Lew Hoad volvía a recibirnos para ser anfitrión de un encuentro en el que íbamos a vivir muchas sensaciones. Alejandro Vega, autor del método Dicedir y del libro del mismo nombre, venía dispuesto a despertarnos de nuestro letargo y ponernos frente a un «espejo» donde el reflejo muestra mucho más que nuestra apariencia exterior. Un ejercicio al que no todo el mundo es capaz de enfrentarse. El tema: ‘Despierta tu poder. Transforma tu vida’.
Tengo la sensación de que esa noche compartimos sólo una parte de la experiencia de esta Cena con Chispitas, porque cada uno se quedó con una parte del mensaje, cada uno destacaría seguro algo distinto de todos los mensajes potentes que lanzó Alejandro Vega. Aunque creo que todos podríamos coincidir en que fue una noche muy enriquecedora a la vez que sumamente divertida. Tanto es así que hubo momentos en los que lloramos de la risa por la energía que se creó. Somos diferentes en muchas cosas, pero en otras somos mucho más parecidos de lo que creemos.
Lew Hoad volvió a disponerlo todo para crear un ambiente acogedor, muy agradable. Para ello contó con la inestimable colaboración de Pedro Navarro, que fue el encargado del menaje de la mesa, y de la florista Susana Sánchez, que, muy acorde a la forma de ser y vivir de Alejandro Vega, optó por un centro de mesa en el que las hojas de olivo, las macetas y pinceladas con limones nos recordaban la belleza de la naturaleza.
Todavía no ha pasado mucho tiempo desde nuestra anterior cita en Lew Hoad, pero ahora los días son más largos, por lo que pudimos recibir a nuestros invitados mientras contemplábamos un precioso atardecer sobre la piscina y los árboles que rodean el espacio del encuentro.
Si no estuviste y estás leyendo este reportaje, quizás estas líneas también encierren un mensaje para ti que te libere de esas preguntas que te rondan la cabeza.
2 de mayo de 2019. Cenas con Chispitas
Lugar: Lew Hoad
Ponente: Alejandro Vega
El tema: “Despierta tu poder. Transforma tu vida”.
Los asistentes
Por alguna razón, todos los que estábamos esa noche allí, estábamos por algo. Unos, porque querían conocer el formato; otros, por el tema; otros, por el ponente; y algunos porque no se quieren perder ninguna cena. Pero todos teníamos algo importante que escuchar. Algo que nos iba a llevar en diferente medida a reflexionar y, quien así lo decida, a avanzar.
Dori Pérez está sumida en la actualidad en un proceso vital de transformación. Es de esas valientes que se ha atrevido a romper con lo que tocaba, con lo establecido, para buscar su plenitud personal. Tras media vida trabajando en el comercio, decidió dar el paso y adentrase en un camino para descubrirse, para encontrarse, para dar un giro al rumbo de su vida. Actualmente se está formando como coach para acompañar a otras personas en su proceso vital. Su alegría, su sonrisa, no son más que la demostración de lo que está disfrutando esta nueva etapa en la que se siente más ella que nunca, en la que vuelve a su esencia.
Conchi Gálvez es enfermera. Ante las preguntas que aparecen en su cabeza y que siente en el corazón, no quiere esperar a que lleguen las respuestas y ha salido a buscarlas. Es amiga de Dori y vino animada por ella. Ya hace tiempo que se puso enfrente de ese espejo que a muchos aterra.
Titi Canales nos ha acompañado en varios de nuestros eventos. Se encuentra inmersa en un proyecto empresarial enfocado a difundir eventos relacionados con el despertar de la consciencia y con la relación tan estrecha entre el cuerpo y la mente: alimentación consciente, meditación, yoga… En breve, lanzará una plataforma digital en la que podremos estar informados de todos los eventos que sobre estos temas se programan en nuestro entorno.
