¿Han hecho las redes sociales daño en este sentido?
Las redes sociales tienen una doble cara. Las redes sociales solo son el medio. Sirven para bueno y para malo. A mí puedo decir que me han servido como altavoz, porque no hubiera acabado nunca en la radio o en la tv si no hubiera sido por las redes sociales y el blog; por otro lado, las redes sociales también dan voz a mucha gente que no tiene formación en determinados ámbitos y hablan sobre ellos.
¿Cómo has llevado el salto a la fama, el pasar de una farmacia rural a que te conozcan en toda España?
El cambio ha sido curioso, porque además ha sido en muy poco tiempo. Llevo dos o tres años dedicada a esto. En el fondo yo siempre digo que hago lo mismo. Yo daba un consejo de salud en un pueblo de 500 habitantes y ahora lo puedo dar a un millón de personas que ven los programas o escuchan la radio, pero la esencia es la misma. Mi esencia es comunicar y dar consejos de salud. Ahora bien, en el día a día mi vida ha cambiado. Yo antes tenía un horario y trabajaba de diez a dos y de cinco a ocho. Ahora estoy en Málaga, la semana que viene en Bilbao y la siguiente en Burgos. Los horarios son un poco caóticos, aunque es muy gratificante y estimulante.
Antes daba un consejo de salud en un pueblo de 500 habitantes y ahora lo puedo dar a un millón de personas, pero en el fondo hago lo mismo.
Ahora que sales en la tele, la radio y tienes miles de seguidores en redes sociales, ¿te va parando la gente por la calle para preguntarte consejos?
Hay gente que me reconoce por la calle, sobre todo los que me ven en la tele o me siguen en Instagram. Tengo varias anécdotas graciosas. Este verano estaba en una pizzería con mis hijos y la gente me mandaba fotos por Instagram dándole un bocado a la pizza, como diciéndome “Te he pillado, tú también comes pizza”. Hay gente que no entiende que yo doy consejos de nutrición pero que también tengo derecho a comer pizza de vez en cuando. Pero bueno también hay mucha gente que me ve y me dice que desde que me sigue o me lee ya no come ciertas cosas o que sus hábitos han cambiado en gran medida. Esto es muy gratificante para mí. Yo no me considero ‘influencer’ en el sentido de que no hago publicidad, sino que soy divulgadora, pero sí que reconozco que tengo cierta influencia en la gente que confía en mi palabra, lo cual es una responsabilidad muy grande.
Estás constantemente en los medios de comunicación, de gira presentando tu último libro, eres profesora universitaria, tienes hijos… ¿Cómo haces para llevarlo todo para delante?
La farmacia tuve que dejarla porque llegó un momento en el que era incompatible. Los últimos años estuve en una farmacia en Madrid y desde hace un año y medio lo dejé porque ya me di cuenta de que la comunicación me absorbía mucho. La universidad en la que doy clase es online, por lo que cual lo puedo compaginar muy bien. Básicamente lo que hago es que duermo menos de lo que debería. Yo tengo unas horas de trabajo que son nocturnas, entre las 23.00 y las 04.00 horas soy bastante productiva. Por el día cuento con mucha ayuda también. Si no fuera por mi marido, mis padres, y gente en casa que nos ayuda, sería imposible. Al fin y al cabo, como cualquier madre que trabaja y que tiene horarios un poco fuera de lo normal.
La gente está más predispuesta a pensar que el chorizo con quinoa es más sano que un chorizo normal. Es chorizo igual pero con cuatro bolitas de quinoa.
En tu último libro ‘El jamón york no existe’ nos desmientes el falso mito del jamón york, ¿hay algún otro superalimento que tengamos que desterrar?
Los superalimentos no existen tampoco. Esta palabra habría que desterrarla. Ni la quinoa tiene propiedades que no se encuentran en otros alimentos; ni las barras de acai de Brasil tienen antioxidantes que sean mucho mejores que los de las uvas de Manilva. Aquí en Málaga tenemos frutas como el melocotón, el aguacate o las cerezas que tienen las mismas propiedades nutricionales que las frutas exóticas que nos venden como superalimentos. ¿Qué es lo que pasa? Que nadie es profeta en su tierra. Es una cuestión de marketing y no tiene ningún sentido ni a nivel económico ni a nivel de sostenibilidad, pero actúa como lavadora de conciencia. La gente está más predispuesta a pensar que el chorizo con quinoa es más sano que un chorizo normal. Es chorizo igual pero con cuatro bolitas de quinoa. Es ridículo, pero hay gente que no lo entiende.
¿Cuál es el falso mito que más cuesta eliminar?
Hay varios que están de moda, como por ejemplo que la leche es mala. Es cierto que la leche no es imprescindible, pero todos los mitos que ahora se le achacan como que tiene hormonas o que produce mocos son falsos. También el del gluten. Ahora hay una moda antigluten, pero si no eres celiaco y no tienes ninguna patología relacionada con el gluten, no tienes por qué eliminar el gluten. Aunque quizá lo que más rabia me da es el tema de la fruta. La gente le tiene mucha manía a la fruta. “Que si la fruta no se puede comer de postre, que si no se puede tomar a partir de las 7 de la tarde…” Y no hay ninguna evidencia de esto. La fruta no tiene un reloj dentro que diga “ahora engordo y ahora no”. Tiene la misma carga antes de las 7 que a las 7 y media. El tema es: ¿por qué buscamos cosas negativas a algo que es saludable? La fruta cuanto más comas mejor.
La dieta como tal no debería existir en el contexto de perder peso
Hay muchas dietas que se han puesto de moda últimamente, como por ejemplo la del ayuno intermitente, ¿es realmente saludable?
El ayuno intermitente concretamente hay evidencia de que para perder peso puede ser igual de efectivo que una dieta de restricción calórica. Ahora, debe ser pautado por un nutricionista y de manera no paralizada. Cada uno necesitará su plan personalizado. Concretamente debe ser tomado casi como un estilo de vida. El ayuno intermitente no es una dieta para hacer un mes sino que el que lo haga debe mentalizarse de que va a vivir con ese régimen de ingestas.
¿Hay alguna dieta que se haya puesto de moda que pueda ser perjudicial para la salud?
Hay muchísimas. Hace poco veía un vídeo de unos que se han inventado ‘la isla del plátano’. Es una metáfora para simbolizar que durante 12 días sólo comen plátano. La cuestión es que claro pierdes peso, al igual que si sólo comes chirimoyas también. Con este tipo de dietas al final puedes tener grandes problemas de salud. Hay que desconfiar de las dietas que llevan apellido. La dieta como tal no debería existir en el contexto de perder peso. Es un cambio de hábitos y se debe mantener siempre. Puede haber dietas específicas para alguien que tenga una patología en el riñón, pero para una persona que solo quiera perder peso no. ¿Que por qué funcionan? Porque si dejas de comer pizzas y bollos y donuts, pues claro que perderás peso, pero no porque comas justo la lechuga que te dice el doctor patatín, sino porque estás dejando de comer ciertas cosas.
Redacción y fotografías: Elena Cabeza