“Yo no soy diferente; no soy un tabú. Soy transexual”. Así lo relata J.M, un chico transexual que se está sometiendo al proceso de hormonación. La transexualidad se reconoce como el proceso que experimenta una persona para adquirir las características físicas del sexo opuesto mediante hormonas y, en algunos casos, va acompañado de cirugía.
“Yo no soy diferente; no soy un tabú. Soy transexual”
Miles de personas en el mundo nacen con una identidad que no se corresponde con el sexo que se les asigna. El acoso, los prejuicios e incluso el bullying en el caso de los más jóvenes, dificultan la integración social de una forma real.
El papel de los psicólogos en este proceso es, en muchos casos, determinante. Carmen García Prieto, psicóloga clínica, afirma que el objetivo es hacer que el paciente no sienta rechazo por sí mismo y que no tema a ser rechazado por los demás. “En la mayoría de los casos el entorno de la persona responde positivamente, pero existen casos en los que hay que estar preparados para cualquier reacción”, afirma.
J.M se dio cuenta a los seis años de que era un chico atrapado en un cuerpo aparentemente femenino, pero era imposible confesar que era transexual en su casa porque su padre no era una muy tolerante y difícilmente lo aceptaría. “Me obligué a no revelar jamás a nadie lo que sentía. A este silencio atronador le añadí el propósito de luchar contra mi propia persona hasta que he sido lo suficientemente independiente como para exteriorizarlo”, sentencia.
La apariencia física de J.M es la de un chico a pesar de que lleva poco hormonándose. No tiene pecho, se ha sometido a una cirugía plástica recientemente y se hormona cada día después de cenar. “No sabía ni cómo ni por qué pero era consciente de que algo en mí no era igual a lo que observaba en mis compañeras del colegio”, explica.
Con su testimonio deja claro que a nadie le gusta lo difícil y menos como proyecto de vida, pero hay que ser fiel a lo que sentimos y no dejarnos llevar por la corriente social. Como en todo en la vida hay que luchar incansablemente hasta lograr nuestros objetivos. “Me propuse vivir, aunque mi sexualidad estuviese en `modo oculto´ y así tuve mis primeras parejas femeninas”, confiesa.
«Nunca me he reconocido como una mujer»
Después del autoengaño como forma de vida, vino la aceptación y confesó a su círculo más cercano quién era de verdad. “Nunca me he reconocido como una mujer y mi propio cuerpo ha sido motivo de conflictos emocionales para mí. Eso tenía que terminar”. La reacción de su entorno fue admirable y, por supuesto, positiva.
El entorno de J.M le ayuda a que el proceso se lleve de manera privada, además siempre ha tenido un aspecto masculino incluso antes de empezar a hormonarse. Por ese motivo ha sido más fácil que su padre no note grandes cambios. Desde hace 20 años lleva el pelo corto y ha utilizado faldas en muy pocas ocasiones ya que para él suponía “salir disfrazado a la calle”. Ha encontrado en sus amigos grandes cómplices para guardar su secreto a voces y de momento está consiguiendo ocultárselo a él. “Algún día tendré que enfrentarme a la realidad y contárselo todo, pero ahora mismo no estoy preparado”, relata.
«Ponerme una falda era salir disfrazado a la calle»
“Si hubiese podido elegir, te juro que jamás habría escogido una situación tan dura y tan difícil de aceptar como la que me ha tocado”, afirma con una expresión de preocupación en el rostro. Lleva la mitad de su vida viviendo “a medias” y hace un año decidió que la situación era insostenible y comenzó un largo proceso de transformación total.
“Tengo un miedo atroz, pero tengo más miedo a que un día me despierte y sienta que, definitivamente, he perdido el tren de mi vida”
“Quiero ser yo, necesito ser yo, y no sólo por dentro”, dice con voz firme. “Tengo un miedo atroz, pero tengo más miedo a que un día me despierte y sienta que, definitivamente, he perdido el tren de mi vida”. La sinceridad con la que confiesa su identidad y la claridad de su historia permiten que nos adentremos en un mundo, para muchas personas inexplorado, y que hoy, más que nunca, está `a la orden del día´.
La libertad empieza y se desarrolla dentro de cada individuo, somos capaces de tomar las decisiones para crear nuestro propio “sendero de vida” y, a veces, hay que nadar a contracorriente para encontrar el camino correcto. Sin miedo a los prejuicios, sin tapujos y sin vendas en los ojos debemos enfrentar la realidad, nuestra realidad, cada día. “Depender de algo externo, personas o cosas para ser feliz, traerá de todo menos felicidad”, concluye. Y no estamos aquí para no ser felices.
|
Enhorabuena Victoria, precioso artículo.