Rocío Vázquez, de Travelpop Viajes, también se subió a ese barco de búsqueda interior y desde entonces no ha dejado de navegar para encontrarse. Quizás por eso las citas de Cenas con Chispitas que elige están relacionadas directamente con eso. Era su tercera vez con nosotros. Si en una ocasión anterior ya había venido acompañada por Sebastián Márquez, policía local de Estepona, esta vez se les sumó Javier Márquez. Javier es propietario de una cafetería en Estepona.
Laura Ochoa es periodista y trabaja en el Gabinete de Prensa del Ayuntamiento de Fuengirola. Vino junto a su pareja, el arquitecto Arturo Montilla. Los dos se encuentran en un proceso vital en el que vivir va más allá de una sucesión de días y circunstancias.
Volvieron a acompañarnos Manuel Toledo, Carmen Sánchez, Manuel Navarro y Ana Cardiel. Cuatro personas que han cruzado sus caminos gracias a Cenas con Chispitas.
Manolo Navarro hace ya un tiempo que decidió arriesgar y vivir su vida como quería. Para él no fue un freno ser arquitecto, ni tener ya una edad para probar en el mundo de las artes escénicas, hacer sus pinitos como actor y crear su compañía de teatro.
Manuel Toledo y Carmen Sánchez han vivido muchas experiencias buenas y malas en su vida. Como dice Manuel, han tenido que reinventarse en múltiples ocasiones. Están en un momento precioso en el que ponen el foco en el presente y se beben a sorbitos la vida. Cada instante cuenta y suma.
Manuel Toledo y Carmen Sánchez
Ana Cardiel comenzó hace muchos años ese viaje del que nos hablaría Alejandro Vega. Un viaje que le ha llevado hasta su interior, pero también a lugares como la India en busca de esa paz interior, de esa plenitud.
Susana Cecilia vino dispuesta a escuchar, a recibir y a sentir lo que Alejandro Vega nos tuviese que transmitir. Ella también nos ha acompañado en encuentros anteriores. Hasta el momento siempre ha venido sola. Y digo lo de que siempre ha venido sola porque me consta que a muchos os limita.
Federico y Fran Serrano son hermanos. Como todos, buscaban respuestas y un nuevo enfoque, una nueva mirada, para las circunstancias y obstáculos que nos encontramos en la vida.
Jessica Arrabalid es peluquera y maquilladora y está muy especializada en el sector nupcial. Su empresa es Jessie Arte y Estilo. Aunque ese día no se encontraba fisicamente del todo bien, decidió venir y acompañarnos. Lo hizo junto a su marido, Javier Zábal. Javier es director de una sucursal de Unicaja, pero además siente pasión por el marketing y por el trabajo de su mujer, a la que apoya en todo lo que hace.
Alejandro Vega vino acompañado por su tía, Paloma Narváez. Paloma trabaja en el centro de Desarrollo Personal coordinando los talleres y cursos que se imparten. Es hermana de la madre de Alejandro, que también forma parte de este proyecto.
Susana Sánchez es florista y ha sido la encargada de darle vida y color con la decoración floral a las dos cenas de este ciclo que hemos celebrado en Lew Hoad. Se incorporó más tarde al encuentro porque tenía un compromiso profesional. No es de hablar mucho, pero con la mirada lo dice todo.
Nuria Ramírez es responsable de bodas en Lew Hoad. Ha sido un placer trabajar con ella para estas Cenas con Chispitas. Amante del trabajo bien hecho, de facilitar el trabajo de los demás y de cuidar todos los detalles. Me he sentido muy cómoda y tranquila coordinando estas citas con ella. Y aunque su trabajo consiste en crear el envoltorio perfecto para bodas y eventos, está convencida de que lo exterior debe ser un reflejo del interior.
La Cena
Aperitivos: Pan Bao con Salmón marinado en Salsa de Eneldo y Mostaza. Capuccino de Foie con Manzana Confitada a la reducción de Pedro Ximénez.
Primer plato: Crema de Espárragos Trigueros al estilo del Chef y Crujiente de Jamón Ibérico.
