A sus 96 años, Alejandro Jodorowsky continúa siendo una figura singular en el panorama cultural contemporáneo. El creador chileno, cineasta, dramaturgo, escritor y terapeuta alternativo, sigue despertando fascinación y debate en torno a su obra y a su pensamiento. Su reciente paso por Málaga, donde ha presentado en el Teatro Cervantes el documental Psicomagia: un arte para sanar, ha vuelto a situar en primer plano un legado artístico y humano que, lejos de agotarse, mantiene plena vigencia.
Durante dos tardes ha sido recibido entre aplausos con el aforo del teatro al completo puesto en pie. Tras la proyección del documental compartió con los asistentes su visión de la vida y la muerte.

Un creador inclasificable
Nacido en 1929 en Tocopilla (Chile), Jodorowsky construyó a lo largo de su vida un universo creativo que atraviesa múltiples disciplinas: cine, teatro, literatura, cómic y terapias alternativas. Títulos como El Topo (1970) y La montaña sagrada (1973) lo convirtieron en un referente del cine de culto y en figura esencial del movimiento de las midnight movies.
Sin embargo, reducirlo al ámbito cinematográfico sería limitar la amplitud de su propuesta. Su búsqueda vital ha sido siempre la de integrar el arte, la espiritualidad y la sanación psicológica. Bajo esta mirada, la creatividad se convierte en una herramienta de transformación tanto personal como colectiva.

La psicomagia: cuando el arte actúa como medicina
Quizá la contribución más original de Jodorowsky sea la psicomagia, un método que él mismo define como “un arte que cura”. Se trata de un enfoque terapéutico que combina psicoanálisis, rituales chamánicos, teatro y artes visuales para diseñar actos simbólicos capaces de liberar bloqueos inconscientes.
El punto de partida es claro: el inconsciente no distingue entre realidad y ficción. Por ello, los símbolos, metáforas y actos poéticos tienen la capacidad de desatar traumas que permanecen atrapados en la memoria profunda. A diferencia de terapias tradicionales, centradas en la palabra, la psicomagia propone la acción como vehículo de transformación.
Los llamados “actos psicomágicos” pueden consistir en rituales íntimos, intervenciones artísticas o acciones performativas que buscan impactar de manera directa en el inconsciente. Lo esencial es que cada propuesta sea única y diseñada para resonar con la historia personal del consultante.

Metagenealogía y sanación de linajes
Un pilar de la metodología jodorowskiana es la metagenealogía, el estudio del árbol familiar como mapa de patrones heredados. Según esta visión, muchas heridas psicológicas no nacen en la experiencia individual, sino en traumas transmitidos de generación en generación. El análisis del árbol genealógico permite identificar esos nudos ocultos y diseñar actos simbólicos que contribuyan a liberarlos.
De este modo, la psicomagia no solo se plantea como una terapia individual, sino también como un proceso de reconciliación con la memoria familiar y de transformación del legado recibido.

De los escenarios al reconocimiento internacional
La trayectoria de Jodorowsky comenzó en el teatro de vanguardia en México en los años sesenta. Allí creó, junto a Fernando Arrabal y Roland Topor, el movimiento pánico, una experiencia escénica que combinaba surrealismo, dadaísmo y la radicalidad de Antonin Artaud.
Su salto al cine con Fando y Lis (1968) abrió un camino breve en número de películas, pero de enorme influencia en cineastas posteriores. Incluso su frustrado intento de adaptar Dune en los años 70 se convirtió en mito gracias al documental Jodorowsky’s Dune (2013), que mostró la magnitud visionaria de aquel proyecto.
En paralelo, su exploración en el campo de la psicología, la espiritualidad y las tradiciones esotéricas le permitió desarrollar una metodología terapéutica propia que ha trascendido el ámbito artístico.
Enseñanzas y filosofía de vida
Más allá de sus obras, el mensaje de Jodorowsky se centra en la integración del ser humano. Su propuesta invita a unir cuerpo, mente, emoción y espíritu, superando la fragmentación que caracteriza a la vida contemporánea.
Entre sus enseñanzas destacan:
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La necesidad de liberar patrones familiares limitantes sin negar los orígenes.
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El desarrollo de la “conciencia poética”, una forma de percibir la realidad abierta al simbolismo y a la multiplicidad de significados.
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La práctica del “acto gratuito”, acciones realizadas sin esperar beneficio, que rompen hábitos y abren nuevas perspectivas.
Estas ideas, de clara raíz artística, se convierten en principios vitales que apelan tanto a la libertad interior como a la creatividad como herramienta de sanación.

Un legado en evolución
El documental Psicomagia: un arte para sanar, presentado en Málaga, ofrece una mirada directa a esta práctica. La película muestra sesiones reales y permite comprender mejor un trabajo que a menudo ha sido simplificado o malinterpretado. Más que una película, se presenta como un puente entre teoría y práctica, donde se evidencian los efectos transformadores de los actos simbólicos.
La longevidad de Jodorowsky y su permanente actividad creativa son, en sí mismas, un testimonio de coherencia vital. Su capacidad para reinventarse y seguir transmitiendo conocimiento a los 96 años refuerza la relevancia de su propuesta.
La obra de Alejandro Jodorowsk
La obra de Alejandro Jodorowsky trasciende etiquetas. Su psicomagia, fruto de décadas de experimentación, plantea nuevas vías de sanación en un mundo que busca respuestas alternativas al malestar contemporáneo. Al integrar arte, psicología y espiritualidad, invita a reconsiderar la relación entre creatividad y salud, entre símbolo y transformación.
Su visita a Málaga no ha sido solo la proyección de un documental, sino una reafirmación de que el arte también puede ser medicina. Y que la vida, entendida como acto poético, sigue ofreciendo caminos de curación y plenitud.