Segundo Plato: Suprema de Merluza en Salsa de Cava.
Postre: Mini delicias de Cati Schiff
El Ponente
Alejandro Vega llegó a mí gracias a Laura Chica, que fue protagonista de otra de nuestras cenas. Fue ella la que me habló de él y de todo lo que podía aportarnos.
Alex llegaba a Lew Hoad dispuesto a despertarnos y a removernos, dentro de las limitaciones del tiempo que iba a tener y teniendo en cuenta que estábamos en una cita social. Pero también quería que nos llevásemos esa noche recursos y herramientas para avanzar.
Si normalmente la mayoría nos adentramos en el Desarrollo Personal a una edad adulta, y casi siempre después de haber vivido alguna crisis emocional, él comenzó siendo muy joven en este camino. En su búsqueda de la felicidad, de la paz interior, hacia la plenitud, hacia una vida de coherencia dentro de las incoherencias que todos tenemos. Comenzó ese camino junto a su madre. Álex buscó en la religión y también en libros escritos por maestros y guías espirituales. Buscó y buscó. Hasta que descubrió siendo muy joven que sólo había un sitio donde tenía que buscar para encontrar esas respuestas que tanto necesitaba: su interior.
Tenía que revisar su propio sufrimiento. Nadie iba a rescatarle. Tenía que rescatarse a él mismo. A lo largo de su vida se ha formado en diferentes técnicas y terapias para ayudarse sí mismo, y, a través de su aprendizaje, también ayudar a los demás. Además del libro donde recoge las claves de su propio método, DICEDIR, cuenta con tres títulos más en el mercado: ‘Claves de Acceso’, ‘Creatividad’ y ‘Caminar con Sentido’.
En su Escuela de Cambio y Transformación Emocional Ser Persona dirige a un equipo de entre 10 y 15 personas, dependiendo de los cursos que están en marcha.
Nos encanta a todos culpar de nuestros males o errores a las circunstancias, a nuestros padres, a situaciones que hemos vivido… Y con eso les damos poder. Álex venía a mostrarnos que no somos víctimas de nada, sino los arquitectos de nuestra vida.
Vive en el campo rodeado de gallos, gallinas y plantas. Es a través del cuidado de sus plantas como mejor se conecta consigo mismo, con la naturaleza, con su naturaleza. Asegura que él no está aquí para darle lecciones a nadie, pero sí para ayudar a quien quiera dejarse ayudar, a través de las experiencias que ha vivido y mediante las herramientas que ha encontrado en su camino.
La ponencia
La cena tenía por título: “Despierta tu poder. Transforma tu vida”. Transformar lleva implícito el cambio. Y los cambios a veces dan mucho miedo, porque aunque lo que tengamos, lo que vivimos, no nos guste, al menos es lo conocido. Como decía antes, requiere de valentía cambiar lo que no nos hace ser felices, estar en paz con nosotros mismos, salirnos de las normas establecidas. Le di la palabra a Alejandro Vega, leyendo una frase de su madre: «Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado; por eso todo ha cambiado”.
Alejandro Vega compartió con nosotros sus aprendizajes, su experiencia, sus vivencias, el sufrimiento que le llevó a transformar su vida y, por tanto, su realidad. Aseguró que sólo lo hacía con el objetivo de que nos quedásemos con lo que necesitásemos de su testimonio y pudiésemos usar para nosotros.
Sí, el tema era serio, profundo, pero gracias a las dinámicas que planteó durante la cena y el postre, todo se llenó de alegría y humor. Pero esa parte, aunque la podréis ver reflejada en las fotos, se queda para los que estábamos allí y pudimos abrazar la experiencia junto a él.
Álex comenzó explicando que lo que iba a compartir con nosotros eran herramientas que a él le habían servido en su desarrollo personal, pero que cada uno lo aplicase a su propia vida o lo descartase si consideraba que no le valía.
Nos contó cómo desde su nacimiento había vivido con la carga de la culpabilidad de la infelicidad de su madre. “Desde muy pequeño, cada vez que veía infelicidad, yo creía que tenía que implicarme para rescatar a esa persona, meterme en pozos ajenos, intentando adoptar el sufrimiento de los demás. Cada vez que veía sufrimiento, creía que tenía que responsabilizarme para ayudar a las personas”. Así, siendo un niño, comienza un camino para encontrarse a sí mismo, en el que se cruzó, por ejemplo, la separación de sus padres.
Hasta que un día, Alejandro se cansó de sufrir, decidió ser feliz y se lo prometió a sí mismo. Desde ese instante, todos los días renueva esa promesa y se rescata a sí mismo: “Inicié un camino codo a codo con mi madre para revisar mi infelicidad, mi sufrimiento, y descubrir qué hacer para cambiarlo”. Todo eso lo fue escribiendo en un diario al principio, que luego se fue transformando en un libro que recoge su método.
Buscaron fórmulas en la Iglesia, en libros de autoayuda… Cuando Álex tenía 18 años, montaron una escuela para transmitir lo que habían encontrado, su propia receta, para transformar ese sufrimiento en felicidad. Una escuela en la que actualmente se imparten cursos, formaciones y un método: “Siempre digo que es una historia de amor de un hijo y de su madre. Hemos tenido que aprender a desapegarnos, a caminar juntos sin que uno invada el espacio del otro, y todo desde el respeto más profundo”.
En aquella época en la que ellos comenzaron a hablar de despertar de la consciencia, de heridas del alma, de desarrollo personal, aún no era algo muy extendido en nuestro país. Sin embargo, ellos se atrevieron a abrir su propio centro y en poco tiempo se llenó. Algunas personas que asistían y les era útil en sus vidas, se lo recomendaban a otras.
Una de las grandes máximas de las corrientes y técnicas del desarrollo personal de la actualidad nos repite “Cree en ti”. Alejandro nos explicó la importancia de este punto: “Vamos a imaginarnos que todas las personas que estamos aquí, todas las personas del planeta, tenemos un gran potencial, una gran fuerza… ¿Quién siente que tiene ese potencial y que aún no ha tenido la oportunidad de desplegarlo y de transmitir y compartirlo con el mundo? ¿Quién tiene mucho por ofrecer? La frustración es un indicador de que una persona tiene mucho por ofrecer y quizás no tiene la oportunidad de hacerlo”.
Continuó recordando que las normas que se ha inventado la sociedad no se acercan a la verdadera naturaleza humana. Usó una metáfora para explicarlo: “Somos tigres y tigresas pero nos han educado en una granja como si fuésemos cabras. Y dentro del disfraz vive un poderoso animal, pero por ir disfrazados de quienes no somos, nos ofrecen cosas ajustadas al disfraz». Desarrolló la metáfora para explicar que las normas que se han creado distan mucho de nuestra naturaleza y eso nos lleva a vivir con el gran miedo de mostrarnos tal y como somos, de mostrar lo que llevamos dentro. Nos invitó a “quitarnos el disfraz” y ser realmente quienes somos: “¡Que se vaya quien se tenga que ir y que se quede quien se quiera quedar, pero no estoy dispuesto a seguir disfrazado para ser aceptado por los demás! Éste soy yo con todas las consecuencias. Cuando renuncio a ser yo por ser aceptado por los demás, soy muy sensible y mi cuerpo sufre unas consecuencias. Y mi labor es intentar transmitir cómo ser tigre en este circo que hemos montado”.
Si has llegado hasta aquí leyendo, entenderás que es complicado explicar el mensaje de Alejandro Vega como él lo hizo, ya que me falta su voz y su expresión corporal. Dos herramientas clave que empleó para conectar con nosotros más allá de las palabras.
Él decidió hace años vivir una vida auténtica, lejos de relaciones basadas en historias de dolor. Una de las relaciones que más nos dañan y nos limitan, según afirmó, son las relaciones familiares. Nos hizo transportarnos a una gran reunión familiar en la que, aunque hay rencillas y rivalidades, se mantienen las formas: “Yo he decidido que mi familia es aquella formada por las personas que elige mi corazón. Mi familia de sangre han sido mi aprendizaje, personas de las que tenía que aprender algo. Pero me quiero salir del circo todo lo que pueda. Sin renunciar al circo, sin enfrentarme al circo, sin luchar contra el circo, mi única intención es crear un mundo mejor para mí y compartirlo con los demás, pero desde la autenticidad”.
Álex nos invitó a basar las relaciones menos en lo material y más en los sentimientos, en el cariño, en el amor. Un amor que empieza por nosotros mismos: “Mi labor diaria es quererme para querer más, cuidarme para poder cuidar y darme valor para poder valorar. Te quiero a ti porque me quiero a mí. No existe otra manera. Te quiero a ti porque he empezado por mí”.
“Te quiero porque me quiero”, fue algo que repitió en numerosas ocasiones. En ese momento hizo que nos abrazásemos los unos a los otros repitiendo la frase.
“Cuando dejas de necesitar un abrazo, es cuando se da con naturalidad. Yo ya no necesito un abrazo, yo ya me quiero, me cuido y me valoro. Pero cuando yo me elijo y ocupo mi lugar en la vida, es cuando tú vienes y me abrazas, cuando ya no lo necesitas. Vivimos necesitando…”, continuó.
Alejandro habló de Aceptación. De aceptarse a uno mismo tal y como somos, más allá de tener que interpretar un papel para que nos acepten los demás. Hay que elegirse a uno mismo.
Otro punto que trató, relacionado con el anterior, es el Merecimiento. Sentirnos merecedores de todo lo bueno que nos pasa y de todo lo bueno que nos pueda pasar. Para hablar de esto, extrajo una corona de un maletín cargado de diferentes objetos llenos de significado, que fue sacando durante todo el encuentro.
“¿Quién está dispuesto a cuestionarse a sí mismo? Es abrir una puerta preciosa pero es desgarrador. Os voy a invitar a todos a que cojáis lo que os valga de lo que os voy a decir. Y os puede servir para daos más valor. Este mensaje no es bien recibido por el Ego: Cada uno tiene en su vida lo que se merece”. Y nos dio unos segundos para pensar.
Fue más allá con otra metáfora muy esclarecedora: “Si una madre tiene un canasto con las mejores piezas de fruta y las va repartiendo entre sus hijos, lo mejor para sus hijos… Y al final del día queda una manzana podrida y ésa es la que se queda ella. Y al día siguiente vuelve a hacer igual aunque ese día en la cesta no queda nada. Pero no pasa nada, lo mejor para los hijos. Y así un día tras otro. Mamá renuncia porque lo importante son los hijos. Cierto día se reúnen todos los hermanos para hacerle un regalo a mamá. ¿Y qué le regalan? Pues un canasto de manzanas podridas, que se supone que son las que a ella le gustan porque es lo que ellos han visto desde siempre. Ése es el mensaje que le ha dado a sus hijos, el valor que ella se ha dado; lo que ella les ha transmitido que siente que se merece.
Cada uno tiene en su vida según el valor de lo que se proporciona en su vida. Ése es el mensaje que le damos al Universo. El mundo te trata como tú te tratas. Lo que se acerca a tu vida es según el valor que tú te das a ti mismo”.
Aseguró que reflexionar sobre eso nos podía doler, pero que también era una oportunidad para empezar a ocupar nuestro lugar y ponernos la corona por todas las veces que hemos renunciado a hacerlo.
Y aún así, la vida te va poniendo pruebas en las que tienes que volver a recordar quién eres, resituarte, volver a empezar y emplear todo lo que has ido aprendiendo en la vida.
“No tenemos que creernos ni más ni menos que nadie. Cada uno tiene en su vida sus circunstancias, y son las perfectas para que cada uno las resuelva”, nos dijo.
Y de nuevo volvió a hablarnos de meterse en pozos ajenos, adoptar el sufrimiento ajeno y de los peligros que esto conlleva: “Hoy, en vez de darme pena las personas, me digo: “Todo el mundo puede”, y así no siento pena. Cada uno tiene la situación perfecta para solucionarla y salir de su pozo, si quiere verdaderamente. Pero yo no me voy a meter en el pozo de nadie más a rescatarlo. Yo acompaño a quien lo necesite, pero no me meto en el pozo de nadie”.
Aseguró también que se percibe perfectamente quien quiere avanzar y quien prefiere regocijarse en ese pozo. Y más con todas las posibilidades que hay ahora mismo: “A la hora de la verdad no queremos soltar todo el dolor, y guardar el dolor es similar a guardar una bomba atómica con la cuenta atrás para que explote en cualquier momento. Yo quiero soltar el dolor por mí, es el mejor regalo que le puedo hacer a mis relaciones. Pero para eso hay que trabajarse mucho”.
Habló entonces de las personas que siempre están contando problemas, una fase por la que hemos pasado la mayoría. Este tema dio para más y volvió a salir durante la conversación en la mesa.
Salieron temas de los que habíamos hablado pero también otros nuevos. Muchas de las personas compartieron experiencias, inquietudes, dudas… Alejandro usó durante el encuentro herramientas para hacernos pensar y ponernos, en la medida de lo posible, delante del «espejo».
Y si la conversación en la mesa fue entretenida a la vez que enriquecedora, en la sobremesa Alejandro planteó un par de juegos con mensajes muy potentes pero divertidas dinámicas. No las voy a explicar con palabras, pero creo que los instantes que captó Manuel Martos nos trasladan a ver algo más de lo evidente.
Cada uno de los que estábamos allí teníamos y tenemos nuestras propias batallas internas, nuestros miedos, nuestros conflictos, nuestros vacíos, pero también nuestros dones, nuestra alegría… Alejandro procuró despojarnos de nuestro disfraz y mostrarnos a través de simples juegos en los que teníamos que interactuar, lo que nos une más que lo que nos separa. Que tras ese disfraz, somos únicamente personas.
Personas que debemos trabajarnos, abrazar a quienes somos, conocernos, querernos, y aspirar a lo que queremos para estar bien, en paz con nosotros mismos. Sólo así, podremos llegar de manera sincera a los demás. No puedes dar lo que no tienes.
No sé si para los que no estuvisteis, mi redacción de esta cena tiene algún sentido para vosotros. En realidad esa noche hubo tantas cenas y tantos mensajes distintos como personas que estábamos allí. Era cuestión de interpretar, de identificarse, de acoger o rechazar lo que Alejandro nos iba diciendo, porque cada uno de nosotros le aplicó su filtro personal.
Contemplando las fotografías se me dibuja una sonrisa porque me traen recuerdos de lo bien que lo pasamos, pero también de los trascendentales mensajes que Alejandro Vega nos transmitió en esa noche tan única y especial.
Gracias a todos los que participasteis esa noche. Gracias a los que habéis leído este reportaje y habéis llegado hasta aquí. Gracias al equipo de Lew Hoad por habernos recibido con tanto cariño en vuestra casa. Gracias a Susana Sánchez por llenar de vida la mesa y gracias a Pedro Navarro por vestirla. Y por supuesto, mil millones de gracias a Alejandro Vega por hacernos vivir una experiencia tan bonita. Por convertirte en nuestro faro esa noche.
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Redacción: Ana Porras
Fotografía: Manuel Martos
Decoración Floral: Susana Sánchez
Menaje: Pedro Navarro
Postres: Cati Schiff
Anfitrión: Lew Hoad
Web: Alejandro Vega
Instagram: Alejandro Vega
Instagram Cenas con Chispitas
Diseño imagen, web y filmación video: Branders And Co
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